Así fue como César Cadaval, de 'Los Morancos', pidió ayuda a Felipe González para que el Sevillla no descendiera: “Lo he contado muy pocas veces”

César Cadaval intercedió para que el Sevilla no bajara, aunque afirma que realmente no surtió efecto

Héctor Farrés

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Los rumores sobre tratos de favor en el fútbol español aparecen con frecuencia cada vez que una decisión administrativa altera el curso deportivo. La idea de que los clubes influyentes cuentan con una protección política es algo en lo que creen muchos aficionados, sobre todo cuando los fallos benefician a los grandes.

En teoría, los equipos deben alcanzar sus objetivos por méritos en el campo, pero existen episodios que alimentan las sospechas. Uno de los casos que se acaba de destapar surgió a mediados de los 90 con el Sevilla FC, cuya supervivencia en Primera División dependió de una resolución que traspasó las fronteras del deporte.

El humorista terminó metido en una gestión que cruzó la línea entre deporte y política

En el verano de 1995 la Liga de Fútbol Profesional sancionó al Sevilla con un descenso administrativo a Segunda B. La entidad había alcanzado la quinta posición en la temporada anterior, pero no presentó a tiempo un aval de 85 millones de pesetas, requisito exigido para inscribirse en la competición. Aquella medida desató una reacción masiva en la ciudad. Las calles se llenaron de seguidores del club que exigían su restitución en la categoría profesional, y el conflicto creció hasta adquirir una dimensión nacional.

En esos días de incertidumbre, el humorista César Cadaval, integrante del dúo Los Morancos, desempeñó un papel crucial. Según contó en el programa El Cubo de Sevilla FC+, recibió una llamada de José María Del Nido Benavente, entonces vicepresidente del club, que le pidió interceder ante Felipe González.

El artista relató que se encontraba en Rota cuando escuchó la petición y que decidió acudir personalmente a la residencia veraniega del presidente del Gobierno, situada en el Coto de Doñana. “Me llamó José María y me dijo: Tienes que hablar con Felipe González porque el Sevilla se va a Segunda B y transmitirle que eso no puede ser, que se va a formar en la ciudad un pitote”, recordó en la entrevista.

La visita a Doñana abrió un canal informal con el poder en plena tormenta sevillista

Aquel encuentro se desarrolló con naturalidad, dentro de la relación cercana que mantenían algunos artistas con el dirigente socialista. Cadaval explicó que cruzó el río en la barcaza para llegar a Doñana, donde fue recibido por Carmen Romero, esposa del presidente, a quien avisó de su visita. “Le dije que iba para allá, que tenía que decirle a Felipe una cosa”, comentó.

En esa época, Rafael Cortés Elvira ejercía como Secretario de Estado de Deportes, figura fundamental en las gestiones sobre la inscripción de los clubes. El humorista acudió con la intención de pedir ayuda y trasladar el mensaje del sevillismo. La conversación entre ambos transcurrió en tono distendido. “Vengo para decirte que tienes que llamar a Cortés Elvira, por favor, que el Sevilla no puede bajar a Segunda B”, explicó Cadaval sobre su petición.

La sanción al Sevilla desató un terremoto que trascendió el deporte

González respondió con prudencia: “Vamos a hacer lo que podamos”. En paralelo, Carmen Romero ofreció su colaboración con una frase que el artista recordó con simpatía: “Tú tranquilo, que yo después le doy otro toquecito”. Aquella complicidad ilustró la dimensión política que había alcanzado un asunto deportivo y reflejó hasta qué punto el Sevilla, supuestamente, contaba con apoyos más allá del terreno de juego.

Cadaval asegura que no fue para tanto

Las movilizaciones continuaron en Sevilla mientras se resolvían los trámites administrativos. El 14 de agosto la entidad presentó finalmente el aval exigido y la Asamblea Extraordinaria de la Liga acordó ampliar la Primera División a 22 equipos. Además del Sevilla, el Celta de Vigo recuperó su plaza, y se mantuvieron los ascensos de Albacete y Valladolid. La solución satisfizo al sevillismo.

El propio César Cadaval evitó atribuirse mérito alguno y destacó el papel decisivo de la afición. “Eso fue por la fuerza que tiene esta afición y salió todo para delante al final. Pero, bueno, fue el granito de arena que pusimos”, afirmó en la entrevista. La salvación del club confirmó el poder de la presión popular, aunque también alimentó la idea de que en el fútbol español los despachos, y no solo el césped, podían determinar los resultados.

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