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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

2018 en 10 gráficos

Campanadas, música, humor y concursos para despedir el 2018

Piedras de Papel

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1. Un año de encuestas

2018, a pesar de no haberse celebrado elecciones hasta diciembre en Andalucía, ha sido un año muy agitado en el terreno demoscópico. Cuatro partidos lideraban los sondeos para acabar el año con la irrupción de una quinta fuerza política en el escenario político estatal, Vox, culminando nuestro proceso de fragmentación partidista.

Para ilustrar esta evolución, el gráfico muestra la primera estimación de cada mes de la media de encuestas producida por Electograph. Se puede consultar la evolución completa y en detalle aquí.

El año comenzaba con Rajoy en La Moncloa y el PP encabezando, con cierta distancia, los sondeos. No obstante, Ciudadanos venía en una tendencia ascendente, al rebufo de la victoria el 21D en Cataluña. Podemos se encontraba estancado (y de hecho, su tendencia ha sido prácticamente plana todo el año) y el PSOE en ligero retroceso. La preeminencia del asunto catalán y el desgaste del PP favorecieron que Ciudadanos se situase ya en marzo al frente en muchas encuestas. A finales de mayo, de hecho, se llegó a estimar que en caso de elecciones obtendrían alrededor del 27% de los votos, mientras que el PP descendía al 23%.

El escenario cambió drásticamente en junio. Sánchez alcanzaba la Moncloa en una moción de censura que parecía impensable poco antes y el PSOE se vio beneficiado del clásico efecto luna de miel que revertió su retroceso. De ser tercera fuerza al borde del 20% de los votos, durante el verano se llegó a colocar por encima del 27% en voto estimado. Mientras tanto, a finales de julio, el PP elegía a Pablo Casado como nuevo líder y, si bien no ha habido apenas un efecto Casado, su llegada permitió recuperar al PP el segundo puesto en las encuestas en detrimento de Ciudadanos

Desde entonces, el orden de los partidos no ha variado. El PSOE se sitúa en el primer puesto, seguido del PP, Ciudadanos y Unidos Podemos. No obstante, en el último trimestre se han producido dos variaciones importantes. En primer lugar, la luna de miel del PSOE ha sido corta y desde septiembre ha vuelto a una línea descendente que, aun liderando las encuestas, le hace cerrar el año prácticamente con la misma estimación de voto que a principios de 2018. En segundo lugar, Vox emerge como nueva fuerza y fragmenta el voto en la derecha. PP y Ciudadanos se encuentran en empate técnico entre el 20 y 21%, por debajo de sus estimaciones a principios del año, y Vox obtendría hoy alrededor de un 9% de los votos.

Veremos si 2019 trae nuevos vaivenes demoscópicos. También veremos cómo se materializará el pulso entre las cinco fuerzas políticas en la próxima cita electoral. La que tendrá lugar el 26 de mayo, con la convocatoria de elecciones europeas, locales y autonómicas en todas las Comunidades Autónomas excepto Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía.

2. El salto de Vox

Las elecciones celebradas en Andalucía el pasado 2 de diciembre vinieron a confirmar la irrupción parlamentaria en España, por primera vez desde el inicio de la democracia, de un partido de extrema derecha. Con el 11% del voto (cerca de 400.000 papeletas), VOX lograba una representación en el Parlamento andaluz de 12 escaños (tres veces superior a la pronosticada por los sondeos).

Pero Vox no llegó de repente. No es una formación recientemente creada, sino que fue fundada a finales de 2013 por ex militantes críticos con la línea seguida por el PP, entonces en el gobierno y liderado por Mariano Rajoy, por considerar que éste carecía de la firmeza suficiente en asuntos como el rechazo al independentismo catalán o la gestión del fin de la banda terrorista ETA, oponiéndose a cualquier tipo de concesión.

Vox se presentó a las elecciones europeas de 2014, en las que logró cerca de 250.000 votos, sin obtener representación parlamentaria. Después vio cómo sus apoyos descendieron por debajo de las 60.000 papeletas en las elecciones generales de diciembre de 2015 y de las 50.000 en las de junio de 2016. Unos resultados que hasta hace poco tiempo habían relegado a esta formación a la irrelevancia política, aunque en los últimos meses y con la oposición al independentismo catalán como bandera principal, había estado muy activa en las redes sociales.

