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La formación de Gobierno da paso a otra larga campaña electoral en el arranque de la legislatura

Alberto Núñez Feijóo saluda a Pedro Sánchez tras ser investido presidente el pasado día 16.

Aitor Riveiro / José Enrique Monrosi / Alberto Ortiz

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Cuatro meses después de que Pedro Sánchez adelantara las elecciones generales tras la victoria de la derecha en municipales y autonómicas, echa a andar definitivamente una legislatura por la que nadie podrá transitar con tranquilidad. Los equilibrios parlamentarios serán más ajustados que nunca, y el Gobierno de coalición deberá hilar muy fino para sacar las votaciones. La oposición actuará “en bloque” a la espera del tropiezo del Ejecutivo. Y todo con un complejo calendario electoral. En junio serán las europeas y, previsiblemente antes, habrá elecciones en Euskadi y Galicia, propiciando un escenario que mantendrá a pleno rendimiento unas maquinarias de campaña que ya han empezado a carburar. 

Los movimientos han empezado en Euskadi, a donde las sedes de todos los partidos miran con atención. El PNV ha decidido renovar su liderazgo, apartar a Iñigo Urkullu y proponer a Imanol Pradales como nuevo candidato a lehendakari. El mismo día que trascendía la noticia, una reunión entre la cúpula jeltzale y la de Junts escenificaba un nuevo frente común entre ambas formaciones que seguramente tendrá ecos en la formación de mayorías en el Congreso. Y este lunes Arnaldo Otegi anunció que no será el candidato de EH Bildu para las próximas vascas. 

El PSOE, al menos en público, se muestra optimista tras estos movimientos. Confronta los cambios en su socio de Gobierno en Euskadi con la estabilidad que, creen, representa el candidato socialista allí, Eneko Andueza. “Esos movimientos también nos vienen bien a los socialistas con nuestro candidato, con Eneko, que estoy convencido de que va a ser la sorpresa en positivo de las próximas elecciones”, dijo este lunes el portavoz del PSOE en el Congreso y exlehendakari, Patxi López. 

Por el costado derecho, la relación entre el PNV y el Partido Popular está completamente rota. Prueba de ello fue el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo, en el que él y el portavoz jeltzale, Aitor Esteban, intercambiaron duros reproches. “No reconozco a este PP”, trasladaban fuentes de los nacionalistas vascos semanas después de aquel debate. “Tienen que volver porque si no no podrán pactar con nadie”, argumentaban. 

Más preocupación mostró el PP con la decisión de Vox de presentarse a las autonómicas gallegas, que podrían ser la primera cita con las urnas desde la formación del nuevo Gobierno. Ese movimiento y la papeleta de Democracia Ourensana son dos retos que tendrá que afrontar el heredero de Feijóo al frente del partido en Galicia, Alfonso Rueda, para mantener la mayoría absoluta de su antecesor. 

Los Presupuestos, primer escollo para el Gobierno

Esta competencia a varias bandas permeará previsiblemente desde la periferia hasta el Congreso de los Diputados, donde el Gobierno de coalición de PSOE y Sumar recién nombrado se asoma ya al primer escollo: los Presupuestos Generales del Estado. Las cuentas públicas para 2024 exigirán una complicada negociación en el Congreso para sumar los síes necesarios. La mayoría a revalidar es la de la investidura de Sánchez, y algunos partidos ya están pidiendo la vez. 

La ausencia en la votación de cualquiera de los partidos que apoyó al secretario general socialista, con excepción de CC y del BNG, echaría al traste con la mayoría parlamentaria.

Antes de afrontar ese complejo escenario, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tendrá que buscar la forma de convencer al PP de que le apruebe la senda de déficit en el Senado, donde los de Alberto Núñez Feijóo tienen una mayoría de bloqueo. La UE ha decidido recuperar las reglas fiscales, suspendidas ante la crisis de la pandemia y la guerra de Ucrania. Y la previsión para España es que los gastos superen a los ingresos en más de un 3% ya en 2024.

