La hostia por Doñana
Siempre me ha llamado la atención esa costumbre, tan prodigada en las películas, de abofetear a una persona inconsciente para que recobre el ánimo. Según parece surte efecto. Por eso sería bueno que la bofetada que le acaban de dar al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía por Doñana sirva para que espabilen.
Aunque por el tono y el contenido del comunicado de la Unesco, en el que denuncia todas las barbaridades de las que venimos informando en eldiario.es, la bofetada ha sido más sonora de lo esperado. Lo que viene siendo una hostia, vamos.
Tal y como advertía la organización conservacionista WWF, la reprimenda de Naciones Unidas por las agresiones que sufre Doñana ha sido severa, y puede tener consecuencias denigrantes para España puesto que, si no se detienen de inmediato, nuestro Parque Nacional más importante pasará a formar parte de la lista negra de Patrimonio de la Humanidad en peligro en 2018.
Los gobiernos central y autonómico tienen de plazo hasta el próximo febrero para evitarlo. Y ya no valen excusas: las medidas para detener el espolio del acuífero y la proliferación de fincas de cultivo ilegales deben ser concretas y urgentes.
Se acabó seguir desecando la marisma con la excusa de mantener la economía de la comarca. Porque si es así, esa economía es tan ilegal como la del tráfico de drogas. Hay alternativas, y se deben poner en marcha de inmediato. Asimismo, el proyecto de dragado del Guadalquivir, ahora en suspenso, debe caer del limbo y prohibirse de manera definitiva.
Los expertos de Naciones Unidas también señalan como graves amenazas el proyecto para construir el almacén gasístico en el subsuelo de la marisma, cuyas obran ya han comenzado, y la reapertura de la siniestra mina de Aznalcóllar, que causó la mayor catástrofe ecológica en España tras la del Prestige.
Esta enésima llamada al orden por Doñana se une a las que en los últimos años han venido realizando la Comisión Europea, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto Geológico Minero y las principales organizaciones ecologistas y conservacionistas: Greenpeace, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, WWF y SEO/Birdlife.
Hace unos meses, conversando con uno de los grandes conocedores y defensores de la marisma, Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF, coincidíamos en que si Doñana fuera un banco, ya habría sido rescatada. Pero tan solo es la principal zona húmeda del sur de Europa y uno de los espacios naturales más valiosos del planeta, algo que para nuestras autoridades parece resultar insignificante. A ver si la hostia de Naciones Unidas les hace volver en sí y evitamos el ridículo internacional de ir a parar a la lista negra de países hostiles a la naturaleza junto a Ruanda, Burundi y Burkina Faso, entre otros.