Fue a la vuelta del verano cuando algunos institutos demoscópicos empezaron a detectar el auge de esta formación a nivel nacional. Pero no fue hasta a principios de octubre, después de que Vox celebrara un multitudinario mitin en Madrid con los lemas, al estilo Trump, de “hacer (a España) grande de nuevo” y “primero España”, cuando empezó a tomarse en serio la posibilidad de que, como ha venido ocurriendo en los últimos años en otros países, la ola del populismo de extrema derecha también llegara a España.

En su exitoso salto de 2018, Vox ha encontrado como trampolín el malestar político, al igual que hicieron en su día Podemos y Ciudadanos para entrar en la escena política. ¿En qué medida condicionará este partido, situado a la derecha de la derecha del PP y Ciudadanos, el debate y la agenda política? ¿En qué medida podrá llegar condicionar políticas de gobierno, siendo Andalucía su primer laboratorio? ¿En qué medida es un partido homologable o no a otros partidos de extrema derecha en Europa? Todos son interrogantes con los que acabamos 2018 y seguirán estando presentes en 2019.

3. ¿Fue la inmigración? Algunos indicios de otras extremas derechas en Europa

En las últimas semanas Piedras de Papel ha hablado mucho sobre Vox y de su relación con la inmigración. Es difícil hacer un diagnóstico sobre hasta qué punto Vox responde a un resentimiento acumulado contra la inmigración. Mientras que algunos piensan que este partido no tiene un componente anti-globalización como otros grupos de extrema derecha, hay quien piensa que cataliza una cierta xenofobia latente en España.

Por ahora, podemos recurrir a miradas retrospectivas sobre cómo de politizada estaba la mirada de la inmigración que tenían los españoles hasta hace poco. Gracias a la Encuesta Social Europea, otra de las protagonistas de nuestros debates en la última parte del año, podemos saber cómo percibían la inmigración los españoles que se situaban en el espacio que va de la izquierda al centro ideológico, los de la derecha y los que estaban en la extrema derecha. Podemos, además, compararlo con lo que pensaban los austriacos, alemanes o franceses… en cuyos países había ya partidos de extrema derecha muy visibles con discursos anti-inmigración muy arraigados.

Como se ve en el gráfico, en estos tres países, la diferencia entre los encuestados con distinta sensibilidad ideológica sobre la inmigración (tanto en su aspecto general, como cultural, económico o sobre la atención que reciben del gobierno) era visiblemente distinta. En cambio, hasta ahora, esto no sucedía en España. Si esto seguirá siendo así o no en el futuro es algo que sólo podremos decir en nuestro post de fin de año de 2019.

4. Sobradamente insatisfechos con la situación política

Al inicio del año, la ciudadanía se mostraba muy pesimista sobre la situación política. Mucho más que sobre la situación económica, con una diferencia, en enero, de casi 20 puntos porcentuales en la valoración negativa que tenían los ciudadanos de la situación económica respecto a la económica. Y, como se puede ver en el gráfico, ésa ha sido la tónica general a lo largo del año.

Por otra parte, el cambio de gobierno, mediante la moción de censura que llevó a principios de junio a Pedro Sánchez a La Moncloa después de conocerse la sentencia de la Audiencia Nacional que, en el marco del caso Gürtel, daba por probado que había existido una contabilidad B dentro del PP, parece que vino a oxigenar algo el clima político. Su efecto duró poco. Entre junio y septiembre, el porcentaje de ciudadanos que calificaban como mala o muy mala la situación política descendió ligeramente y se situó por debajo del 70%. Pero en octubre se invirtió esa tendencia con un nuevo repunte del pesimismo político. Así, finaliza 2018 (con los últimos datos recogidos por el CIS en noviembre) sin que, a ojos de la opinión pública, haya habido ninguna mejora.

Esa valoración tan negativa de la situación política es sólo un síntoma más del malestar político que se ha cronificado en los últimos años. La clase política y la política son percibidas por los ciudadanos, y desde hace casi una década, como uno de los principales problemas que tiene España. De acuerdo con el último registro del CIS es ahora el segundo problema, tras el desempleo, que preocupa más a la sociedad. Algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta el contexto de elevada crispación política de los últimos meses.

