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Una treintena de camareros de Moncloa, en la calle tras fracasar la búsqueda de una empresa que asuma el servicio

Palacio de La Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno.

Gonzalo Cortizo

En medio de diciembre, y tras una larga lucha reclamando varios meses de salarios impagados, una treintena de trabajadores de los servicios de cafetería de la Moncloa se ha quedado sin empleo y en un limbo legal que dificulta la posibilidad de cobrar el paro. Los operarios estaban a sueldo de la empresa Dulcinea Nutrición, con contratos para servicios similares en varios edificios públicos como cuarteles o centros de atención de inmigrantes. Desde mediados de 2019 la empresa empezó a retrasarse y a partir de agosto dejó de abonar las nóminas.

Dulcinea Nutrición también tenía deudas con la Seguridad Social, según señalan fuentes del Gobierno consultadas por eldiario.es. Ante este panorama, el Ministerio de la Presidencia decidió en septiembre cancelar el contrato y buscar “otra compañía que pudiera asumir el negocio vacante”. El Grupo Nazabal se mostró interesado, pero pidió verse liberado de las deudas contraídas por la compañía a la que pretendía relevar. Según un portavoz de esta empresa, su participación ha consistido en “ofrecer soluciones para que el servicio pudiera continuar y los trabajadores que prestan el servicio no perdieran su puesto de trabajo”.

El acuerdo entre las partes no ha llegado a buen término y este martes los trabajadores han sido informados de que el servicio que prestan ha quedado suspendido. Son más de una treintena de camareros y camareras que solo volverán a su puesto de trabajo para recoger sus enseres personales.

A partir de este miércoles nadie se hará cargo de las cafeterías que surten las necesidades de los cerca de 2.000 trabajadores que prestan sus servicios en el complejo administrativo en torno a la Presidencia del Gobierno. Los empleados de las cafeterías servían más de 300 comidas diarias a los trabajadores de la Moncloa y eran los encargados de elaborar desayunos y servicio de café para las reuniones que los altos cargos realizan en los diferentes despachos del complejo administrativo.

Durante la celebración de los consejos de ministros estos camareros se encargaban de atender la cantina que sirve café y bocadillos a los periodistas que cubren la información del Gobierno y se encargaban de que en la mesa que usa la portavoz del Gobierno y los ministros no faltasen vasos y una jarra de agua. En la descripción del contrato que figura en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se puede leer: “Servicio de restaurante y bar-cafetería en comedor-autoservicio y cafeterías del Ministerio de la Presidencia y atención y limpieza de dichas dependencias y offices en el Complejo de la Moncloa”.

En la calle sin despido

Los trabajadores se quedan en la calle sin que se haya producido el trámite de un despido, lo cual dificulta su acceso a las prestaciones por desempleo. En Dulcinea Nutrición nadie atiende el teléfono, tal y como ha podido comprobar esta redacción.

“Esta gente ha concluido hoy su trabajo. Mañana vienen a recoger sus cosas”, asegura a esta redacción un portavoz de la Moncloa. En el Gobierno aseguran que se sienten perjudicados por los incumplimientos de Dulcinea y que no pueden hacer nada para mantener al frente de un servicio a una empresa que no está al corriente de sus pagos con la Seguridad Social. Con respecto a los trabajadores, la relación laboral del Gobierno con ellos es inexistente, ya que todo pasaba por la intermediación de la compañía cuyo contrato ha sido cancelado.

Los representantes sindicales de los trabajadores han mantenido durante todo el proceso “contactos informales” con los responsables de personal del Ministerio de la Presidencia. “Les hemos informado de todo. Están al día de cuándo cobramos o si no cobramos”, aseguraba un miembro del comité de empresa en conversación con esta redacción en junio.

Los problemas con Dulcinea Nutrición ya eran patentes para los trabajadores antes de las vacaciones de verano. Para entonces era habitual que las nóminas se ingresaran tarde. A partir de agosto dejaron de recibirlas. En todo ese tiempo ellos siguieron acudiendo a su puesto de trabajo cada día confiados en una solución que al final no ha llegado.

Frente a los temores de los empleados la empresa siempre dio mensajes de tranquilidad. Como prueba, las afirmaciones que la gerente de Dulcinea, Vanessa Mancebo, trasladó a esta redacción en un conversación en junio: “El convenio de hostelería no fija ningún día concreto para el pago de las nóminas. Hasta donde yo sé no está escrito en ningún sitio que se tenga que pagar en esos primeros cinco días. Si no se ha pagado en los primeros días de mes habrá sido por alguna imposibilidad. La intención de la empresa es pagar en el mínimo plazo posible”.

Seis meses después de haber pronunciado esas palabras la empresa ha sido apartada de sus funciones y la treintena de trabajadores que prestaba sus servicios en la Moncloa se ha quedado sin empleo.

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