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Publicaciones, charlas y cooperación internacional: a qué se dedican las fundaciones de los partidos

La exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, recién elegida presidenta de la Fundación Pablo Iglesias del PSOE.

Iñigo Aduriz

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En los países anglosajones se les llama think tank, un término que se ha traducido al español como 'laboratorio de ideas'. El objetivo primordial de estas organizaciones es elaborar argumentarios y, en definitiva, desarrollar el pensamiento político de una determinada ideología o grupo de interés. En España, con contadas excepciones, estas instituciones han nacido generalmente al calor de los principales partidos políticos en forma de fundaciones. Oficialmente, el PSOE cuenta con la Fundación Pablo Iglesias. El PP, con la Fundación Concordia y Libertad. Podemos creó el Instituto 25M ahora llamado República y Democracia. Vox constituyó la Fundación Disenso y Ciudadanos decidió en diciembre formar la suya propia, que aún no tiene nombre. También cuentan con sus propias fundaciones otros partidos de ámbito autonómico.

El fin de estas organizaciones es asesorar a sus partidos políticos de referencia analizando al electorado, creando nuevas ideas y propuestas para tratar de ensanchar su apoyo social con la ayuda de analistas y expertos en distintas materias. “Las fundaciones de los partidos, como think tanks ligados a proyectos políticos, tienen que hacer esa tarea ideológica que ensanche las oportunidades, coloque debates, abra marcos y prepare nuevos horizontes políticos”, sostiene en declaraciones a este diario Juan Carlos Monedero, director del Instituto República y Democracia.

En la práctica, como señala Carmen Lumbierres, doctora en Ciencia Política, “las fundaciones han sido un instrumento para conseguir fondos para los partidos, con unas características más laxas que las permitidas para la financiación de los partidos políticos, pudiendo ser vías alternativas de financiación”.

En España, estas organizaciones están reguladas por la Ley de Partidos Políticos y por la ley de financiación de esas formaciones. Según esta última, “se considera que una fundación está vinculada o es dependiente de un partido político cuando se constituya con una aportación mayoritaria, directa o indirecta, del partido político o de otra fundación o entidad vinculada o dependiente de aquel; que su patrimonio fundacional, con un carácter de permanencia, esté formado en más de un 50% por bienes o derechos aportados o cedidos por las referidas entidades. Además, otra condición es ”que el partido político, directamente o a través de entidades vinculadas, pueda nombrar o destituir a la mayoría de los miembros del patronato“, y ”que sea designada como fundación vinculada por el partido político, de acuerdo con lo dispuesto en la disposición adicional cuarta de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos“.

En cuanto a su financiación, la ley establece que “las aportaciones que reciban las fundaciones y entidades vinculadas a partidos políticos o dependientes de ellos estarán sometidas a los mecanismos de fiscalización y control” por parte del Tribunal de Cuentas. Lumbierres recuerda que, según los últimos informes del Tribunal de Cuentas, “la cuantía de las donaciones privadas a las fundaciones supera a la de los propios partidos”.

“Los laboratorios de ideas españoles, entre los que se encuentran las fundaciones de los partidos, están en todo caso muy lejos de la relevancia que estas instituciones tienen en otros países occidentales”, apunta la también profesora de la Universidad de Zaragoza. “Las aportaciones públicas de los Presupuestos Generales del Estado no han dejado de reducirse, de los cinco millones en 2011 a dos y medio en 2012, dos en 2013, uno y medio en 2014 y alrededor de 1.300.000 euros en 2014 y 2016. En 2017 se recortaron a 900.000 euros para luego pasar, en 2018, a 450.000, la cifra que se mantuvo hasta que los presupuestos de 2021 recortaron a 350.000”.

Estas no son las únicas ayudas que están destinadas de forma exclusiva a las fundaciones vinculadas de forma oficial a partidos con representación parlamentaria. Cooperación Internacional también reparte subvenciones a estas entidades para realizar proyectos dentro de su ámbito. Tanto en el presupuesto de 2021 como en el proyecto de 2022 tienen un presupuesto de 700.000 euros, algo menos que los 900.000 de años anteriores.

Carcedo, presidenta de la Fundación Pablo Iglesias

La organización vinculada a un partido más antigua que existe en España a nivel estatal es la Fundación Pablo Iglesias del PSOE, creada en los años 70 en honor al fundador de la formación ahora en el Gobierno. “Tiene una profunda capacidad de reflexión y permite la recopilación de documentación histórica. También es esencial para adecuar los principios de un partido con más de 141 años de historia al funcionamiento institucional”, explica en conversación con elDiario.es Luisa Carcedo, exministra de Sanidad a la que la Ejecutiva federal del PSOE acaba de elegir como nueva presidenta de la fundación. Desde hace más de 40 años, esta organización que durante varios lustros estuvo dirigida por el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra se dedica a editar distintas publicaciones y a organizar jornadas y charlas. Todo ello con el objetivo de difundir el “pensamiento socialista”.

