El avance de la segunda ola en las residencias gallegas supera el drama de muertes de los primeros meses
A finales de julio, cuando los casos de COVID-19 diagnosticados en Galicia empezaron a crecer de nuevo, el coronavirus volvió a entrar en las residencias de mayores igual que lo había hecho en los primeros meses de la pandemia. Basta un repaso a las actualizaciones diarias de fallecidos del Servizo Galego de Saúde (Sergas) para verificarlo. En cada parte aparecen personas que vivían en algún geriátrico gallego. Son tantos que ya constan más muertes en la segunda ola que en la primera: entre marzo y agosto se comunicaron oficialmente 274 y desde entonces se han sumado otras 283. En total son 557.
Esta cifra quiere decir que, de cada 100 personas cuya muerte se ha atribuido a la COVID-19 en Galicia, 42 eran ancianos residentes en centros geriátricos. De la comparación de este porcentaje con la media estatal echa mano el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, para defender su gestión en este campo. “Sí se ha protegido a los mayores”, respondió en una entrevista con Faro de Vigo publicada el pasado domingo, cuando se le preguntó sobre si las residencias han estado poco protegidas en la segunda ola. “Nuestra mortalidad está muy por debajo de la media de comunidades, siendo una de las autonomías más envejecidas de España”, argumentó y señaló que en todo el Estado la cifra es del 56%. Un documento de la Secretaría de Estado de Derechos Sociales publicó a principios de noviembre una estimación oficial hasta el 23 de junio que calculaba que entre un 47% y un 50% de las muertes en la primera ola habían sido de usuarios de residencias de mayores.
Lo cuenta Beatriz Muñoz.