El uso medicinal del cannabis encara la recta final para su aprobación
En unas semanas, previsiblemente, el Gobierno aprobará el Real Decreto (RD) que regula la creación de un programa de cannabis medicinal en España. Será final, por ahora, de un proceso que se cuenta en años desde que lo empezó a abordar la Cámara Baja y en lustros desde que los primeros países europeos regularizaron el uso terapéutico de la marihuana y los pacientes confiaron en que España seguiría ese camino sin tardar.
Bruselas primero y el Consejo de Estado después han emitido sus preceptivos informes sobre el texto y la propuesta del Ministerio de Sanidad afrontará el próximo reto: su implementación real en un sistema en el que los médicos que deberán recomendarlo no han sido formados en los posibles usos, más allá del interés que cada uno haya podido poner.
Cuando el Consejo de Ministros apruebe el RD por el que se establecen las condiciones para la elaboración y dispensación de fórmulas magistrales tipificadas de preparados estandarizados de cannabis, nombre técnico de la ley, España se unirá con varios años de retraso al cada vez más amplio grupo de países, tanto en Europa como el mundo, desde Marruecos hasta Tailandia, que han aprobado un programa medicinal de cannabis en los últimos años. Seguirá, sin embargo, por detrás de los más adelantados en la materia, que ya han regulado también el uso recreativo, como Uruguay, varios estados de EEUU o Alemania, de los últimos países europeos en legalizar el consumo lúdico para mayores de 18 años.
Sin uso de la planta
Pero será, denuncian los pacientes, un programa disminuido. El Real Decreto redactado por el Ministerio de Sanidad excluye el uso de la flor de cannabis (los cogollos de marihuana), por extensión del autocultivo, y limita los usos a los preparados magistrales (aceites de cannabis) y dos medicamentos ya existentes hace años. De hecho, el Real Decreto del Ministerio no aparece la palabra “programa” ni ningún término similar en el texto.
En el texto se especifican las patologías que podrán beneficiarse de estos preparados a base de aceites, única forma de consumo de cannabis terapéutico contemplada por el momento. Las patologías incluidas en el texto son “aquellas para las que existe evidencia científica de beneficio terapéutico del cannabis y sus extractos”, según Sanidad.
En concreto, se permitirá su uso para espasticidad por esclerosis múltiple: rigidez y espasmos musculares asociados a la esclerosis múltiple; para formas graves de epilepsia refractaria (ciertos tipos de epilepsia que no responden a los tratamientos convencionales); contra las náuseas y vómitos por quimioterapia; y contra el dolor crónico refractario (dolor persistente que no se alivia con los tratamientos habituales).
Algunos investigadores del cannabis creen que los usos aprobados por el Gobierno se quedan cortos. La planta es, según algunos investigadores, el más potente antiinflamatorio que existe. Tiene efectos antidepresivos, analgésicos, ansiolíticos, antivomitivos y ayuda a proteger el sistema nervioso. En España lo utilizan enfermos de cáncer, esclerosis múltiple, alzhéimer, párkinson o fibromialgia, entre otros.
Además, solo se podrá utilizar “cuando no existan medicamentos autorizados o estos no se ajusten a las necesidades del paciente”. Será el último recurso, por tanto, y los médicos tendrán que justificar explícitamente su uso. “Deberá documentarse en la historia clínica la justificación del tratamiento con fórmulas magistrales tipificadas de preparados estandarizados de cannabis, en relación con otros tratamientos que haya recibido el paciente. Deberá igualmente informarse al paciente sobre la evidencia clínica disponible, los beneficios esperables y los posibles riesgos”, según el RD.
El sistema diseñado por Sanidad presenta al menos otros dos problemas, a decir de las asociaciones de pacientes y posibles usuarios: solo se permitirá que lo receten médicos especialistas, no los de atención primaria, y que lo dispensen solo las farmacias hospitalarias, no las de barrio (comunitarias). Estas dos medidas alejan a potenciales usuarios del cannabis medicinal, según las organizaciones civiles como el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), que las ven como trabas en el acceso.
Años de lucha
La aprobación del Real Decreto por el Consejo de Ministros será el penúltimo paso –deberá validarlo el Congreso también– de un camino que se empezó a transitar hace años. Aunque se venía hablando desde tiempo atrás, en 2021 se creó una subcomisión en el Congreso que estudió el asunto y, en 2022 –con el apoyo de todos los partidos, excepto PP y Vox, que votaron en contra, y ERC y Bildu, que se abstuvieron–, enconmendó al Gobierno que elaborara una propuesta de regulación. “Es inexorable”, dijo entonces el portavoz del PSOE en la materia, Daniel Viondi. El Ministerio de Sanidad, entonces dirigido por los socialistas (primero con Salvador Illa, después Carolina Darias), realizó efectivamente su propuesta de regulación, pero a la vez retuvo el texto.
En esas cayó el Gobierno, y con él la propuesta. Pero Pedro Sánchez repitió presidencia y esta vez le dio Sanidad a Mónica García y Consumo (que sería partícipe en una eventual y por ahora imposible regulación integral) a Pablo Bustunduy, ambos de Más Madrid. Los usuarios de cannabis celebraron: el partido, a través de la plataforma Sumar, llevaba la legalización completa en su programa electoral.
Pero el departamento de García retomó el programa medicinal conservador que heredó del PSOE, para decepción de los colectivos, y de la regulación integral ni se habla. Aún así, creen que aprobar algo es un primer paso. Meter el pie por la puerta para que no se cierre y algún día, quizá, echarla abajo.
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* Fe de erratas: el artículo ha sido editado para corregir un error. El Real Decreto sobre cannabis medicinal no debe ser validado por el Congreso, como decía la redacción original de la noticia. Quedará definitivamente aprobado cuando lo valide el Consejo de Ministros.
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