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Izquierda Unida se prepara para sustituir el liderazgo de Alberto Garzón mientras debate su relación con Sumar

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, y el exministro de Consumo, Alberto Garzón.

Alberto Ortiz

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“Izquierda Unida es imprescindible para el futuro de la izquierda”. Esas fueron las palabras que usó este mes Alberto Garzón para oficializar su despedida al frente de la organización que lideraba desde 2016 y que ahora inicia un camino para renovar su dirección. Todo culminará con una asamblea que está prevista para el primer semestre del año que viene. Y en mitad de ese proceso IU también tendrá que debatir cómo será su relación con el nuevo sujeto político que Yolanda Díaz planea alrededor de Sumar y que también celebrará un proceso fundacional en la primera mitad del año. 

Garzón se despidió del partido el 1 de diciembre, aunque como él mismo recordó en la coordinadora federal de ese día, su marcha se ha dado por fases: primero anunció que no repetiría en las listas de las elecciones anticipadas del 23J, unos meses más tarde envió una carta a los militantes en los que les anunciaba su dimisión como coordinador federal y este mes hizo oficial esa salida. Un proceso que se ha dilatado varios meses y ha dado tiempo al partido para organizar una transición ordenada hasta la Asamblea Federal que elegirá a su nuevo líder. 

Aunque todavía quedan meses para esa cita, todas las miradas están puestas en la sucesora de Garzón en el Gobierno, la nueva ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego, que durante la última etapa había ejercido como eurodiputada y portavoz del partido. También desempeñará seguramente un papel relevante el actual secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, diputado en el Congreso y una de las principales caras de la federación. 

Otra figura del núcleo duro del exministro, el secretario de Organización, Ismael González, será el encargado de pilotar la formación hasta la celebración de esa nueva asamblea, según el plan aprobado por la coordinadora federal –principal órgano de decisión entre asambleas– en su última reunión.

Para llegar hasta ese congreso, el decimotercero de su historia, el partido ha creado una comisión preparatoria en la que estarán representadas todas las federaciones, organizaciones y corrientes que lo componen: el Partido Comunista de España, Izquierda Republicana (IR), Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), la organización Unión de Juventudes Comunistas de España  (UJCE) y la corriente Común.

El partido se ha propuesto buscar “el mayor consenso en la propuesta política y la elaboración de las candidaturas”. Y para ello, además de las federaciones, la comisión preparatoria integrará parte de organigrama actual: habrá una representación de la colegiada –la ejecutiva– formada por seis personas, un representante de cada federación territorial hasta llegar a las 18 personas, un representante de cada uno de los partidos (3), un representantes de las organizaciones y corrientes (2) y un representante de la candidatura alternativa en la última asamblea. 

Entre las funciones de esta suerte de gestora estará el diseño del calendario hasta la asamblea y la redacción de sus normas y reglamento. Además, “garantizar el cierre de censos, resolviendo en primera instancia las incidencias que puedan surgir en el proceso”; proponer el método de elaboración de los documentos y estatutos; y proponer el orden del día de la Asamblea Federal, “indicando las funciones (además de las establecidas en los Estatutos) que se realizarán mediante sufragio universal y las que se harán en la Asamblea de delegadas y delegados”. 

El debate sobre Sumar

En su despedida, Garzón dejó un mensaje de cara al futuro cercano: “Vamos a ser una pieza indispensable para el futuro de la izquierda. Izquierda Unida puede jugar un papel ensamblando las piezas de la diversa izquierda que no siempre parecen encajar bien pero que tienen que hacerlo para que la sociedad encuentre un instrumento que pueda mejorar sus vidas”.

Mientras Izquierda Unida se encamina hacia una nueva asamblea, el proyecto de Yolanda Díaz ha comenzado un proceso propio para convertirse en un partido primero (Movimiento Sumar) –o una herramienta jurídica en la que encaje la sociedad civil, según el vocabulario de sus organizadores– y en un frente amplio más tarde (Sumar), una prolongación orgánica de la coalición electoral que se fraguó para el 23J y que ya ha sufrido con la salida de Podemos una primera baja de fuerte importancia. 

Todo ello mientras IU decide también si entra en coalición con Sumar para las elecciones gallegas, vascas y europeas que tendrán lugar en este primer semestre del año.

La asamblea de Movimiento Sumar tendrá lugar también en la primavera de 2024 y para su organización el equipo de la vicepresidenta segunda ya ha creado un primer grupo ejecutivo conformado por el grueso de los partidos que conforman la coalición, como los comuns, Más Madrid, Verdes Equo y también Izquierda Unida. 

No obstante, todavía no está clara la forma en la que Sumar quiere integrar a los partidos en toda esta etapa y esa participación ha sido fruto de debate en Izquierda Unida, así como en el resto de organizaciones. La federación ha aprobado en los últimos meses una serie de documentos aportando ideas y postulados de cara a la construcción de ese frente amplio, en los que ha reivindicado la autonomía de su organización y ha adelantado que el partido no se va a “diluir”. 

De hecho, en el último documento político aprobado por la coordinadora federal reforzaban la idea de que ese frente amplio que se acabe construyendo esté dotado de “mecanismos democráticos de coordinación” y que todas las partes se sintieran “cómodas, representadas y partícipes”, pero además que “el partido Sumar” fuese “un partido más”. 

“Si queremos construir un Frente Amplio democrático y con participación no se puede hacer deprisa y sin debate”, decía la dirección del partido. “La elaboración del proceso del grupo promotor de la coalición de Sumar debe hacerse desde el trabajo previo con las organizaciones que integran la coalición, igual que el resto de procesos que deban permitir articular procesos populares y de participación”, defendía.

Alberto Garzón salvó al partido de su desaparición en el Congreso en 2015 y poco después tomó las riendas en una situación extremadamente delicada. Casi una década después, la formación afronta su transición de nuevo en el Gobierno, con cinco diputados y en pugna por ser una de las piezas fundamentales en la construcción de la nueva plataforma política de Yolanda Díaz. “Izquierda Unida es imprescindible para el futuro de la izquierda”, afirmaba Garzón en su despedida.

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