Las resoluciones del 40 Congreso del PSOE celebrado el pasado octubre plantean “potenciar la Fundación Pablo Iglesias como un potente centro de análisis, estudio y reflexión que sirva de espacio de debate, laboratorio de ideas y de generación de soluciones, de instituto de investigación, gabinete estratégico y espacio de formación y divulgación”. Los textos internos apuntan a que la organización es una “herramienta al servicio del progreso social: un espacio de colaboración con la academia, la universidad y la ciencia, una vía de conexión con la sociedad civil organizada” y “un espacio de fomento de la reflexión intelectual”.

En el caso del PP coexisten varias fundaciones –algo que también ocurrió en el PSOE durante la vida de la Fundación Ideas, creada por José Luis Rodríguez Zapatero y cerrada en 2014– aunque el líder del partido, Pablo Casado, siempre trata de dejar claro que la fundación “de referencia” es Concordia y Libertad, en la que a finales de 2018 colocó como presidente al actual secretario cuarto del Congreso de los Diputados, Adolfo Suárez Illana, el hijo del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez y uno de los fichajes estrella del líder de los populares. Casado quiere que este “sea el think tank de referencia del centro reformista y liberal español” y que conecte al PP “con el resto de centros ideológicos europeos y americanos”.

La particularidad en el caso de los populares es que junto a la Fundación Concordia y Libertad funciona la FAES del expresidente del Gobierno José María Aznar, que el propio líder popular reintegró en el PP nada más ganar las primarias para después colocar a sus principales miembros en puestos de responsabilidad de la dirección popular. Uno de los ejemplos es el de Cayetana Álvarez de Toledo, elegida portavoz del PP en el Congreso en 2018, que luego fue cesada por el propio Casado un año más tarde por el carácter de verso libre de la diputada por Barcelona. Otro es el de Javier Zarzalejos, uno de los principales colaboradores de Aznar, que ahora es eurodiputado.

El reencuentro entre FAES y el PP se produjo tras casi tres lustros de desvinculación por las profundas diferencias ideológicas entre Aznar –de quien Casado fue jefe de Gabinete en la propia FAES– y su sucesor al frente del partido, Mariano Rajoy, al que paradójicamente él mismo había elegido a dedo en 2004.

La convivencia de FAES y Concordia y Libertad en el PP

FAES y Concordia y Libertad conviven así con aportaciones diferenciadas para la dirección de Casado. La fundación de Aznar ha ejercido de guía ideológica del giro a la derecha que emprendió el actual líder del PP tras su victoria en las primarias. Desde el verano de 2018, FAES ha publicado prácticamente cada semana consignas de corte ultraliberal en lo económico, ultraconservadoras en lo político y de ataque constante al Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, que después los propios populares han ido calcando en sus argumentarios internos.

Concordia y Libertad, sin embargo, se ha centrado en el aspecto más social de la labor del PP, principalmente con la gestión de centros para inmigrantes en la Comunidad de Madrid así como de proyectos internacionales de voluntariado. El 91% de las subvenciones, donaciones y legados concedidos a dicha fundación del Partido Popular entre 2014 y 2018 fueron, no obstante, adjudicadas por gobiernos autonómicos en manos del propio PP o por ministerios y organismos públicos controlados por los populares durante el último Gobierno de Mariano Rajoy, tal y como reveló elDiario.es en 2020.

Más reciente es la creación del think tank de referencia de Podemos, el Instituto 25M, registrado en 2015, apenas un año después del nacimiento del partido, y que el pasado octubre cambió de nombre y ahora se llama Instituto República y Democracia. Un mes antes, en septiembre, el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias –que había dejado la primera línea de la política ese mismo verano tras no lograr los resultados esperados en las elecciones a la Comunidad de Madrid en las que figuró como cabeza de lista– fue elegido presidente de esta fundación que, en la práctica, dirige otro de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero.

Según figura en sus textos internos, la del partido confederal “es una fundación comprometida con el pensamiento crítico, cuyos objetivos son, desde la transversalidad, el análisis, la formación y la creación política y cultural democráticas que irrumpieron en el 15M y tuvieron su expresión política en el nacimiento de Podemos”.

