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El PNV gobernará en solitario pero sellará acuerdos con todos los partidos

El próximo lehendakari, Iñigo Urkullu / EFE

José Luis Argiñano

Bilbao —

Al día siguiente de las elecciones autonómicas en Euskadi, un dirigente del PNV se hacía la siguiente reflexión: “EH Bildu no está aún para gobernar; y el PSE-EE no está ya para gobernar”. Además de esta declaración de intenciones, los resultados electorales han supuesto un buen acicate para que Iñigo Urkullu se arriesgue a formar un Ejecutivo en solitario, sabedor de que tiene más de una baza negociadora. Así, este lunes, antes de la reunión por la tarde de la ejecutiva del PNV – el Euskadi Buru Batzar (EBB) –, Joseba Egibar, presidente de la ejecutiva de Gipuzkoa, ha confirmado que su partido gobernará en solitario. Era un secreto a voces. PNV, EH Bildu y PSE-EE no han querido entenderse. De momento. A partir de ahora, buscar acuerdos para aprobar los presupuestos será el principal quehacer del nuevo lehendakari en los próximos meses.

Los peneuvistas saben que EH Bildu necesita aliados que le aprueban las cuentas de la Diputación de Gipuzkoa. El PP, exactamente igual en Álava, aunque con los populares los de Urkullu no alcanzan la mayoría absoluta necesaria en el Parlamento. ¿Y el PSE-EE? Los socialistas siguen interiorizando los malos resultados del 25-O y a la espera de la decisión de Patxi López. El aún lehendakari en funciones anunció su intención de seguir como secretario general del PSE-EE y se ha acreditado como parlamentario pero aún está por ver si pretende culminar la legislatura como portavoz en la oposición, con un poder más que limitado (16 parlamentarios) frente a la mayoría del PNV (27 electos) o EH Bildu (21 electos).

Los socialistas, sumidos en el debate interno y asimilando la necesidad de cambiar políticas y personas, se han enfrentado a las negociaciones de gobierno en una situación de extrema debilidad. Además, se han encontrado, desde el primer momento, con la decisión del PNV de querer visualizar que son los únicos ganadores de las elecciones. Y para ello no quieren consejeros socialistas en el próximo Gobierno vasco. Los peneuvistas quieren borrar todo rastro “del primer Ejecutivo socialista”, tal y como le gusta describir a Patxi López su mandato. Pero no todo son malentendidos. Hace menos de dos meses el PNV apoyó a los socialistas para sacar las cuentas públicas en uno de los feudos del PSE-EE, en la margen izquierda de la ría: Barakaldo. Y no será el único caso. Por eso, en el PNV entienden que los socialistas tienen comprometido el apoyo a los presupuesto del 2013 del Gobierno de Urkullu. A partir de ahí, con la mayoría absoluta garantizada, el PNV girará la mirada hacia EH Bildu.

Con la formación separatista esperan alcanzar acuerdos puntuales de rango social o soberanista. Aunque de manera comedida. Los dirigentes jeltzales remarcan que el discurso identitario es secundario frente a la gestión de la crisis. Además, según su análisis, EH Bildu es una coalición de partidos (izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna y Alternatiba) sin la suficiente cohesión para garantizar un gobierno estable, a la espera de la constitución de Sortu, una vez legalizado. Por eso descartaron también desde un inicio la opción de los independentistas para un gobierno de coalición.

En cualquier caso, se trata de evitar una confrontación cuerpo a cuerpo con esta fuerza. Así, el PNV ya le ha hecho saber a EH Bildu que evitará sumar sus votos a PSE-EE y PP para desbancar a los independentistas del Ayuntamiento de San Sebastián o de la Diputación de Gipuzkoa. Y ello a pesar de que ya antes de la campaña electoral en las herriko tabernas y en las sedes de EA las bases recibieron la información de la existencia de un pacto entre PNV y PSE-EE para expulsarlos de las dos instituciones mencionadas. Ahora parece que la información carecía de fundamento. Precisamente, la Diputación de Gipuzkoa ha presentado este lunes su proyecto de Presupuestos. El PNV está dispuesto a estudiar el documento para evitar una enmienda a la totalidad.

El tercer punto sobre el que se sujeta esta red de acuerdos es el PP. En este caso, se trata de un pacto de no agresión, es decir, de “evitar hacerse daño”, según describe un dirigente del PNV. Los populares necesitan apoyo en la Diputación de Álava para sacar adelante los Presupuestos forales de este territorio. El hándicap evidente es que ambas fuerzas no suman mayoría absoluta en el Parlamento vasco.

En este escenario, el único representante de UPyD en la Cámara vasca pierde trascendencia. No obstante, Urkullu quiere darse tiempo. Su proclamación, si se apuran los plazos, se produciría para antes de Navidad. Por eso, los gestores del PNV se plantean la posibilidad de prolongar las cuentas de este año para, a principios de la primavera próxima, aprobar los nuevos presupuestos en la cámara legislativa vasca.

Tal y como explica Joseba Egibar, integrante del equipo negociador en la doble ronda de contactos mantenida con el resto de partidos para conformar gobierno, se trata de “una cuestión de confianza”, y ahora mismo no existe este espíritu entre los partidos vascos. Pero, sobre todo, está el deseo del PNV de reaparecer en el Gobierno vasco como única referencia, sin descuidar la amenaza que supone el poder electoral de EH Bildu y sin olvidar que el PSE-EE ha sido su gran aliado durante la treintena de años en los que el lehendakari ha sido del PNV.

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