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El referéndum de IU sobre la alianza con Podemos abre la puerta a una atomización total de la izquierda

Pablo Iglesias y Alberto Garzón, en el arranque de la campaña de 2016.

Aitor Riveiro

La alianza electoral entre Podemos e IU llega esta semana a su momento crucial. El pasado jueves, las direcciones estatales de ambos partidos anunciaron el acuerdo para concurrir juntos a las generales. A la vez, se comunicó otro preacuerdo, esta vez para las autonómicas de Madrid del 26 de mayo y que ha sido rechazado por la dirección regional. La coalición que lidera Alberto Garzón someterá los dos pactos a sendos referendos entre sus bases. Y el resultado no está claro. Sobre todo en Madrid.

La posibilidad de que Podemos e IU concurran por separado a las elecciones generales es mínima, sostienen desde la coalición de izquierdas. Los dirigentes aseguran, tanto en público como en privado, que las bases apoyarán, en la votación que se celebrarán entre el 4 y el 9 de marzo, el acuerdo de alianza con el partido de Pablo Iglesias para el 28 de abril. Dicho pacto garantiza a los de Garzón entre tres y cinco diputados, además de los que se obtengan en las confluencias catalana y gallega. En el País Valencià la unidad con Compromís está descartada hace meses por los de Mónica Oltra.

Son números similares a los de 2016, cuando IU logró cinco representantes con la candidatura de Unidos Podemos, dos con la de En Comú Podem y otra más con la de En Marea. Pero el momento político actual es muy distinto al de entonces. Y en IU temen que, si concurren por separado, no logren siquiera reeditar el resultado de 2015, cuando en una campaña que fue calificada internamente como “heroica”, la coalición logró dos diputados, ambos por Madrid.

“El escenario es bastante diferente”, explicaba este mismo viernes Garzón en una entrevista en eldiario.es. “Ahora mismo, además de los retos sociales, el reto del colapso ecológico y el del modelo territorial, tenemos que sumar un reto electoral que implica un riesgo de que la derecha radicalizada y la extrema derecha tomen posiciones. Esto exige ser muy cuidadosos con nuestra táctica electoral”.

Garzón se refiere no solo al ascenso de Ciudadanos en las encuestas y a la posibilidad de que se reedite un pacto a la andaluza. La entrada de Vox en el Congreso se da por descontada, no se sabe con qué fuerza, y el efecto que su irrupción tendrá en un sistema electoral con 52 minielecciones generales estancas (una por cada provincia y ciudad autónoma) está todavía por verse.

La “táctica electoral” de la que habla Garzón ha llevado a Unidos Podemos a mover a su coordinador federal de la lista de Madrid, donde ocupó el quinto lugar en 2016, a encabezar la de Málaga. Se trata de maximizar las opciones, explican desde IU. Diversificar liderazgos.

En la papeleta que liderará Pablo Iglesias por Madrid, IU se ha garantizado un puesto en el número 3. La persona llamada a ocuparla era el secretario general del PCE, Enrique Santiago. Pero este jueves, horas después de anunciarse los dos acuerdos con Podemos, surgieron dos candidaturas alternativas para las primarias: las de Carlos Sánchez Mato y Víctor Alonso Rocafort.

El exconcejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid tiene muchos seguidores en las bases de IU en la región y la elección de Santiago, nombre que gusta en Podemos y que se ha presentado a las primarias en tándem con Garzón, está lejos de estar asegurada.

Este lunes a primera hora, Sánchez Mato ha anunciado que retira su candidatura para las primarias. En un post de Facebook, el concejal asegura haber “recibido llamadas” desde IU para pedirle “que lo reconsiderara porque, en su opinión, mi decisión generaba consecuencias negativas”. Sin señalar en ningún momento de parte de quién recibió esas llamadas, Sánchez Mato apunta que, aunque no comparte “las razones que se me han expuesto” da un paso al lado: “Lo último que querría es causar problema alguno a mi gente”.

Madrid, la chispa que puede encender la pradera

Madrid se ha convertido en el epicentro del centrifugado del bloque progresista. Hoy por hoy, podrían competir en las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo hasta tres listas al Ayuntamiento y cuatro a la Comunidad, en función de lo que decidan las bases de IU de Madrid.

El enfrentamiento entre las direcciones madrileña y federal es absoluto, con referencias cruzadas en redes y hasta una premonición en forma de aforismo maoista: “Una sola chispa puede incendiar la pradera”.

Esa chispa pudo llegar el jueves cuando, de forma inesperada, se postularon dos candidaturas alternativas a la de Enrique Santiago para ocupar ese tercer puesto en la lista para las generales. Este proceso también se celebrará entre el 4 y el 9 de marzo, a la vez que el referéndum estatal.

