Todo lo que no sabes de Doñana, uno de nuestros parques naturales más emblemáticos y atractivos

Es curioso que un parque natural abarque no una ni dos, sino hasta tres provincias de nuestra geografía. Pero es que se trata de uno de los espacios de biodiversidad más grandes de Europa, de ahí la dificultad de todo agradecido visitante en poder hacer una exploración en poco tiempo. El Parque de Doñana se alza como uno de los parques nacionales más emblemáticos y atractivos de España, atrayendo anualmente a cerca de quinientas mil visitas, que buscan sumergirse en sus diversos ecosistemas y disfrutar de una experiencia inigualable. Reconocido como uno de los espacios protegidos más importantes de Andalucía y la mayor reserva ecológica de Europa, su vasta extensión, de 54.251 hectáreas, llega a localidades de las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, siendo la gaditana Sanlúcar de Barrameda el punto de partida principal para los visitantes. Pero no es la única curiosidad de este lugar, ahí van unas cuantas más.

Este homenaje al reino animal o santuario natural estuvo a punto de desaparecer bajo un plan ambicioso de Francisco Franco, quien pretendía desecar la marisma para crear un eucaliptal, con el doble objetivo de impulsar la industria maderera y combatir la malaria, una enfermedad transmitida por los mosquitos de la zona. Sin embargo, la intervención crucial del científico y ecologista José Antonio Valverde, quien presentó sólidos argumentos sobre la inmensa riqueza ecológica del lugar, logró conmover a Franco y evitar la que hubiera sido toda una catástrofe medioambiental. En reconocimiento a su labor, uno de los Centros de Visitantes del Parque lleva hoy el nombre de Valverde.

La biodiversidad del parque es verdaderamente asombrosa, destacando por sus dos ecosistemas principales: los bosques de pino y matorral mediterráneo y la vasta e inabarcable marisma. Esta última es un punto vital de migración y cría para miles de especies de aves procedentes de Europa y África. El Parque de Doñana es hogar habitual de más de 300 especies de aves, además de una rica variedad de mamíferos, anfibios, peces e innumerables insectos y arácnidos. De hecho este enclave natural es el único en toda Europa donde se puede observar una concentración tan elevada de aves acuáticas, habiendo superado en ocasiones los 470.000 ejemplares, aunque esta cifra ha variado a lo largo de los años. Entre las especies más emblemáticas que se pueden avistar en sus humedales y sus despejados cielos se encuentran el flamenco, la cigüeña negra, el águila imperial y el buitre leonado.

Además de su riqueza ornitológica, Doñana es un refugio esencial para varias especies en peligro crítico de extinción. Es uno de los pocos lugares donde sobrevive el lince ibérico, considerado uno de los felinos más amenazados del planeta. Asimismo, el parque alberga poblaciones vulnerables de águila imperial y tortuga mora, de la cual solo se contabilizan unas diez parejas en la zona, subrayando la importancia de los esfuerzos de conservación en este espacio protegido.

Un halo de misterio y arte envuelve el Parque de Doñana al popularizarse la creencia de que fue aquí donde el célebre pintor Francisco de Goya concibió dos de sus obras más icónicas, las “Majas”. Se relata que en la primavera de 1797, Goya se retiró al Palacio del Parque, invitado por Doña Cayetana de Silva, la entonces Duquesa de Alba, y durante su estancia realizó varios retratos de ella. La existencia de los “Cuadernos de Sanlúcar” refuerza la teoría de que sus famosas “Maja Desnuda” y “Maja Vestida” fueron inspiradas en este singular entorno.

La curiosidad del nombre

El nombre del parque también encierra una historia ligada a la nobleza y el amor. A finales del siglo XVI, Don Alonso Pérez de Guzmán, el séptimo duque de Medina Sidonia, mandó construir un palacio en lo que entonces era un extenso bosque y coto de caza. Este palacio fue edificado para su esposa, Doña Ana Magdalena Gómez de Silva y de Mendoza. Con el tiempo, el nombre original de “Bosque de Doña Ana” evolucionó hasta convertirse en el conocido “El Coto Doñana”.

Las dunas de Doñana constituyen otro de sus elementos más fascinantes, ya que son “dunas vivas”, es decir, en constante movimiento y renovación, avanzando entre dos y cinco metros cada año impulsadas por el viento de poniente, conocido como Foreño, además de la acción del mar. Estos paisajes dinámicos no solo son una maravilla natural, sino que incluso sirvieron de escenario para recrear el desierto en la mítica película Lawrence de Arabia, convirtiendo a Peter O’Toole en un “Lawrence de Doñana”. Una curiosidad botánica adicional es la sorprendente adaptación del enebro marítimo, un árbol que “surfea” sobre las dunas al enrollar sus raíces para evitar ser sepultado y desenroscarlas una vez que el peligro ha pasado.

Finalmente, el parque guarda conexiones históricas y religiosas profundas, como la teoría de que un antiguo templo dedicado a Astarté, la diosa tartésica de la fecundidad asociada al agua y la luna, se encontraba en el mismo lugar donde hoy se alza la ermita de la Virgen del Rocío. La Virgen, conocida como la “Madre de las Marismas” y la “Blanca Paloma”, mantiene esa simbólica vinculación con el agua y la representación de Astarté como una paloma blanca. Además, la Isla Mayor, dentro del parque, fue un centro clave para el cultivo de arroz a principios del siglo XX, impulsando el desarrollo de la zona con capital extranjero y atrayendo una mezcla de poblaciones de toda España, incluyendo a valencianos que trajeron consigo sus propias costumbres y festividades. Este lugar fue un experimento social único, pasando de ser un área deshabitada a una sociedad bien articulada en menos de cien años, aunque también se enfrentó a desafíos como la mortandad de aves por pesticidas y la introducción del cangrejo rojo, una especie exógena que, a pesar de dañar el ecosistema, generó una floreciente industria de precocinado y una rica tradición gastronómica.