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Un debate sin vetos para resolver el “conflicto político”: el resultado de seis semanas de negociación de PSOE y ERC

Mesa de negociación entre el PSOE y ERC.

Iñigo Aduriz

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Lo que no pudo ser en verano por la ruptura de las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos que abocó al adelanto electoral, se ha logrado ahora tras seis semanas de conversaciones formales e informales entre los socialistas y ERC. El Consell Nacional de la formación republicana decidía este jueves apoyar la postura de la Ejecutiva y avalar la abstención de sus trece diputados en la sesión de investidura que se inicia el próximo sábado y que previsiblemente concluirá el martes 7 con la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno con mayoría simple.

Esas trece abstenciones son fundamentales para que la investidura salga adelante y, consciente de ello, el PSOE retomó la negociación con ERC apenas cuatro días después de las generales del 10N tras constatar la imposibilidad de llegar a acuerdos con PP y Ciudadanos y a pesar de la dura campaña que el socialista había hecho en contra del independentismo con el fin de hacerse con el electorado de Ciudadanos en una estrategia que resultó fallida, ya que los socialistas se dejaron tres escaños por el camino.

El diálogo concluyó con un acuerdo el pasado 29 de diciembre que incluye el reconocimiento de la existencia de un “conflicto político” en Catalunya, cuya resolución se abordará a través de una mesa de negociación entre el Gobierno central y la Generalitat que se constituirá en un plazo de 15 días tras la formación del Ejecutivo y en la podrá debatirse cualquier propuesta sobre Catalunya que planteen los independentistas. Las conclusiones se someterán a una consulta ciudadana entre los catalanes.

Las dos eran exigencias sine qua non de los republicanos para poder facilitar la reelección de Sánchez con su abstención y que ERC ha conseguido arañar al PSOE tras tres reuniones públicas y numerosos contactos discretos entre ambas formaciones. El texto consensuado apunta, finalmente, que “las partes firmantes” constatan “la oportunidad de desbloquear y encauzar el conflicto político sobre el futuro de Catalunya y establecer las bases para su resolución, pues hay voluntad de diálogo para alcanzar un acuerdo que permita superar la situación actual”.

“Voluntad política” para una “nueva etapa”

“El reconocimiento de esta oportunidad, y la voluntad y firmeza política expresada por ambas partes, permiten explorar y abordar la apertura de una nueva etapa basada en el diálogo efectivo, abierto y sincero y apostar por el reconocimiento y entendimiento institucional”, concluyen.

Aunque en secreto, el último encuentro de los equipos negociadores se produjo el 27 de diciembre, tres días antes de que la Abogacía del Estado hiciera público su escrito favorable a respetar la inmunidad de Oriol Junqueras a raíz de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 19 de ese mes que avaló ese fuero.

Nada más conocerse ese fallo, ERC amagó con interrumpir el diálogo con los socialistas hasta que el Gobierno se pronunciara sobre la decisión a través de la Abogacía, pero la realidad –reconocida por los dos partidos– es que los contactos no cesaron, manteniendo viva una relación que ambas partes confían en poder desarrollar a lo largo de la XIV Legislatura.

Adriana Lastra, por parte del PSOE, y Gabriel Rufián, de ERC, que mantienen una buena sintonía personal, fueron los elegidos por sus respectivos partidos para iniciar las conversaciones. Ambos se sentaron por primera vez el 14 de noviembre y lograron a abrir la puerta a las negociaciones que se han sucedido después aunque en ese momento los republicanos mantenían su 'no' ante la investidura de Sánchez.

El primer guiño del líder del PSOE se produjo, en cambio, ese mismo día en su primera comparecencia tras las elecciones, con motivo de la presencia en España del presidente del Consejo Europeo. Sánchez habló por primera vez de “crisis política” en Catalunya dejando atrás la narrativa de una “crisis de convivencia” con la que atizó al independentismo durante la campaña electoral. El reconocimiento de la existencia de un “conflicto político”, que más tarde ha aparecido en los comunicados de sendas organizaciones, era una de las exigencias de ERC para sentarse a negociar.

ERC optó por justificar la negociación a través de una consulta a las bases, que recibió el respaldo del 95% de la militancia: “¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?”. El PSOE siempre consideró que la pregunta era suficientemente ambigua como para dar vía libre a la dirección republicana para negociar.

Una labor previa

Respecto a su comisión negociadora, ERC eligió al cabeza de lista, Gabriel Rufián; la número dos del partido, Marta Vilalta; y  Josep Jové, conocido por ser el cerebro del diseño del 1-O y por tener causas judiciales pendientes, lo cual era por sí mismo una declaración de intenciones sobre lo que pretendían los republicanos. Los socialistas incorporaron al secretario de Organización, José Luis Ábalos, y a su homólogo del PSC, Salvador Illa, para que los socialistas catalanes estuvieran representados en una negociación que les afectará en el futuro.

Antes del inicio oficial de las conversaciones el 28 de noviembre, fecha de la primera reunión, hubo una labor previa en la que socialistas y republicanos allanaron el camino con conversaciones e incluso una reunión secreta de los equipos la víspera de ese encuentro, que se saldó con sendos comunicados de los equipos negociadores en los que reconocían la existencia de “discrepancias” y ERC se mantenía en el 'no' a la investidura.

Una semana después, el 3 de diciembre, se produjo el segundo encuentro formal en el Congreso. En aquella ocasión, la cita terminó con un comunicado conjunto en el que reconocían avances para la resolución política del conflicto. La aspiración del PSOE era entonces que la exigencia de ERC de una mesa de gobiernos se canalizara a través de un instrumento que colgara de la comisión bilateral prevista en el Estatut para la relación de la Generalitat y el Estado.

La tercera reunión se celebró en Barcelona el 10 de diciembre. Fue otro de los gestos de los socialistas hacia sus interlocutores y la cita, de nuevo, vino precedida por un encuentro de las delegaciones la tarde anterior. “Ha sido un encuentro preparatorio”, admitían en Ferraz. Al día siguiente, la información fluyó a través de otro escueto comunicado conjunto en el que, de nuevo, constataban “avances en la definición de los instrumentos necesarios para encauzar el conflicto político” y se incluía la necesidad de abordarlo con “reconocimiento institucional mutuo”.

Cesiones por ambas partes

Esa afirmación conllevó la llamada de Sánchez a Quim Torra del 17 de diciembre que Moncloa camufló con una ronda a todos los presidentes autonómicos. A pesar de que en ese momento los equipos negociadores no volvieron a emplazarse a una nueva reunión pública y optaron por la discreción total, las conversaciones e intercambios de documentos prosiguieron hasta el último texto refrendado a final de año.

En el acuerdo las dos formaciones ceden respecto a sus posiciones iniciales. El PSOE asume que la mesa de gobiernos esté al margen de la comisión bilateral Catalunya-Estado, además de una dialéctica en la que abandona la “crisis de convivencia” para hablar abiertamente de “conflicto político” así como de “seguridad jurídica” sin mentar constantemente el marco de la Constitución. Los socialistas han avalado también que se celebre una consulta en Catalunya con las conclusiones de esas negociaciones, uno de los grandes logros de los republicanos catalanes.

Los negociadores de ERC, por su parte, han dejado a un lado de la mesa de negociación la autodeterminación por la vía unilateral. Con ese acuerdo una vez avalado por la dirección de ERC Sánchez logrará sacar adelante la investidura el martes con mayoría simple.

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