La posición oficial del PP desde hace semanas es que su intención es rechazar toda iniciativa parlamentaria del Gobierno, instalarse en el ‘no’ permanente. Pero Feijóo puede encontrarse con un problema interno: la presión de sus propios presidentes autonómicos. La aprobación de los límites presupuestarios es una condición necesaria para que los gobiernos regionales puedan hacer sus propios presupuestos. Feijóo tendrá que decidir así entre bloquear la acción del Gobierno central o permitir que sus propios barones puedan desarrollar su acción plenamente.

Movilización permanente contra la amnistía

Decida lo que decida Feijóo sobre los Presupuestos, la principal baza política del PP para el arranque de la legislatura está en la ley de amnistía. La derecha quiere estirar el conflicto institucional, judicial y social al máximo posible. Los de Feijóo han recurrido a su mayoría en el Senado para modificar el Reglamento y estirar al máximo los plazos para la aprobación de la norma.

El PP ha anunciado que usará todos los resortes a su alcance contra la ley con la que el Gobierno quiere dar carpetazo al procés independentista una década después. Pese al revés que ha llegado desde Europa, donde se han enfriado las dudas sobre la amnistía, Feijóo confía en los jueces para impedir la aprobación de una norma que ha sido contestada públicamente por los togados. Desde la Cámara Alta ha comenzado ya la instrumentalización del caducado Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), controlado por una mayoría designada por el PP hace más de una década. El último recurso será un Tribunal Constitucional sobre cuya imparcialidad no han dejado de sembrar dudas desde que perdieron su control.

Y mientras tanto, el PP abundará en la protesta callejera. Los éxitos de las movilizaciones contra la amnistía de las últimas semanas han empujado a Feijóo a convocar un nuevo acto, el próximo 3 de diciembre. El lugar elegido: el Templo de Debod, apenas a 700 metros de la sede socialista de la madrileña calle de Ferraz, cercada por manifestantes violentos desde hace semanas.

El objetivo del PP es doble. Primero, alargar el conflicto social y desgastar al Gobierno en su arranque, con la esperanza de que no aguante y se rinda antes de tiempo. Segundo, que la amnistía sea su palanca en el ciclo electoral del primer semestre de 2024, cuando se celebrarán los tres primeros comicios del nuevo ciclo. 

En concreto, las elecciones europeas servirán como el primer gran test nacional para Feijóo y su estrategia de oposición. Es la única cita que tiene fecha segura: serán entre el 6 y el 9 de junio. Para entonces, la ley de amnistía estará ya en vigor después del tortuoso trámite parlamentario que le espera. Son unas elecciones que se celebran por circunscripción única y las únicas de este primer ciclo en las que vota todo el país. Además, se darán prácticamente un año después del 28M, cuando el PP recuperó su poder territorial y forzó a Sánchez a adelantar las elecciones generales. 

El Gobierno promete una legislatura larga

Mientras, Pedro Sánchez lanza de puertas hacia adentro en su Gobierno un mensaje de tranquilidad y un llamamiento a la templanza. “Hay que responder con mesura a los insultos. Tenemos cuatro años por delante. Hoy ya nadie me reprocha los indultos”, aseguró el presidente en relación al clima creado en torno a la ley de amnistía en una conversación informal ante periodistas durante el vuelo de vuelta de Oriente Próximo.

El líder del PSOE está convencido de que, más allá de la aritmética parlamentaria, la obligación del Gobierno es buscar una solución definitiva para el conflicto en Catalunya. Y cree que los resultados de la ley de amnistía corroborarán su tesis y desactivarán los ataques del PP y de Vox.

