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La geometría oculta de los emoticonos, explicada por la youtuber Ter

Felipe G. Gil

Ter ha vuelto a hacerlo. Tras hacerse popular calculando la proporción áurea del culo de Kim Kardashian (que tiene un volumen de 0,047 metros cúbicos) o crear un diagrama en forma de tetracontakaieneágono (de 49 lados) para comparar las aptitudes de las celebrities, la youtuber vuelve a subir un contenido que puede volarte la cabeza: un análisis de los famosos emoticonos (o emojis, como gustes) en relación a las Geometría de Euclides. 

Ya en 2016 esta arquitecta madrileña y Youtuber de 28 años publicó un vídeo en el que simulaba tener una conversación con Euclides (matemático y geómetra griego, fallecido en el año 265 A.C.) y en el que le reprochaba cariñosamente haberla liado parda, “porque claro, tú no sabes la lata que me han dado a mi con la geometría euclidiana”. 

Tampoco es la primera vez que dedica un vídeo a los emoticonos. El año pasado publicaba “La Piedra Rosetta de Emojis”, donde trataba de explicar porqué hay un grupo específicos de emoticonos que son los que se repiten en distintas plataformas y aplicaciones, concluyendo que “en el momento en el que los extraterrestres entiendan los emojis, les vamos a caer superbien y nos van a dar una segunda oportunidad”. 

En el vídeo publicado el pasado 3 de Abril comienza con una declaración de intenciones aplastante: “Yo no sé qué pensáis de Euclides, que es un enemigo recurrente de este canal, junto con Pérez Reverte y Marquez...pero si quieres aprender de geometría lo que tienes que hacer no es estudiarte a Euclides sino los emojis de Whatsapp, porque Euclides no tiene nada que hacer frente a ellos”. 

Ter realiza una clasificación de los emojis en función de los ángulos que componen sus formas, la homotecia, su simetría axial o central o su perspectiva axonométrica (en su proyección ortogonal u oblicua) y la perspectiva cónica. “Vamos a hablar de todo esto y de todos los números ocultos que esconden los emojis porque vais flipar”. 

Lo cierto es que Ter representa un tipo de contenido que merece la pena ser celebrado y que tendría que contar con un reconocimiento mayor del que ya tiene. Los argumentos son varios.

1. Este vídeo bien podría ser un TFM o un paper académico.paper El mundo académico-universitario es una carrera de obstáculos por asegurar una plaza y está llena de producción intelectual que o bien nunca termina de ver la luz y termina en un cajón (salvo el TFM de Cifuentes, que será encontrado por Mulder y Scully) o bien obtiene una difusión muy reducida y en ámbitos muy autorreferenciales. Quien quiera criticar la posible falta de rigor de este tipo de contenidos debería entender dos cosas: que muchas investigaciones son imperfectas e incompletas y que al menos esta tiene una labor social. 

2. ¿Distinción entre alta y baja cultura? Whatever. WhateverYa en una entrevista con Mónica Zas, Ter declaraba: “¿Por qué nos enorgullece conocer el supremacismo ruso y no el show de las Kardashian? Empecé a relacionar estos conceptos porque pienso que todos los gustos son igual de respetables y no creo que exista una alta y una baja cultura”. En difuminar la distancia entre Euclides y los emoticonos hay una oportunidad para compartir conocimiento.

3. La educación debería emular la estrategia de Ter. Es evidente que Ter cuenta con un conocimiento experto que ya ha sido expresado de muchas otras formas. Una cosa maravillosa que hace Ter es hacer pedagogía de su conocimiento experto a través del folclore digital. Al 'bajar' a Euclides y 'elevar' los emoticonos, además de estar cuestionando la legitimidad académica tradicional y de poner en valor las teorías ocultas en la cultura popular que practicamos y consumimos, Ter está señalando el camino hacia el que debería tender la educación: no negar los objetos de consumo sino tratar de vincularlos a los contenidos de siempre. 

Por todo esto y a pesar que a buen seguro volverá a haber señores que la cuestionen, necesitamos que siga habiendo más Youtubers como Ter, que siendo didácticas y sin renunciar a su lenguaje pop, nos ayuden a reflexionar sobre el extraño mundo en el que nos ha tocado vivir, llenos de Pérez Revertes y Euclides, pero también de Rihannas y emojis. 

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