Arqueólogos desentierran en Irán una tumba de élite que reabre el debate sobre el rol de las mujeres
Los arqueólogos han hallado en el yacimiento iraní de Tepe Chalow la tumba más rica descubierta hasta ahora en el territorio de la llamada Civilización del Gran Jorasán (GKC, por sus siglas en inglés), correspondiente al complejo arqueológico Bactria-Margiana (BMAC). El enterramiento, bautizado como Grave 12, corresponde a una joven de menos de 18 años que fue sepultada con 34 objetos, entre los que destacan joyas de oro, recipientes rituales y sellos que sugieren un estatus elevado y un posible rol activo en las redes comerciales de la época.
Una tumba excepcional para una joven
La disposición del cuerpo y los objetos hallados sigue el patrón funerario observado en Chalow: el cadáver fue colocado en posición fetal sobre su lado derecho, con las manos cerca del rostro y la mirada orientada al sureste. Alrededor se dispusieron vasijas de cerámica por detrás de la espalda, sobre la cabeza y a los pies. Entre los hallazgos más llamativos destacan dos alfileres de marfil en los hombros, dos brazaletes en los brazos, piezas de clorita y metal agrupadas cerca del rostro y una gran vasija a los pies que contenía una jarra de bronce o cobre.
La tumba contiene además objetos de gran valor simbólico, como un alfiler de bronce con forma de mano sujetando una roseta de diez pétalos, varios recipientes de clorita decorados con serpientes y escorpiones, y un sello con el relieve de dos pies humanos, un círculo y un semicírculo. Este último fue hallado cerca del cuello de la joven, lo que refuerza la hipótesis de que desempeñara algún tipo de función social relevante.
Sellos de poder en un enclave comercial
“La presencia de varios sellos enterrados con ella es un fuerte indicio de su papel activo y de su estatus social dentro de la comunidad del Bronce”, explica el doctor Ali Vahdati, autor principal del estudio publicado en la revista Iran. “En este contexto, los sellos simbolizan propiedad y participación en redes de intercambio”, añade. Chalow se situaba, de hecho, en una importante ruta comercial que conectaba el este de Irán con la llanura de Gorgan y la meseta iraní, una vía que siglos más tarde formaría parte de lo que hoy conocemos como las Rutas de la Seda.
La Civilización del Gran Jorasán comenzó a perfilarse a finales del tercer milenio antes de nuestra era y alcanzó su auge durante los inicios del segundo. Su influencia abarcó desde el delta del río Murghab (en la actual Turkmenistán) hasta los oasis de Afganistán y Uzbekistán, y los valles montañosos del noreste iraní. Según el equipo investigador, esta cultura mantuvo conexiones con las civilizaciones mesopotámicas, la del Valle del Indo e incluso con comunidades costeras del golfo Pérsico.
¿Un estatus heredado o una figura influyente?
Aunque no se ha identificado con certeza el nombre antiguo de esta civilización, algunos textos mesopotámicos mencionan una región llamada Marhashi como fuente de materias primas valiosas como la clorita. El hallazgo de objetos de esta piedra en Tepe Chalow refuerza la idea de que existía un amplio comercio interregional, cuyos protagonistas no siempre fueron varones. De hecho, los arqueólogos destacan que las tumbas femeninas del GKC suelen estar mejor provistas que las masculinas, lo que podría indicar que las mujeres no ocupaban un rol secundario en esta sociedad.
“La riqueza del enterramiento podría reflejar un estatus heredado, dada su corta edad, pero también habla de un posible reconocimiento propio dentro de la comunidad”, apuntan los autores. El equipo internacional ya ha puesto en marcha nuevos análisis isotópicos y de ADN para reconstruir la dieta y el origen biológico de los restos, así como estudios tecnológicos sobre la cerámica, los metales y las piedras, con el fin de comprender mejor los métodos de producción y los patrones de intercambio.
Una investigación interdisciplinar con vocación global
Los investigadores destacan que este trabajo no habría sido posible sin la colaboración multidisciplinar de especialistas en antropología, arqueobotánica y zooarqueología, entre otras disciplinas. Su objetivo final es entender con mayor profundidad no solo el enclave de Tepe Chalow, sino el mosaico cultural que representó la Civilización del Gran Jorasán en el conjunto del mundo antiguo.
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