En esa misma conversación con la prensa, Sánchez también defendió por primera vez la polémica figura del verificador pactada con el independentismo catalán. “La verificación entre partidos que partimos de posiciones alejadas y entre los que hay desconfianza puede ayudar”, sostuvo. Sí lamenta Sánchez que el tono de la discusión pública haya derivado incluso en la normalización de los insultos, y no oculta que comentarios como el de esta misma semana de Alberto Núñez Feijóo sobre su salud mental le decepcionan. “España vive una polarización asimétrica”, expuso a los periodistas durante el vuelo. 

Con esa polarización asimétrica se refiere Sánchez a los dos grandes bloques políticos de este país a izquierda y derecha. “Nosotros empezamos gobernando con Podemos y ahora hemos evolucionado hacia Sumar. Ellos han involucionado desde Ciudadanos a Vox”, comentó. 

La debilidad interna del flanco izquierdo

Si Sánchez presume de esa “evolución” de Podemos a Sumar, la líder de esa coalición, Yolanda Díaz, tendrá que lidiar con la gestión de esa transición. Y el punto de partida no será ni mucho menos sencillo. El partido de Ione Belarra ya ha empezado a mover las palancas necesarias para presentarse en solitario a las europeas si termina analizando que esa es la mejor opción. Y ha puesto las bases para que cualquier coalición en Galicia o Euskadi se geste con primarias abiertas y “sin vetos”. 

La competición entre Sumar y Podemos ya se empieza a notar en el Congreso. El partido de Belarra se siente libre para presionar desde el parlamento ante cada ley del Ejecutivo que consideren poco ambiciosa y seguramente forzará a la coalición a negociar sus cinco votos igual que deberán hacerlo con otros partidos como EH Bildu o Esquerra Republicana. Y esa primera prueba volverán a ser los Presupuestos: Podemos quiere negociar directamente con los socialistas, sin pasar por la coalición a la que pertenecen. 

Pero el distanciamiento de Podemos con Sumar podría llevar a un escenario de competición electoral directa entre dos fuerzas de izquierda en las elecciones que se acercan. El partido aprobó recientemente una nueva hoja de ruta política para que a partir de ahora todas las coaliciones electorales en las que se integren se diriman en unas primarias abiertas. 

Eso obligaría a Sumar a aceptar un proceso democrático para diseñar las listas electorales tanto en Galicia como en Euskadi y más tarde en los comicios al Parlamento Europeo. Eso en el caso de que decida ir con un Podemos con el que las relaciones están rotas. Sumar, de momento, ya se ha constituido como partido en esos dos territorios para comenzar a preparar la estrategia electoral. 

La plataforma de Yolanda Díaz no tiene en principio pensado abordar un proceso de primarias y se fija en la negociación que hubo hace pocos meses para la coalición del 23J. “No está sobre la mesa una reflexión sobre primarias sino encontrar un espacio sólido e ilusionante”, dijo la portavoz de Sumar en el Congreso, Marta Lois. También diputada por A Coruña, dijo además que en sus planes está incorporar en la futura coalición gallega a fuerzas como Esquerra Unida, Podemos o Anova. 

Aunque los escenarios cambian. En Galicia, por ejemplo, el coordinador del partido, Borja San Ramón, es cercano a Yolanda Díaz y podría abrirse a negociar con mayor facilidad. En Euskadi, la dirección de Podemos tiene unas relaciones tensas con la persona de Sumar allí, el diputado Lander Martínez, quien fue en su momento coordinador y abandonó la formación tras perder las primarias contra Pilar Garrido, la candidata de la dirección que ahora controla el partido allí. 

Lo que parece más claro es que el partido competirá contra la lista de Sumar en las europeas. Unos comicios que al decidirse por circunscripción única penalizan mucho menos la división de los bloques ideológicos en varios partidos. Un resultado favorable para la lista de Yolanda Díaz, en la que Podemos apenas consiguiera rascarle votos, reforzaría su liderazgo de cara al futuro, pero si los de Belarra hicieran una buena elección y se acercaran incluso al resultado de la líder de Sumar, podría debilitar su posición frente a un partido que se ha prometido reconquistar la hegemonía de su espacio político. 

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