5. El independentismo se divide

El 2018 estuvo marcado por un cambio profundo en el movimiento independentista. Durante los años anteriores, el proceso soberanista se caracterizó por tener una hoja de ruta bien delimitada y por gozar de una unidad de acción entre las élites del movimiento, que incluso lograron coordinarse bajo unas mismas siglas en las elecciones “plebiscitarias” de 2015. Entonces el independentismo creyó que podía poner en jaque al Estado por la vía de los hechos consumados. Sin embargo, el otoño del pasado año, el proyecto soberanista chocó con la realidad y quedó patente que el independentismo había infravalorado la fortaleza del Estado y sobrevalorado sus potenciales apoyos internacionales.

Desde entonces, el movimiento se encuentra desorientado y dividido. Los partidos y asociaciones civiles independentistas han perdido el liderazgo y el movimiento se ha descentralizado cediendo parte de su protagonismo a los Comités de Defensa de la República (CDR). Esto ha provocado que el movimiento sea hoy menos coherente y más imprevisible. ERC parece haber asumido la derrota de la ruptura unilateral y apuesta ahora por una estrategia de largo plazo que pase por la consolidación de mayorías más sólidas. En cambio, Junts per Catalunya se ha mantenido más fiel al tono rupturista que había marcado el proceso soberanista durante los años anteriores.

La división entre los dos principales partidos independentistas se muestra de forma clara en el gráfico: hoy entre los votantes de ERC, la mayoría considera que en estos momentos no gozan de un mandato para declarar la independencia. Lo contrario ocurre en Junts per Catalunya, donde alrededor de dos tercios de sus votantes creen que el mandato del referéndum del 1-O es suficiente para declarar la independencia. Como resultado, este 2018 nos ofreció la imagen insólita: hoy las opiniones de los votantes de la antigua Convergència se asemejan más a las de la izquierda anticapitalista de la CUP que a las de ERC.

6. América empieza a dar la espalda a Trump

En Noviembre se celebraron elecciones legislativas en Estados Unidos, y el partido republicano de Trump sufrió un severo varapalo. En las elecciones a la cámara de representantes (las únicas en las que votaba todo el país), los republicanos obtuvieron el peor porcentaje de apoyo del último cuarto de siglo, como muestra el gráfico. Y eso además en un contexto de buenas cifras macroeconómicas, que en general suelen beneficiar al partido en el gobierno. Nada está escrito de cara a las próximas presidenciales, pero si 2018 nos deja algo claro es que Donald Trump no logra consolidar los apoyos que tuvo hace dos años, y sus adversarios políticos son cada vez más populares.

7. Desaceleración y problema de ajuste fiscal en la periferia de la Eurozona

2018 fue el año de la desaceleración del crecimiento en Europa. Aunque el conjunto de la eurozona continuó creciendo, por primera vez desde el fin de la crisis lo hizo a un ritmo más lento que el año anterior. Y si bien esta desaceleración tuvo su reflejo en las cifras nacionales, España siguió experimentado un crecimiento superior al de la eurozona y al de sus países vecinos, y es donde cae menos en la periferia, con la excepción de Grecia.

La posición fiscal de los países de la periferia europea continuó mejorando, pero a un ritmo lento, y las tensiones políticas generadas en varios países por el bajo crecimiento anticipan que los problemas de sostenibilidad política del ajuste no han desaparecido: como consecuencia de las respuestas de Macron a las demandas de los “chalecos amarillos”, Francia ha anunciado que superará el 3% de déficit en 2019, e Italia ha logrado renegociar con Bruselas un déficit superior al 2%. Si algo nos ha dejado claro 2018 es que la crisis de la Eurozona no está del todo resuelta.

8. La pobreza infantil, un problema que trasciende a la falta de empleo

En nuestro país hay quien lo explica todo como un efecto mecánico de la herencia franquista, y hay quien lo explica todo como resultado de la crisis económica y el aumento del desempleo que la ha acompañado. La pobreza infantil es a menudo víctima de lo segundo.

Se asume con facilidad que hay niños pobres porque sus padres (y madres, pero sobre todo padres) perdieron el trabajo cuando la economía empezó a ir mal, y ya no han podido recuperarlo o, al menos, no de forma estable. Sin embargo, el gráfico lo desmiente con claridad. La intensidad de trabajo es un indicador que cuantifica el tiempo que los adultos empleables (por edad y estado de salud) de un hogar destinan efectivamente a trabajar a lo largo de un año, como porcentaje sobre el tiempo total potencial de trabajo en un año.

