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Otro viraje de Arrimadas: defiende el cupo vasco en la campaña junto a Iturgaiz

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas; y el presidente del PP, Pablo Casado, se saludan con el codo en el acto central de campaña vasca de la coalición PP+Cs

Carmen Moraga

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El partido de Inés Arrimadas no solo ha variado de postura con respecto al veto que su antecesor, Albert Rivera, impuso al PSOE tras las elecciones generales del 28A, momento en el que los 57 diputados que logró Ciudadanos más los 123 de los socialistas sumaban mayoría absoluta. También ha dado un cambio radical sobre el concierto vasco, que Rivera rechazó de plano y bautizó como 'el cuponazo', utilizándolo en campaña contra el PNV y los demás partidos en todos sus mítines en el País Vasco. La alianza con el PP ha obligado a la sucesora de Rivera a hacer una enmienda a la totalidad al anterior programa. Ahora, los de Arrimadas aseguran que respetan “los regímenes forales” de las tres provincias vascas que antes tildaron de “privilegios a los nacionalistas”.

A finales de 2017, un mes antes de la elecciones autonómicas de Catalunya del 21 de diciembre y aún en el mandato de Mariano Rajoy, Rivera se empleó a fondo en contra del concierto económico y el cupo vasco. Entonces era ministro de Hacienda Cristóbal Montoro y, desde la tribuna, defendió dos proyectos de ley para la modificación de ese régimen foral alegando que no suponía ningún “agravio” sobre otros territorios. Ciudadanos presentó dos enmiendas a la totalidad de ambos proyectos que Rivera defendió con pasión asegurando que el problema no radicaba en el concierto, sino en el “cuponazo”, que no respondía “a un cálculo técnico sino a un amaño político”. Llegó a argumentar que el cupo no garantizaba la igualdad entre los españoles sino que incidía en la “insolidaridad territorial” y que ambos proyectos de ley eran “un fraude a la Constitución”, en la que, recordó, se recoge la foralidad pero deja claro en su artículo 138 que ninguna comunidad puede tener ningún privilegio económico y social.

“No vamos a hacer pagar a los españoles sus amaños políticos con los nacionalistas”, le espetó Rivera a Montoro, alertado de que los grupos catalanes iban a a votar a favor porque querían para Catalunya “otro cuponazo”. “Como buenos supremacistas, les gustan también los privilegios”, añadió. En aquel encendido debate, el ministro acusó al expresidente de Ciudadanos de “oportunista” y de llevar “al enfrentamiento a los españoles” en vísperas electorales.

Ciudadanos logró ganar aquellas elecciones autonómicas en la tierra de Rivera, Catalunya, con Inés Arrimadas de candidata. Poco después, en abril del 2018, el exlíder de Ciudadanos volvía a cargar en una entrevista en TVE contra el cupo tildándolo de  “fraudulento”.  “Esto es un pacto político a oscuras entre Rajoy, el PNV y Pedro Sánchez porque el Gobierno vasco es PNV y PSOE en coalición”, afirmó.

En la campaña para las elecciones del 28 de abril de 2019, Rivera siguió atacando la singularidad económica vasca, y en el programa electoral, de nuevo, entre sus diez compromisos para España incluyó un claro “No al cuponazo vasco” como fórmula de financiación y exigió “acabar con los privilegios de los nacionalistas”. La propia Arrimadas, elegida por entonces ya como cabeza de cartel por  Barcelona, se enzarzó con el portavoz del PNV, Aitor Esteban, en el debate a cuatro de TVE previo a aquellos comicios.

Rivera también era partidario de eliminar el convenio económico del régimen foral navarro, similar al cupo vasco, al considerarlo “opaco” “injusto” y arbitrario“ y dejar en manos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, un organismo estatal creado por el Gobierno del PP en 2013 a instancias de la UE, quien fijara la cantidad que tenía que aportar al Estado la comunidad foral. La idea final era eliminar ambos conciertos en caso de que se abriera una reforma constitucional.

