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Marruecos opta por la calma en el sur del Sáhara pese a la presencia del Polisario

Marruecos opta por la calma en el sur del Sáhara pese a la presencia del Polisario

EFE

Guerguerat (Sáhara Occidental) —

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El Gobierno marroquí parece haber optado por la calma en la frontera sur del Sáhara Occidental, pese a que el Frente Polisario tenga un destacamento y un control de carretera a solo dos kilómetros del puesto fronterizo marroquí de Guerguerat.

Marruecos no solamente ha retirado a sus militares de la “zona tapón” donde se encuentra el Polisario, sino que además se ha llevado toda la maquinaria pesada que utilizó para asfaltar una carretera con la que pretendía unir Guerguerat con la frontera mauritana, un intento que completó en sus dos terceras partes.

Actualmente no hay rastro de la presencia marroquí, ni militar ni civil, en esa “zona tapón”, aunque desde las torres del puesto de Guerguerat militares marroquíes con cámaras de vídeo graban todo lo que sucede al otro lado.

Ayer mismo, la policía marroquí impidió la salida una pequeña caravana de compatriotas que pretendía atravesar la “zona tapón” con dos camionetas con la bandera marroquí impresa en su lateral, lo que representaba una provocación en el momento actual.

Y es que en Guerguerat la paz pende de un hilo: el Polisario ha hecho saber que su destacamento impedirá el paso de cualquier vehículo con símbolos marroquíes; como pudo comprobar Efe, obliga a los chóferes a esconderlos o recogerlos.

El hecho de que la policía impidiera a los civiles “patriotas” salir a encontrarse con el Polisario supone que la estrategia marroquí actual pasa por desactivar la tensión y presentar al enemigo como la parte que no cede.

Aunque lo que se juega en Guerguerat es político y tiene que ver con la contestación marroquí del control del Polisario sobre la “zona tapón”, Rabat también ha presentado argumentos económicos para “normalizar” una zona donde no existía ni siquiera una carretera.

En 1991, año del alto el fuego en el Sáhara, el tránsito rodado por Guerguerat era casi inexistente; en los años 2000 comenzó tímidamente el paso de camiones con mercancías hacia el sur, principalmente frutas y verduras marroquíes, muy demandadas en el mercado africano.

Actualmente, según especialistas en transporte con base en Guerguerat, entre 100 y 150 camiones transitan un día promedio entre Marruecos y Mauritania, cargados principalmente de productos frescos.

Junto a ellos, coches viejos desahuciados en Europa, pero aún demandados en África, viajan hacia Mauritania y Senegal por la misma ruta; tanto camiones como coches tenían que sufrir la pista pedregosa que atraviesa la zona tapón y que obliga a los vehículos a circular a 10 kilómetros por hora para no reventar los neumáticos ni romper sus bajos.

El pasado agosto, Marruecos emprendió unilateralmente el asfaltado de esa pista y retiró los cientos de vehículos abandonados que no habían resistido y que, según varias fuentes, la habían convertido en un inmenso desguace.

El problema es que la carretera atravesaba el territorio que la ONU adjudicó en los acuerdos de paz al Frente Polisario, que consideró el movimiento una provocación, por lo que soldados saharauis se plantaron allí para forzar un parón de las obras; las Fuerzas Armadas Marroquíes respondieron enviando a sus soldados.

Tras una petición del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Marruecos retiró a hombres y máquinas y se replegó a su puesto fronterizo, donde, por cierto, tiene en ejecución unas importantes obras para construir siete garitas de policía y de aduanas y un dormitorio de 24 plazas, lo que indica que el puesto fronterizo como tal se refuerza.

Mientras que este puesto fronterizo tiene un aspecto de relativa normalidad -con sus agentes de aduanas y de policía-, llegar hasta él por carretera revela la anormalidad en que vive el territorio del Sáhara.

Si se viaja desde Dajla, hay cinco exhaustivos controles de documentación de la policía y la gendarmería; y si se viaja desde El Aaiún, son más de una docena. No sucede nada igual en las regiones del norte o el centro de Marruecos.

Claro que basta mirar desde Guerguerat hacia el sur, con el Frente Polisario “a tiro de piedra”, para darse cuenta de que se trata de una de las últimas fronteras contestadas de África.

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