A modo de ejemplo, en un hogar con dos adultos en el que sólo trabaja uno de ellos a jornada completa, la intensidad de trabajo sería del 50%; si trabajaran los dos a jornada completa la intensidad sería del 100%; si uno de los adultos trabaja a media jornada y el otro a jornada completa, la intensidad de trabajo sería del 75%. Pues bien, a igual intensidad de trabajo, las tasas de pobreza de los hogares con algún menor son sistemáticamente más altas (barras de la derecha) que en los hogares sin menores. Es más, la situación apenas ha variado desde 2008.

De este modo, la recuperación del empleo no solucionará el problema de la pobreza infantil, que afecta nada menos que al 28% de todos los niños y niñas que viven en España (de acuerdo con los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2017). El sistema de protección social, de prestaciones y deducciones impositivas lleva años sin proteger a los más débiles. Ojalá los Reyes nos traigan un 2019 más justo con los niños y niñas.

9. A vueltas con la violencia infantil

Durante nuestra infancia nos enseñan que estar seguros significa protegernos frente a los desconocidos, frente a los extraños. Sin embargo, esta forma de concebir la protección de la infancia choca con la realidad de la violencia contra los menores de edad, pues quienes la ejercen suelen ser personas conocidas, de su entorno inmediato. Según la Fundación ANAR, en la mayoría de casos de violencia registrados a través de su teléfono de ayuda es la propia familia la que agrede a los menores.

Uno de los muchos factores que impiden combatir la violencia familiar es una concepción patrimonialista de la infancia: la idea de que los menores pertenecen a sus progenitores y que las relaciones dentro de la familia quedan relegadas a la esfera privada. En España hace más de una década que se eliminó la cobertura legal del uso “moderado” del castigo corporal por parte de los progenitores, reforzando la idea de que la protección de la integridad física de los menores es también una responsabilidad de los poderes públicos.

A pesar de ello, y como se puede ver en el gráfico, el número de casos de violencia infantil ha aumentado en los últimos años (siendo el 2017 el último sobre el que hay datos disponibles). Es posible que una parte del aumento se deba a una mayor concienciación y a una mejora en los mecanismos que facilitan la denuncia. Pero también es posible que parte del aumento se deba a la existencia de un mayor número de casos de los cuales sólo conocemos una parte debido a las dificultades existentes para detectar los casos y a la fragmentación de los registros existentes.

Fuente: Ministerio del Interior, Sistema Estadístico de Criminalidad (www.infanciaendatos.es). El indicador expresa el número de hechos denunciados (victimizaciones) en los cuales niños y niñas de 0 a 17 años han sido víctimas de hechos delictivos graves en el ámbito familiar

10. Un 8-M con un seguimiento histórico

2018 ha sido también el año del despegue definitivo de las reivindicaciones feministas en España. La tradicional manifestación del 8 de marzo en conmemoración del Día Internacional de la Mujer tuvo una presencia multitudinaria de asistentes en ciudades de toda España. Solamente en Madrid, la organización calculó que alrededor de un millón de personas participó en la manifestación, el doble que en 2017. La Delegación del Gobierno, por su parte, estimó que en 2018 la cifra de manifestantes estaba en torno a los 170.000, un aumento muy llamativo desde los 40.000 que calculaba la misma fuente para el año 2017 y, sobre todo, muy lejos de los 10.000 de 2016, cifra no muy lejana a la aportada por la organización de la manifestación en ese año (15.000).

A pesar de las diferencias en las cifras absolutas entre las dos fuentes, los cambios en un lapso de tiempo tan corto son asombrosos: algo había comenzado a moverse en España ya en 2017 para movilizar a las mujeres y en 2018 el movimiento eclosionó. Algunos factores como la viralización del movimiento “me too” en octubre de 2017 y los sucesos previos a la sentencia de “la manada” contribuyeron a que el movimiento feminista, tradicionalmente pequeño y poco visible en España, encontrara por fin un apoyo mucho más explícito y necesariamente transversal en 2018. ¿Continuará este movimiento sumando el mismo nivel de apoyos en 2019? En pocos meses lo veremos...

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