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¿Cómo se traduce 'George Floyd'?

Protesta por las víctimas del Tarajal
2 de agosto de 2020 21:25 h

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El asesinato de George Floyd en Minneapolis (EEUU) hace algo más de dos meses levantó una ola de manifestaciones, tanto en Estados Unidos como en Europa. En general, eran manifestaciones iniciadas por parte de personas racializadas o colectivos antirracistas, pero a las que, de una forma u otra, podríamos decir que se unió la población en general. 

Aunque no es el primer asesinato de una persona negra a manos de la policía en Estados Unidos, ni tampoco ha sido el último, la muerte de George Floyd levantó un nivel de interés por parte de la comunidad internacional, que casos anteriores no habían conseguido. Millones de acciones (muchas de ellas digitales) parecían demostrar que todo el mundo estaba volcado y que de repente 'Black Lives' mattered. Parecía hasta real.  

No fueron pocas las marcas que se unieron, a través de redes sociales o incluso con donaciones, condenando el racismo y la violencia policial y ofreciendo su apoyo a las comunidades. Lo mismo pasaba con los famosos. Desde los que suelen posicionarse hasta los que casi nunca lo hacen, todos llenaron sus perfiles de Instagram con el cuadrado negro, usando el hashtag #blackouttuesday. Durante un iluso instante, el asesinato de George Floyd pareció un punto de inflexión, como lo pareció el de Trayvon Martin en 2014. No estoy diciendo que la participación de influencers y marcas sea clave en los movimientos sociales, Dios nos libre, pero es evidente que una sacudida comunicativa como la que se vivió durante esas semanas parecía apuntar, por lo menos, un cambio en la percepción social.  

Ahora bien, en las manifestaciones en España se pudieron ver carteles en los que ponía “Black Lives Matter”, “Justice for Breonna Taylor” o “Justice for George Floyd”. Que las pancartas y los posts en Instagram hayan sido en inglés, sumado a leer solo a antirracistas americanos, no ha sido sólo una cuestión de lenguas. Parecía un tema idiomático, pero ha puesto de manifiesto nuestra incapacidad de interpretar lo que pasa a nivel global y de entenderlo a la luz de nuestras realidades. Se ha denunciado el racismo en Estados Unidos pero hemos sido incapaces de mirar qué pasa aquí, como si sufriéramos una suerte de hipermetropía social. 

Si pudiéramos traducir George Floyd, hablaríamos de Adama Traoré, de Ilias Tahiri o de Akram, asesinado a manos de la policía hace apenas unos días en Bélgica. Sin embargo, nunca llegamos a traducir el Black Lives Matter ni el Justice for George Floyd. De haberlo hecho, hoy habría manifestaciones multitudinarias convocadas para denunciar la sentencia de absolución de los guardias civiles implicados en el asesinato de 15 personas en la playa de Tarajal. Se conoce ese 6 de febrero de 2014 como “La tragedia de Tarajal”. Cualquiera diría que se trató de un fenómeno atmosférico que se llevó por delante la vida de 15 inocentes.  

De alguna forma, así ha sido el racismo institucional en nuestro país, una especie de fenómeno atmosférico que se da por natural mientras influencers y políticos denuncian el racismo en Estados Unidos. Cualquiera diría que no tenemos racismo “kilómetro cero” y tenemos que importarlo. Las vidas negras importan, pero aquí y ahí. Aquí, las vidas negras son muchas veces migrantes que se ahogan en las fronteras. Y como apuntan muy bien las compañeras de afrofeminas, también importan. Denunciar el racismo en Estados Unidos nos libra un poco de culpa, es mirar hacia fuera, ver todo lo que se hace mal y “mostrar apoyo”. Cuando hablamos del racismo institucional de aquí hablamos de aquello que sostenemos, de las estructuras que de una forma u otra estamos defendiendo. Eso molesta, claro; nos hace salir de lo abstracto y traducir. ¿Qué significa racismo? Pues bueno traductores, saquen las libretas que aquí tenemos prosa propia a gestionar.

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