No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
¿De verdad se atienden bien las necesidades educativas especiales?
Si a cualquiera de nuestros hijos sin ninguna discapacidad le hubieran ocurrido la serie de despropósitos con los que han tenido que lidiar Enrique y sus padres, su caso estaría en todos los medios de comunicación
Si me baso en la experiencia de Enrique, la respuesta es no. La educación integrada en España comenzó a plantearse en 1985, cuando se promulga el Real Decreto de la Educación Especial. 35 años de experiencias que nos deberían llevar a una educación inclusiva real a día de hoy. Sin embargo, siguen sorprendiéndonos experiencias educativas que deberían sonrojar a los responsables de consejerías y Ministerio, cuya misión es poner recursos al alcance de los alumnos que lo necesiten. Recursos que están sobradamente estudiados y probados, ya que tres décadas es tiempo más que suficiente para corregir errores, paliar carencias y conseguir que el engranaje funcione para que un alumno con necesidades educativas especiales consiga sus metas, igual que otro que no tenga esas necesidades especiales, como recogen las leyes.
Hoy les traigo la experiencia de Enrique Ros. Afortunadamente, gracias a su gran capacidad, a la de su familia y a muchos buenos maestros y profesores, hoy ha conseguido llegar a su meta, por la que tanto ha peleado y se ha esforzado: estudiar Periodismo. Enrique es ciego total y su diversidad no ha sido el gran obstáculo que ha tenido que superar para llegar a donde ha llegado. Con excelentes notas y unos extras como el piano y la composición de música.
Cuando escribo esta columna reflexiono y, a veces, tomo la deriva de querer creer que ha tenido mala suerte, porque pese a sus resultados académicos, las dificultades que ha tenido que afrontar rayan en lo discriminatorio. ¿Esto les está ocurriendo a más estudiantes con discapacidad en España? Si a cualquiera de nuestros hijos sin ninguna discapacidad le hubieran ocurrido la serie de despropósitos con los que han tenido que lidiar él y sus padres, su caso estaría en todos los medios de comunicación, porque no concebiríamos que unos alumnos empezaran el curso sin sus libros, por ejemplo.
Gracias a su talento, sus capacidades –excepto la visual– y unos padres que, día a día, han suplido lo que era labor de otros, se han superado muchas barreras. En muchos momentos sin libros transcritos, sin línea braille, sin todos aquellos recursos y dispositivos que necesitamos las personas ciegas para estudiar al ritmo de nuestros compañeros.
Enrique cursa segundo de Periodismo en la Universidad de Murcia y, a día de hoy, aún no puede acceder al aula virtual de su facultad, plataforma donde los profesores cuelgan el material de estudio y de trabajo. ¿Cómo es posible que una universidad pública tenga un aula virtual y que esta no se haya desarrollado cumpliendo las normas básicas de accesibilidad informática? Nos preguntamos si esta circunstancia la sufren otros alumnos universitarios ciegos de España. ¿El caso del aula virtual de Murcia es único?
Este es el obstáculo, el último, de una larga lista de dificultades que le han ido restando en su autonomía personal, siempre teniendo que depender de que su madre, en este caso, cada tarde, le tuviera que transcribir ejercicios y apuntes, explicar todas las matemáticas de la Enseñanza Obligatoria, porque nunca consiguió, pese a haberlo solicitado por los cauces previstos (el equipo de deficientes visuales de la Consejería) un programa y profesionales preparados para el aprendizaje de matemáticas por parte de alumnos ciegos.
Enrique está decepcionado y dolido. Ni siquiera pudo elegir, algo a lo que tienen derecho todos los alumnos de la ESO, el tipo de bachillerato que mejor se adecuaba a sus gustos y perspectivas de futuro. Como apasionado del arte, pretendió estudiar el bachillerato de arte en su rama de artes escénicas, y no fue posible, además de que de varios bachilleratos en los que todos alumnos podían elegir Enrique se vio obligado a hacer el bachillerato de Humanidades sin tener posibilidad de elegir otras opciones. ¿Es una circunstancia excepcional o esto realmente les sucede a otros estudiantes ciegos?
Les invito a ver el vídeo en el que el padre de Enrique cuenta su experiencia, y les animo a que compartan conmigo cómo les fue a ustedes:
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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com