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Las elecciones generales del 28A, un regalo envenenado para Susana Díaz

La expresidenta Susana Díaz en una imagen de archivo.

Irene Castro

Las elecciones del 2 de diciembre marcaron un antes y un después en la historia de Andalucía, donde el PSOE perdió por primera vez en democracia la hegemonía; en el escenario político español, con la fuerte irrupción de la extrema derecha en un Parlamento; y sobre todo en la vida de Susana Díaz, que perdió otra contienda en su carrera. La expresidenta se resiste a dar un paso atrás, a pesar de las señales inequívocas que le han llegado desde Madrid, y se enfrenta en próximos meses a dos test cruciales para su futuro político.

Díaz perdió 400.000 votos y catorce escaños en diciembre. Ese resultado motivó lecturas distintas en Madrid y en Sevilla: el PSOE andaluz señaló a Moncloa como culpable de la debacle por el apoyo a Pedro Sánchez de los independentistas y por la posición sobre Catalunya mientras que Ferraz culpó directamente a la líder andaluza y a su campaña de perfil bajo. Los de Sánchez no tardaron ni 24 horas en señalarle la puerta de salida.

Para la dirección del partido, el resultado de Díaz era la respuesta a un cúmulo de errores. De hecho, en Moncloa aseguran que los votos nulos, que se duplicaron, iban dirigidos a censurar a la presidenta porque en mucho de ellos su nombre estaba tachado. Es un argumento que no se puede verificar pero sirve a los de Sánchez para sostener que la abstención socialista que hubo el 2 de diciembre se movilizará ahora. Las urnas resolverán las dudas.

Desde Ferraz apuntan ahora a que el PSOE andaluz tiene la posibilidad de enmendar sus fallos y demostrar que sigue siendo el granero de votos para el socialismo. “Vamos a currar como siempre los socialistas andaluces para que el resultado sea el mejor el 28 de abril”, dijo Díaz este domingo tras constatar que Sánchez había rehecho a su antojo las listas por cuatro provincias andaluzas –otras cuatro habían llegado previamente a un acuerdo con la dirección, una señal, según Ferraz, de que la expresidenta va perdiendo poder–.

Sin embargo, esa cita con las urnas es un regalo envenenado para Díaz, que se juega su futuro tras el ciclo electoral. Si los socialistas andaluces sacan un buen resultado, el argumentario de Ferraz es previsible: el problema era la candidata y Sánchez es quien lo ha remontado. Esa lógica se puede extrapolar a los comicios municipales en los que se la juegan los alcaldes –pero no Díaz–. La dirección del PSOE tendrá, además, en ese caso un espaldarazo para la justificar los abruptos cambios que impuso en las listas enviadas por la federación andaluza. Sánchez comenzará la campaña oficialmente en Dos Hermanas (Sevilla), como hizo en la campaña de las primarias. Toda una declaración de intenciones del presidente propia de su Manual de Resistencia.

“Si el resultado es bueno en Andalucía, el mérito se lo apropiará Sánchez”, reflexionaba este fin de semana un dirigente socialista, quien defendía que más crudo lo tendrá la expresidenta si el resultado en las generales es peor de los estimado. “Dirán que Díaz es un lastre. Ferraz tiene el relato pase lo que pase”, agregaba ese dirigente. En la dirección del PSOE han dejado de temer una huelga de brazos caídos de los afines a Díaz en la mayor comunidad de España porque interpretan que un mal resultado no le interesa a la líder andaluza ni en clave interna ni en la externa, puesto que menos de un mes después tendrá lugar la batalla municipal.

Tras el primer aviso sobre la necesaria “regeneración” en la federación andaluza justo después del batacazo en las autonómicas, Ferraz rebajó el tono para evitar el desgaste electoral que supone la división interna en tiempos de campaña. “Caerá como fruta madura”, admitía entonces un dirigente con mucho peso en el PSOE de Sánchez. Un mal resultado en Andalucía –o no el esperado– reforzaría esa advertencia de renovación desde la dirección federal. En el PSOE andaluz admiten que, una vez perdida la Junta, se empezará a plantear el relevo, aunque allí también quieren que ese proceso se posponga hasta que pasen las municipales de mayo.

La tabla de salvación de Díaz puede ser que Sánchez no consiga repetir en el Gobierno. “Se puede echar un pulso a Ferraz, pero no al Gobierno”, advertían fuentes de la dirección socialista a cuenta de las listas electorales en las que cuatro de las provincias pilotadas por la expresidenta andaluza ignoraron las directrices de Sánchez. “Algunos no han entendido la situación”, sentencian esas fuentes. Bajo ese prisma, si el secretario general se queda en la oposición, Díaz tendría mayores posibilidades de supervivencia.

No obstante, el líder socialista ha configurado unas candidaturas a su medida pensando en el futuro. Si no gobierna, Sánchez se ahorrará al menos las críticas en su grupo parlamentario, configurado por afines. Además, en la elaboración de esas listas, Ferraz ha optado por tomar partido en los conflictos internos de algunas federaciones. En el caso andaluz, la dirección regional entiende que Ferraz ha aceptado algunas peticiones, como las de la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, para abrir una brecha dentro del susanismo. “Han hecho las listas como las han hecho porque tienen miedo a no gobernar y, además, han metido cizaña en las cuestiones internas”, dice una dirigente crítica con Sánchez, que concluye: “Mientras él siga ahí, seguiremos expulsados de nuestro propio partido”.

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