Ser madre a partir de los 40 años: “Sientes que la sociedad te juzga”
Choni dio a luz por primera vez hace quince meses. Tenía 43. Ella y su pareja llevaban cinco años intentando tener hijos. Es una de las mujeres que continúa la tendencia planteada por Eurostat. La agencia de estadística europea publicó este mes que España fue en el 2015 el segundo país de la Unión Europea con más madres que tienen su primer hijo a partir de los 40. Estos nacimientos supusieron el 7,4% del total de los primerizos registrados en la Unión Europea. Nuestro país solo fue superado por Italia donde el porcentaje alcanzó el 8%.
“A los 38 años me llegó el instinto maternal, hasta entonces no me había venido. No veía que fuese el momento. Durante la treintena disfruté de la libertad, de mi pareja, de los viajes y de mi casa. Nos dio tiempo para tener más estabilidad y mejorar nuestro nivel económico”, asegura esta mujer que reside en Madrid y trabaja como dependienta. A su vez recuerda el impacto social que tuvo la crisis económica en su familia. Su pareja pasó tres años en el paro, una situación que también dilató la estabilidad que les permitió encontrar el momento más oportuno.
Para Miriam la expectativa de llegar a una nueva década también se convirtió en una barrera psicológica. “A los 40 pensé que ahora o nunca. Se lo conté a mi pareja y decidimos intentarlo. Él es muy niñero y me contestó que sí, teníamos ya una estabilidad”, asegura. Ha sido madre este año, el pasado 15 de mayo. Ella tenía 41 y su pareja 45 años. “Ahora si hay un concierto no me cuesta tanto perdérmelo, he ido a miles. Hemos pasado de ir a la playa con un pareo a llevar ahora un montón de bártulos. No me arrepiento de mi decisión”, incide.
A pesar de esta nueva tendencia, estas mujeres lamentan que la sociedad todavía ponga en duda su decisión. “Hay que cambiar el chip”, responde Miriam. Estas entrevistadas destacan que es frecuente que sus familiares hagan “chascarrillos” asegurando que cuando lleven a sus hijos al colegio ellas y sus parejas parecerán “los abuelos de los niños”.
Los relatos de estas dos mujeres coinciden, ambas reseñan que aprovecharon lo década anterior para “vivir”. Sin embargo, María Ángeles que sí quería ser madre a los 30, definitivamente lo fue a los 41 porque un cáncer de mama le impidió tener un hijo antes. “A los 33 me lo detectaron y me llegaron a plantear que me iba a quedar estéril. En ese momento estábamos buscando un niño y de repente cambió todo, pensaba que posiblemente no lo pudiese ir a buscar”, asegura esta mujer.
Durante los más de seis años de tratamiento intentó olvidarse de esa “ilusión”. Una vez que le dieron de alta insistió a su oncólogo. “Ante todo está la salud, no quería perjudicarme ni dañar al niño”, apunta. Debido a las fallidas expectativas que le plantearon durante esta época, en su primer embarazo llegó a hacerse “cuatro o cinco pruebas” porque no se lo creía. Aunque esa gestación terminó en un aborto, en noviembre volvió a quedarse embarazada. Hace quince días ha dado a luz y todavía se está recuperando de un parto complejo. “No tenía contracciones, me lo tuvieron que inducir porque había cumplido la semana número 41”, explica.
Aunque le encantaría tener otro hijo para que se criasen juntos, por ahora descarta esta opción por su “maternidad tardía”. Miriam también considera que este es un factor determinante para no ir a por un segundo vástago. Por eso esta última tiene claro que quiere exprimir todos los momentos que pueda pasar con su pequeño, e intentará alargar la baja de maternidad algún mes más.
Cinco años intentando ser madre
Tras cinco años tratando de quedarse embarazada, Choni lo consiguió a los 43 años recurriendo a la fertilización in vitro. Finalmente su situación económica fue relevante porque ellos pagaron esta técnica, la sanidad pública les excluyó una vez que ella cumplió los 40.
Aunque no lamenta su decisión y considera que fue acertada, sí le hubiese gustado quedarse embarazada un poco antes y no tener que haber esperado un lustro. Sobre todo pensando en la energía diaria que pierde con su hija: “Noto el cansancio. A mi hermana, que es más joven, le cuesta menos seguir su ritmo”.
Cuando María Ángeles acudió a un especialista de esterilidad tras el aborto que sufrió, le preguntaron directamente si estaba segura de su decisión. “Te miran como que eres mayor”, asegura. También reconoce que ha sido cuestionada por no dar el pecho a su hijo. “Mi vida es mi vida, pero sientes que te están juzgando”, reseña.
“Ha sido bastante duro, el entorno ha sido negativo. Empezando por uno de los ginecólogos a los que acudí para quitarme el DIU, me dijo que iba a ser muy complicado y desconocía si yo podía tener hijos o no. Me llegaron a hablar de inseminación artificial”, recuerda Miriam.
Esta conversación también ha salido en alguna reunión con sus amigas: “Decían que el útero envejece. Yo discutía con ellas, les explicaba que me he cuidado mucho más que una chica de 25 años, que he dejado de fumar, que he prestado atención a mi alimentación y que he hecho más ejercicio que cuando era una veinteañera”.
El año pasado España fue el cuarto país que registró la tasa más baja de nacimientos, 8,7 por mil residentes. Solo por delante de Italia (7,8), Portugal (8,4) y Grecia (8,6). En 2016 la media europea se situó en 10 nacimientos por 1.000 residentes, según los últimos datos publicados por Eurostat.
Un año antes, 14.352 mujeres españolas de entre 40 y 44 años dieron a luz a su primer hijo, 1.359 fueron madres por primera vez entre los 45 y 49 años. Solo se registraron 97 casos de féminas gestantes que superaban los 50 años. A nivel general, englobando todas las edades, nuestro país registró 214.227 nacimientos de primerizas, colocándose en quinto lugar a nivel europeo.
Tanto estas cifras, como la experiencia personal de estas mujeres plantea que en el futuro se podrán encontrar con más familias que superen los 40 en una reunión de padres o madres del colegio. Miriam pide tiempo para examinar si habrá consecuencias por esta nueva tendencia: “Cuando pase una década veremos qué frutos tiene ser madre mayor. Habrá que ver cómo educamos, qué niños y niñas criamos y cómo nos sentimos nosotros como padres”.