Lo más chocante era que en marzo de ese mismo año Ciudadanos, con Rivera a la cabeza, había cerrado la coalición electoral Navarra Suma con UPN y el PP, en cuyo acuerdo los de Javier Esparza aseguraban que estaba “blindado” el régimen foral al existir una cláusula con las otras dos formaciones que garantizaba el “respeto tanto al concierto como al autogobierno”.  Navarra Suma fue la fuerza más votada en esas autonómicas pero no logró gobernar, con lo cual no se creó ningún conflicto posterior con este espinoso asunto.

Pablo Casado intentó sin éxito que Rivera aceptara la misma fórmula para el País Vasco de cara a las próximas citas con las urnas. Un ‘Euskadi Suma’ o ‘Vascos Suman’.  Pero el exlíder de Ciudadanos se encargó de frenar en seco cualquier amago de acuerdo, entre otras cosas porque suponía aceptar el cupo que defendía el entonces líder del PP, Alfonso Alonso. Uno de esos intentos de acercamiento le costó el cargo al exsecretario de Organización del partido en Euskadi, Javier Gómez, al que Rivera cesó fulminantemente mientras le acusaba de “trabajar para el PP” planeando una fuga de cargos hacía el partido de Casado. Alonso no se mordió la lengua y cargó en Twitter contra Rivera.

El 10 de noviembre de 2019 las urnas colocaron a Ciudadanos en la sexta posición, pasando de 57 a 10 diputados. Rivera dimitió y se abrió una nueva etapa en el partido con Inés Arrimadas, que fue elegida presidenta tras unas reñidas primarias con Francisco Igea, vicepresidente de Castilla y León y líder del sector crítico, hoy desaparecido en combate.

Poco tiempo después, Arrimadas, para sorpresa de muchos, anunciaba esa deseada alianza con los de Casado para concurrir juntos en las autonómicas vascas. Ni siquiera la defenestración de Alonso por parte de Casado y su recambio por Carlos Iturgaiz, del ala más dura del partido, como cabeza de cartel a lehendakari, logró frenar el acuerdo, que favorece con creces a Ciudadanos. El partido prácticamente no existe en Euskadi y ahora tiene posibilidades de entrar en el Parlamento regional con uno o quizá dos diputados.

Para ello Arrimadas ha tenido que hacer una enmienda a la totalidad al anterior programa de Ciudadanos y aceptar el concierto económico y el “cuponazo” que tanto denostaron Rivera y ella misma. Ahora admiten “respetar los regímenes forales” para las tres provincias vascas. Los dirigentes del partido justifican esta renuncia a sus principios a que el PP es un partido constitucionalista que garantiza la “igualdad interterritorial”.

En su primera aparición pública haciendo un paréntesis en su baja por maternidad en un acto de campaña junto a Casado e Iturgaiz ante el Árbol de Gernika, la líder de Ciudadanos prefirió no hacer ninguna alusión a este incómodo punto del acuerdo y se limitó a señalar que su partido defenderá “a ultranza” la Constitución y el Estatuto de Gernika. Sí lo hizo el líder del PP, que destacó que la foralidad y el concierto económico “forman parte de la Constitución” mientras recordaba que esa fórmula no fue un invento de los nacionalistas sino del dirigente conservador Cánovas del Castillo.

Las consecuencias de esa alianza en el País Vasco entre el PP y Ciudadanos se verán este domingo 12, fecha de las elecciones. De momento, lo que sí ha demostrado la sustituta de Rivera es que tiene la misma capacidad que su antecesor para cambiar de discurso cuando lo cree conveniente. De hecho, el mayor exponente de esa versatilidad ha sido su decisión de levantar el veto al PSOE y al “Gobierno Frankenstein” de Pedro Sánchez que le impuso Rivera. Una posición que lo llevó a la debacle electoral.

Desde que estalló la pandemia, Arrimadas ha negociado y apoyados todos los decretos sobre los estados de alarma a cambio de medidas sanitarias y económicas, el de la vuelta a la normalidad y el grueso de los acuerdos alcanzados en la Comisión para la Reconstrucción del Congreso, salvo el escollo de la enseñanza concertada. Ahora la líder de Ciudadanos se encamina, además, a negociar los próximos Presupuestos Generales del Estado para 2021. Todo mientras mantiene los gobiernos con el PP en Madrid -con muchas tensiones- y otras comunidades y a la vez se hace la foto en el País Vasco con Casado.

 

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