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Cuenta atrás para Madrid: las medidas tienen que tomarse “en las próximas horas” para evitar un confinamiento como el de marzo

La Puerta del Sol de Madrid, en mayo de 2020.

Belén Remacha

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En su último aviso, el ministro Salvador Illa decía al Gobierno de la Comunidad de Madrid: “Ya vamos tarde y hay que actuar con determinación (...) Si no tomamos el control habrá que tomar medidas mucho más duras”. El Ministerio de Sanidad logró este martes que el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso acceda a su recomendación de tomar medidas de control de aforos y movilidad en todas las ciudades grandes con una incidencia de COVID-19 superior a los 500 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días en lugar de solo en las 45 zonas de salud que seleccionó (con una incidencia de más de 1.000), aunque condicionado a que el criterio se aplique a toda España. También a que sea aprobado esta tarde en el Consejo Interterritorial por el resto de consejeros autonómicos, y luego “en cuestión de días” las restricciones entren en vigor. Mientras, el tiempo sigue corriendo en Madrid.

Varios expertos consultados coinciden: la región, la que tiene la tasa más alta de Europa según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades, tendría que haber endurecido hace semanas sus actuaciones en una línea más parecida a la que exigía el ministro, y cada día que pasa la situación se complica porque los contagios van aumentando. “A Madrid se le acaba el tiempo y si no se actúa ya será peor. Cuanto más se tarde en tomar medidas, más va a crecer la transmisión y la curva y la única manera de frenarla será el confinamiento casi total, uno más parecido al de marzo. Efectivamente vamos tarde: Madrid debió tomar medidas hace cuatro semanas, y el Gobierno haberse puesto riguroso hace dos”, resume Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud. Las UCI de Madrid están, según los últimos datos, ocupadas en un 41,87% por pacientes de COVID-19, y la incidencia ha escalado hasta los 714 casos detectados cada 100.000 habitantes durante los últimos 14 días. Este mismo martes, en su último protocolo, Madrid renunciaba al rastreo de contactos no convivientes, signo inequívoco para los especialistas de descontrol de la gestión.

Cada día que pasa, “un desperdicio de tiempo”

¿Cuánto tiempo tenemos a partir de ahora? “Las medidas deberían ser tomadas en las próximas 24 horas. Ya no tenemos una semana de margen. Cada día que pasa es un desperdicio de tiempo”, responde Acuña. Concuerda Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS): “El margen se acabó hace muchísimo tiempo. Es tarde para todo, pero más tarde será si se sigue esperando. Si no acaba habiendo acuerdo con la Comunidad, el Gobierno tendría que intervenir de manera inmediata”. Y Pedro Gullón, vocal de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE): “Tiene que ser lo antes posible. Siempre mejor mañana que dentro de unos días”.

Margarita del Val, viróloga, directora de la plataforma Salud Global del CSIC, advierte además sobre los plazos: “Si se actúa ahora mismo, tendremos unas dos semanas en que se tarde en ver los efectos, y sigan subiendo los casos y los fallecidos, es el tiempo en que dan la cara las personas que ya están infectadas antes y que están incubando silenciosamente”. Porque las dos semanas que quedan a partir de ahora pueden ser más duras que las anteriores, “yo anticipo que la subida no será igual que en las dos semanas precedentes, sino más rápida y más potente. Porque ya hemos entrado en temporada más fresca en Madrid, lo que influye en no poder recurrir a comportamientos más seguros como las actividades al aire libre”. Es lo que pasó, recuerda la científica, con la gripe A en 2009, que se transmite de forma muy similar a la COVID-19 y fue más potente entre octubre y noviembre. “Es de esperar que ya se esté acelerando la progresión de casos, a niveles que todavía no se notan”.

Lo que se pide: una 'fase 1' adaptada, no sellar Madrid

¿Y qué es a lo que llega tarde Madrid? A aplicar medidas que todavía pueden ser más o menos suaves. Lo que Illa ha estado pidiendo a la Comunidad, y defienden muchos especialistas, no es un cierre total, sino volver a algo parecido a la fase 1 de la desescalada. “Se trata de lo que fue comenzar a desconfinar. No hablamos de sellar Madrid, sino de reducir interacciones y de atajar los que se han demostrado grandes canales de transmisión: grandes encuentros, movilidad, bares. Sin asimetrías, porque Madrid está mal en todas las zonas, las de 1.000, las de 700 y las de 400”, sigue López Acuña. Gullón apuesta por que “llegar a un confinamiento como el de marzo se va a evitar hasta el final. Tenemos aún margen para que no se haga”. 