El referéndum autonómico todavía no tiene fechas. Fuentes de IU Madrid apuntan a eldiario.es que primero se debe convocar al órgano correspondiente para debatir y decidir el calendario. “Y, lo que es más importante, los planteamientos a ratificar en dicho referéndum”. Es decir, la pregunta y las posibles opciones.

Ambos procesos, el de primarias y el referéndum, son diferentes a priori. Uno es para las elecciones generales de abril y el otro para las autonómicas de mayo. Pero pueden verse contaminados. Como ocurrió en Podemos cuando Íñigo Errejón anunció su alianza con Manuela Carmena y fundó Más Madrid, existe un riesgo de contagio a otros territorios.

En Asturias la alianza para las autonómicas y municipales es inviable. Pero también está en riesgo la de las generales si la dirección regional de IU no ve colmadas sus aspiraciones. Gaspar Llamazares, que se ha lanzado con Actúa, ya les ha invitado a aliarse. En Murcia tampoco hay acuerdo para mayo.

Las relaciones entre las direcciones de Podemos e IU han pasado por mejores y peores momentos. Pero siempre se ha mantenido, al menos en público, la apuesta por la unidad. En niveles inferiores, la confluencia no ha cuajado. O no tanto como se podría esperar después de tres años de alianza.

Temor a la atomización el 28A

Con todo, Madrid o Murcia son provincias de circunscripción única donde, a partir del 5%, todas las candidaturas consiguen diputados a nivel autonómico. En Asturias, nadie o casi nadie contaba con un acuerdo.

El riesgo real está en una posible atomización a nivel estatal para el 28 de abril. En IU son muy conscientes de que, a diferencia de lo ocurrido en 2015, concurrir en solitario este año podría suponer su desaparición del Congreso de los Diputados por primera vez en democracia, primero como PCE y luego como la coalición de izquierdas.

Por eso ha sentado tan mal en la dirección federal el desplante de IU Madrid al acuerdo con Podemos y la irrupción en las primarias de Sánchez Mato y Rocafort frente al candidato de Garzón.

“No concibo de qué manera la fragmentación electoral en unas circunstancias como esta beneficia a la izquierda y a nuestra clase social”, apunta Garzón en la entrevista con eldiario.es antes citada.

El sistema electoral español otorga resultados más o menos proporcionales en las provincias más grandes, siempre que se supere el mínimo para lograr escaño. Pero es en las circuncripciones pequeñas y medianas, las de se eligen tres, cuatro, cinco o seis diputados donde se desaprovechan los votos y se definen las mayorías. En estos casos, el tercer, cuarto o quinto partido en sufragios necesita un alto porcentaje de ellos, de en torno al 15% o incluso más, para evitar el sesgo mayoritario que el sistema D'Hont otorga al más votado.

En Unidos Podemos contemplan dos escenarios. Uno, el riesgo de que una bajada de votos muy acuciada pueda llevar al primero a doblar en sufragios al cuarto en aquellas provincias de cuatro diputados. Entonces, ese cuarto diputado se iría al partido más votado.

No fueron pocas las circunscripciones de cuatro diputados donde Unidos Podemos obtuvo escaños en 2016. Una debacle en votos en 2019 puede primar a PP y PSOE, que suelen imponerse en las provincias pequeñas y medianas. Y un excesivo trasvase de votos desde Unidos Podemos hacia los socialistas podría provocar un triunfo insuficiente de Pedro Sánchez.

En 2016 (y antes en 2015 con Podemos en solitario) solo una provincia de tres diputados rompió el bipartidismo. Fue en Huesca, para la confluencia Alto Aragón en Común. El diputado elegido fue Jorge Luis Bail (Equo).

El partido ecologista ha abierto sus propias primarias. Su coportavoz federal y actual diputado de Unidos Podemos, Juan López de Uralde, repite. También Bail. Pero, de momento, no está cerrada la alianza con Podemos e IU. El papel de Equo en la crisis de Madrid, donde han optado por sumarse a la lista de Errejón para las autonómicas, complica su futuro en la coalición estatal.

La irrupción de Vox puede tener también un efecto contrario si Unidos Podemos aguanta el tipo en estas circunscripciones medianas. La entrada del partido de Abascal en provincias de cuatro o cinco diputados no tiene por qué traducirse en escaños. Pero sí puede restar votos suficientes al PP como para permitir que los terceros y cuartos (Ciudadanos y/o Unidos Podemos) logren escaños donde no lo hicieron en 2016. Incluso con menos votos que entonces.

Pablo Casado ya ha pedido a quienes tienen la tentación de votar a Vox en esas provincias interiores que tengan en cuenta que su voto puede ser irrelevante para el Congreso. Algo que en IU han aprendido tras 30 años bregando con una ley que penalizaba al tercero, porque nunca hubo un cuarto o quinto que pudiera hacer más proporcional un sistema pensado en la Transición por y para sostener al bipartidismo.

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