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Pedraz perroflauta

Javier Vizcaíno

Tenemos chico malote nuevo en la oficina adiestrada. Mingafría el último emplumado que le atice una colleja. Raudo y veloz salta desde La Razón Alfonso Merlos, dispuesto a estampar los cinco dedos de su mano derecha en el cogote de Santiago Pedraz. “El juez okupa”, lo bautiza de entrada. Luego viene la letra menuda llena de metralla dialéctica: “Es el mundo al revés. Quienes defienden a los ciudadanos y legítimamente les representan son zarandeados, lanzados al fango y culpados por un tribunal. Es intolerable que un juez se transforme en el mejor escudo de los que pretenden regenerar la vida pública con palos, punzones, adoquines y macetas de albañil”.

Con cabreo y verborrea de parecido calibre, Agustín De Grado (para servir a Dios, Marhuenda y la exlideresa) se arroja al tobillo del togado: “Pero la libertad no es una fiesta ácrata [ni pija, diría el gaviotil Rafel Hernando]. Tiene sus límites. Los que estas almas cándidas (o no) de la «democracia real», enfundadas en camisetas del Ché violentan mientras, con su desconocimiento de la Historia y el amparo de un juez activista, intentan inocular los gérmenes del totalitarismo en una sociedad predispuesta a buscar en el otro la culpa de los males propios”.

En ABC, un saludo desde la portada: “El juez Pedraz carga contra la Policía por evitar el asalto al Congreso”. A falta del previsible cachete en el editorial, el columnero Carlos Herrera toma la iniciativa. Como aperitivo, recuerda en el arranque de su filípica que el villano del día es apodado El niño Ken por sus compañeros de birrete y puñetas. Tras el presuntamente esclarecedor dato, esto: “Una suerte de justicia antisistema que no cabe en el Estado de Derecho pero que tendrá grandes seguidores en las redes sociales. Hoy, Pedraz es un héroe de los que escriben sin nombre, refugiados en el anónimo, y que mañana pueden manifestarse ante la Audiencia para ocuparla”.

Muy oportuna, la alusión a “los que escriben sin nombre”, porque al volver la página del vetusto diario hay una sección llamada A los cuatro vientos que nadie firma. Y en la entrega de la jornada también se incluye la correspondiente caricia: “Al movimiento indignado le ha salido otro héroe que unir a ese aguerrido y locuaz camarero. Y lleva toga”.

A Hermann Tertsch el florido auto le debió de pillar con la columna a medio terminar. En origen, la cosa iba sobre la andanada de Rommey a España. ¿Cómo relacionarla con el archivo de la causa contra los supuestos organizadores del 25-S? Fácil: “Cuando más necesitaríamos orden y sobriedad. Y respeto a nosotros mismos. La convulsión plañidera por la ofensa de Romney cuando el juez Pedraz ponía en libertad a los organizadores de unas manifestaciones que han hecho un daño incalculable a España”. ¿Falta algún verbo o es cosa mía?

Antes de abandonar la cabecera madrileña de Vocento, una frase para que se borden en la ropa interior. Páguenle por los derechos a Iñaki Ezkerra: “Yo es que el Congreso de Diputados no quiero que me lo asalte ni un señor con tricornio y bigote ni otro con cresta roja y un aro en la oreja”.

En lo que van saliendo de su asombro, nos llegamos a la finca pedrojoteña. “Pedraz coincide con el 25-S en desacreditar a los políticos”, brama un titular en la primera de El Mundo. Como es de rigor, el editorialista completa el intencionado enunciado. Eso de hablar de “convenida decadencia de los políticos” está muy feo: “La referencia no solo es extemporánea e inadecuada -la clase judicial no está para dar ejemplo-, sino que incluso arroja serias dudas sobre la imparcialidad del juez, ya que comparte la opinión sobre los políticos de los manifestantes cuya actuación debe valorar en el auto”.

Unos centimetros de papel más acá, Federico Jiménez Losantos saca el látigo. El comienzo es prometedor: “Pedraz, ese garzón con flequillo que sube las escaleras de la Audiencia Nacional como si fuera un anuncio de champú”. Pero en medio de la diatriba, al turolense le puede su inquina a maricomplejines. La culpa no es del niño que garabatea esos autos, sino de los papás y mamás que se lo consienten: “Este PP de plastilina es el enemigo ideal, porque es incapaz de defenderse, no digamos ya de atacar”.

Tras el ¡glups!, el último soplamocos, este sí, de nuevo en la jeta que corresponde. Lo calza Emilio Campmany desde Libertad Digital: “A lo mejor, si la Policía estudia bien el video, encuentra a un enmascarado con una melena castaña asomando por debajo de la capucha esforzándose por rebasar el perímetro. Naturalmente, por gusto de saltárselo. En fin, ido Garzón, siempre nos quedará Pedraz”. Y lo que os gusta, pillines.

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