Una fase 1, eso sí, que debería aparejar refuerzo de Atención Primaria y otras medidas asociadas. Del Val propone “diagnóstico por antígeno, trazado, cuarentena y aislamiento; mejoras de las frecuencias del transporte público y provisión en él de mascarillas diarias. Y apoyo laboral y social para facilitar el cumplimiento de las cuarentenas y los aislamientos”. También remarca la viróloga, y coinciden con ella sus colegas, “por favor, abrir los parques y los paseos durante el día, controlando reuniones grandes. El ejercicio moderado es en general bueno para la salud pero éste y la exposición al sol son especialmente buenos para el sistema inmunitario”.

Las medidas que propone Sanidad a las CCAA, a cuyo borrador ha tenido acceso este miércoles elDiario.es, pasan por el cierre de comercios a las 22.00, el de restaurantes, bares y casas de apuestas a las 23:00; la limitación de aforos en estos locales y en los recintos deportivos –el 50% en el interior, el 60% en el exterior, la prohibición de consumir en barra–; restricciones a la movilidad –salvo por trabajo, estudios o cuidados–; fijar en un máximo de seis personas el número de asistentes a una reunión, el cierre de parques y, también, la limitación de aforos en en lugares de culto (un tercio del total), velatorios (10 personas en interior, 15 en exterior), entierros (15 personas) y autoescuelas y academias (50% del total).

Los efectos no llegarán antes de dos semanas

Los plazos que daba Del Val para empezar a notar efectos, no antes de las próximas dos semanas, también los comparten todos. “Hay que mirar en retrospectiva: quince días es lo que costó en marzo llegar al pico y comenzar a bajar la curva. No se va a notar antes”, añade López Acuña. “Una vez que se tomen las medidas, hay que ir valorando en esos periodos si cambia la tendencia, antes es pronto. Quizá luego algunas deben durar más tiempo, por ejemplo las de vigilancia, y otras se puedan flexibilizar”, reflexiona Gullón.

El presidente de la SEE, Pere Godoy, explicaba que a Madrid, como mínimo, le quedaba un “duro trabajo” de entre 5 y 6 semanas. “Hace 4 semanas hubiese sido efectivo. Ahora vamos a poner todo el empeño, pero quizá lleva más”, apunta Acuña.

¿Cómo puede obligar el Gobierno?

Si Madrid no da definitivamente su brazo a torcer, o si finalmente no se materializa el acuerdo, la vía del Gobierno tampoco está clara. Las opciones que han sobrevolado desde que Illa comenzó a exigir más determinación son cuatro: estado de alarma territorial, artículo 155 de la Constitución, Ley General de Salud Pública, y Decreto de Nueva Normalidad. Todas tienen “implicaciones políticas fuertes” y complejidad, recuerda Juan Luis Beltrán, expresidente de la Asociación de Juristas de la Salud. Pero, bajo su criterio, “me inclinaría por el estado de alarma por razones sanitarias”. Es “el que mejor le habilita para una intervención” y, sobre todo, “se puede aplicar de la manera más inmediata”. Era igualmente muy difícil para el Gobierno optar por eso antes que forzar a Madrid: el primer estado de alarma lo puede decretar de manera unilateral, pero a partir de los 15 días, necesitarían una mayoría del Congreso. Su aplicación en solo una comunidad no tiene precedentes en democracia.

El 155 “es para situaciones más complicadas políticamente, aquí no hay ruptura del Estado”, sigue Beltrán. Y la Ley de Salud Pública y el Decreto de Nueva Normalidad, que se reservan sendos apartados para situaciones de “urgencia” o “necesidad” en las que puede actuar el Estado, “las entiendo para acciones más puntuales, no para tomar el mando sanitario”. Ildefonso Hernández, como director de Salud Pública (2009-2011) del Ministerio de aquella época, participó en la redacción de la de Ley de Salud Pública, y la considera igualmente demasiado “ambigua” como para poder hacer con ella algo así. “Es verdad que seguramente nos faltó algo sobre la gestión de pandemias”, reconoce, así que también vería como única salida el estado de alarma.

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