“El Instituto República y Democracia tiene que preparar la llegada de la III República”, remarca Monedero a elDiario.es. “Podemos ha logrado cosas inéditas en España pero falta mucho. Mirar a las fundaciones de la derecha orienta, pero es complicado, porque la FAES recibe millones de euros de financiación privada, algo por lo común vedado a las fuerzas de izquierda salvo que terminen apareciendo las minas de oro, las valijas, las maletas con dinero venezolano o el oro de Moscú”, ironiza.

“Cuando me hice cargo del Instituto empezó la pandemia, luego vino la salida de Iglesias del Gobierno y la campaña de Madrid. Demasiadas emociones fuertes. Sin embargo no hemos dejado de trabajar: hemos hecho un curso virtual de formación para 1500 personas de América Latina, Portugal y España que ha contado con figuras de primera línea, hemos abierto una línea de investigación sobre Soberanía Digital, estamos realizando un estudio sobre criptomonedas”, señala.

“Estamos acompañando el proceso constituyente chileno, estudiando el partido-movimiento como una nueva fase de los partidos políticos progresistas, hemos hecho un acto en Caracas con el gobierno y figuras centrales de la oposición en el marco del proceso de diálogo abierto en México y que tuvo como sede el mismo Parlamento venezolano. Hemos estrechado los lazos con los gobiernos progresistas de América Latina acompañando a los nuevos gobiernos en Chile, Bolivia, Perú y Honduras. Y hemos empezado a otorgarle mucha importancia a las nuevas formas de comunicación, como resultado del análisis del peligro que supone la manipulación informativa para nuestras democracias. La incorporación de Pablo Iglesias a la fundación está vinculada a reforzar precisamente la línea mediática del Instituto”, zanja.

Disenso, contra el “consenso progre”

En septiembre de 2020, los dirigentes de Vox presentaron la Fundación Disenso como un foro de análisis y debate de asuntos de actualidad desde el que dar la “batalla cultural” y hacer frente al “consenso progre”. Está dirigida por Jorge Martín Frías, un ex de FAES y de la Red Floridablanca –otro think tank vinculado al ala derechista del PP–, de la que forman parte Javier Rupérez y Eugenio Nasarre, dos exdiputados y exdirigentes del PP. Su patronato está presidido por el líder de Vox, Santiago Abascal. Pero además también lo engrosan la portavoz en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio; el asesor del partido Kiko Méndez-Monasterio; el eurodiputado y periodista Hermann Tertsch o el escritor Fernando Sánchez Dragó, quien tras militar en su juventud en el Partido Comunista de España (PCE) ha ido evolucionando hacia posiciones sumamente conservadoras y en la actualidad está muy ligado a Vox.

“Defendemos el derecho a disentir de la opinión dominante, de la corrección política que limita libertades y derechos fundamentales, con el fin de abrir debates públicos que permitan forjar un nuevo consenso en torno a la libertad, la igualdad, la soberanía y la reivindicación de España como nación”, reza esta organización en sus textos fundacionales. En dos años, Disenso se ha dedicado principalmente a azuzar las ideas de la extrema derecha a través de distintas publicaciones. Pero también ha aprovechado sus ingresos para financiar becas en el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) o para impulsar el Programa de Jóvenes Líderes de la Iberosfera, una iniciativa que tiene el objetivo de “formar a los futuros dirigentes del ámbito político y social en los países de la Iberosfera”, el espacio en el que Vox sitúa a España, Portugal y países latinoamericanos.

Más verde está, sin embargo, el proyecto de fundación ligado a Ciudadanos. La líder del partido que se dice “liberal” anunció su creación el mes pasado, con la intención de poner al frente de la misma al diputado Guillermo Díaz, aunque por el momento no se ha presentado oficialmente ni se conoce cuál será su nombre.

La politóloga Carmen Lumbierres considera que “la importancia histórica de los partidos en el sistema político español ha condicionado el desarrollo de los think tanks o laboratorio de ideas”. “La proposición de actividades de estudio y desarrollo de pensamiento político y social en España recae mayoritariamente en los partidos políticos a causa de su tradición y la gran implantación territorial. En este contexto, la proliferación de fundaciones vinculadas orgánicamente a los partidos políticos, sobre todo a partir de 1994, año de la creación de las subvenciones públicas específicas para las fundaciones de los partidos por parte del Estado, significó la consolidación de estas organizaciones como tipología dominante de los think tanks españoles”. 

Su valoración de varias décadas de funcionamiento de este tipo de fundaciones señala que “el modelo español presenta un elevado grado de vinculación con los partidos políticos y, en contrapartida, un bajo desarrollo de laboratorios de ideas independientes”.

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