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Una investigación cuestiona las ventajas del uso del gas natural licuado como combustible en el transporte marítimo

Uno de los barcos investigados junto a la imagen de las emisiones en la cámara infrarroja.

elDiario.es Sociedad

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El transporte marítimo es responsable de buena parte de los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera. El crecimiento sostenido de los movimientos comerciales ha multiplicado el peso negativo de esta actividad en el uso de combustibles fósiles y, por tanto, de la balanza de la crisis climática.

El año pasado, la Unión Europea estableció objetivos de intensidad de carbono para los combustibles utilizados en el ámbito marino que empujan a abandonar el fuelóleo pesado, el más utilizado hoy día. La flota comercial, de hecho, está abandonando el fuelóleo para pasarse al gas natural licuado (GNL): en 2021 los armadores encargaron más barcos de GNL que en los cuatro años anteriores. 

Pero asociaciones como Transport & Environment (T&E) advierten de que este combustible está lejos de ser inocuo o verde. En una investigación cuyas conclusiones han publicado este martes, T&E asegura que las embarcaciones liberan a la atmósfera cantidades considerables de metano, otro potente gas de efecto invernadero. “En concreto, 87 veces más potente que el CO2”, detalla Carlos Bravo, portavoz de Transport & Enviroment en España. 

La organización ha grabado la actividad de grandes naves en el puerto de Rotterdam, el más grande de Europa, con una cámara especial de infrarrojos de última generación que cuenta con un filtro especial para la detección de hidrocarburos.

En el vídeo, que está fechado en noviembre pasado, “se observan con claridad emisiones de metano en cantidades significativas provenientes de dos barcos”. Dado que el GNL suele contener metano en un 90%, “cualquier combustible no quemado que se filtre a través del motor estará compuesto principalmente por este gas, que contribuye al calentamiento global”, defiende la organización.

Según datos de la Organización Marítima Internacional (OMI), dependiendo del tipo de motor, se escapan en el proceso de combustión entre el 0,2% y más del 3% del gas, que se libera directamente a la atmósfera.

“Nos encontramos en plena crisis climática, no podemos permitirnos emitir más metano a la atmósfera. Nuestra investigación es solo una pequeña muestra, pero debería servir como advertencia a los responsables políticos: favorecer el GNL es apostar a caballo perdedor. En su lugar, deberíamos priorizar soluciones 100% ecológicas basadas enteramente en el hidrógeno verde”, opina Delphine Gozillon, responsable del departamento de Transporte Marítimo de T&E.

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