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La dirección de Sánchez atribuye su caída a los “avances” en las negociaciones con los independentistas

Susana Díaz, Pedro Sánchez y Miquel Iceta en una reunión del PSOE.

Gonzalo Cortizo / Irene Castro

Pedro Sánchez buscó en Cataluña la puerta al desbloqueo institucional en su pretensión de llegar a La Moncloa. Semanas antes de su caída, el exlíder socialista ya había tejido una red de contactos para construir un Gobierno que le permitiera “sacar del limbo” a ERC, En Comú y la antigua Convergència. Sánchez nunca pudo activar su plan. 

El entonces secretario general, según su entorno, tenía “avanzado un acuerdo” con los independentistas para llegar a Moncloa antes de que los críticos forzaran su dimisión. Fuentes socialistas aseguran que mantuvieron conversaciones a través de intermediarios con Convergència y En Comù para un hipotético apoyo en su investidura.

Fuentes de En Comù admiten que se reunieron con el líder del PSC, Miquel Iceta, tras la invitación de Sánchez a las “fuerzas del cambio” para intentar una investidura alternativa a la de Mariano Rajoy. No obstante, aseguran que la conversación se produjo a inicios de septiembre con carácter “exploratorio” y no prosperó.

En Convergència aseguran que las negociaciones no fueron más allá de lo que hablaron Sánchez y Francesc Homs en una reunión. El portavoz de la formación nacionalista catalana abrió en un momento dado la puerta a apoyar a Sánchez, pero tras el rechazo rotundo de ERC se sumó al 'no' sin la celebración de un referéndum en Cataluña. 

Sin embargo, fuentes de la dirección socialista atribuyen la caída de Sánchez a las conversaciones con las fuerzas independentistas. Dirigentes que avalaron la maniobra contra el ahora exsecretario general admiten que la posibilidad de que Sánchez planteara a los militantes lo que ellos llamaban un “gobierno Frankenstein” aceleró sus planes para tumbarle. 

La oferta del exsecretario general era llevar a la Comisión Constitucional la posibilidad de celebrar un referéndum en Cataluña. Sería en ese órgano parlamentario en el que se debatiría la opción de una consulta. Los socialistas se descargarían así la presión de tener que aceptarlo en un pacto para la investidura, como exigían sus posibles aliados, entre ellos Unidos Podemos. 

Esa era la principal línea roja que impusieron los barones a Sánchez: no negociar con quienes defendieran el derecho a la autodeterminación. 

Fuentes socialistas admiten que los encargados de mantener las conversaciones con las fuerzas soberanistas catalanas fueron Miquel Iceta y Meritxell Batet, que el 26J encabezó la lista del PSC por Barcelona. Pocos días antes del descabalgamiento de Sánchez, el líder de los socialistas catalanes hizo un llamamiento a las fuerzas independentistas. Además, admitió que prefería que Sánchez alcanzara la Moncloa gracias a Podemos, ERC y Convergència antes de que el PP siguiera en el poder. 

“Era la única opción. Lo de Podemos y Ciudadanos era imposible”, admite un dirigente próximo a Sánchez y conocedor de las conversaciones. Sánchez levantó el veto a los independentistas una semana antes de su caída. 

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