Las supremas
“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Es preocupante que esta máxima humorística de Groucho Marx la haya aplicado el máximo tribunal en España. Qué poca seriedad que el Tribunal Supremo haya dado marcha atrás favoreciendo a la banca. Está bien que el Gobierno salga al quite y diga que los ciudadanos “nunca más” pagarán el impuesto de las hipotecas, pero falta saber quién arregla la crisis de credibilidad de una justicia politizada, sin criterios profesionales tasados en la elección de cargos, con interesada falta de medios y cuestionada por la ciudadanía.
El Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa ha denunciado, insistentemente, el sistema politizado de nombramientos en la judicatura de España. Pide que se fijen por ley criterios objetivos. Hasta entonces, hemos contado hasta la extenuación que los dos grandes partidos se repartían los representantes del Consejo General del Poder Judicial, que después elegían al presidente del Tribunal Supremo y que la mayoría parlamentaria de un partido permitía tener más poder en la judicatura.
El actual Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, fue alto cargo de los gobiernos de José María Aznar y profesor de los cursos de la fundación del PP, FAES. Todo en orden. Después, aupado por los “conservadores”, se ha ocupado de rodearse de afines en la cúpula judicial y, entre ellos, está el tal Luis María Díez-Picazo, otro “conservador” que, antes de ordenar la revisión de la sentencia de las hipotecas, estuvo seis cursos contratado por un centro universitario de la banca. Ahí lo llevas. Como diría el emérito: “La justicia es igual para todos”.
Para unos más que para otros. La elección de Díez-Picazo como presidente de la Sala de lo Contencioso del Supremo fue un escándalo denunciado ante la ONU. Varias asociaciones judiciales denunciaron que Lesmes presionó para auparle y, por primera vez, el Poder Judicial no renovó a un presidente de sala del Supremo que aspiraba a la reelección. Caía José Manuel Sieira y llegaba el catedrático Picazo, con el voto de los vocales del CGPJ afines al PP, y tras haber aterrizado años atrás en el Supremo por el quinto turno, reservado a “juristas de reconocida competencia que ingresan en el alto tribunal al margen de la carrera judicial”.
Fuentes jurídicas también contaron que Carlos Lesmes se cargó a Sieira por su rivalidad en el “caso del kamikaze”, el indulto a un condenado a 13 años de cárcel por matar a un joven conduciendo en dirección contraria. Lesmes fue el encargado de la ponencia que defendió el indulto otorgado por el Gobierno. Sieira decidió que la decisión la tomara el pleno de la Sala, que anuló la medida de gracia. Fue un revés para el actual presidente del Supremo, que tiempo después sustituyó a José Manuel Sieira como jefe de la Sala Tercera, colocando a Díez-Picazo, que es afín. Como se ve, todo criterios profesionales.
Con estos bueyes hay que arar. Así llegamos a que el Supremo, “el alto tribunal” en España, decida una cosa y la contraria en quince días. La sala especializada decidió que el impuesto de las hipotecas lo pagaría la banca, Carlos Lesmes y Luis María Díez-Picazo decidieron revisar esa decisión en un pleno y el propio Picazo se encargó de desempatar a favor de los bancos: Luis María anuló un resultado, convocó otro partido, lo arbitró y marcó el gol de la victoria. Yo diría que en propia puerta, por dos motivos: porque da una patada en la espinilla a la credibilidad de la justicia y porque, en cambio, el bueno de Díez-Picazo tiene ganadas las puertas del cielo. Del suyo. Todos sabemos que a Luis María no va a faltarle de nada.
Nos toman el pelo. Díez-Picazo diciendo que el pleno de revisión se hacía por la “enorme repercusión económica y social”, Lesmes que “ha habido una percepción de que se quería revisar, pero no se ajusta a la realidad”, que “la desconfianza en el Supremo es indebida”… Aznar afirmando que había que “rebobinar” la decisión, frente al “populismo judicial”, voceros de pesebre lamentando que “la banca está en peligro”, que sus señorías están “apesadumbradas”… En fin, supremas majaderías. Sabemos que canta a la legua y no tiene ni pizca de gracia. Si aquí se han perdido más de 60 mil millones de euros del rescate a la banca y la gente ha tragado, cómo no van a hacernos tragar con la yenka del Supremo y con esta justicia de suprema injusticia y de según quién seas.