Un jugador de la NBA asegura que aun estando en el colegio sería superior a cualquier jugadora de la WNBA y Sophie Cunningham le da la razón
El deporte femenino arrastra una percepción de inferioridad que todavía aparece en comentarios y comparaciones dentro del ámbito profesional. Las mujeres que compiten al máximo nivel se enfrentan con frecuencia a opiniones que miden su rendimiento frente al de los hombres, incluso frente a adolescentes que están empezando adentrarse en el terreno profesional.
Este tipo de discursos revela cómo la valoración física eclipsa los méritos técnicos y la disciplina que sostienen una carrera en la élite. Las declaraciones que originaron el último debate sobre este asunto derivaron en un enfrentamiento mediático que expuso el persistente desequilibrio con el que se juzga el esfuerzo de las atletas.
Un comentario reaviva viejas ideas sobre la superioridad física masculina
Michael Porter Jr., alero de los Brooklyn Nets, declaró en el pódcast Ball in the Family del también baloncestitas Lonzo Ball que su versión de octavo curso habría sido capaz de derrotar a jugadoras de la WNBA. Dijo que basaba su afirmación en la experiencia, porque en esa etapa se enfrentaba a sus hermanas, que jugaban en la Universidad de Misuri. Añadió que entonces participaba en entrenamientos donde coincidía con futuras profesionales y que incluso “estaba en séptimo u octavo curso y lo hacía muy bien”.
La precisión temporal generó críticas en las redes, ya que Porter tiene solo dos años menos que Sophie Cunningham, una de las jugadoras que citó. Por esa diferencia de edad, cuando ella comenzó la universidad él ya cursaba décimo, lo que hacía imposible que se hubieran enfrentado en las fechas que mencionó.
Cunningham, ahora en Indiana Fever y una de las caras más destacadas de la liga, abordó el asunto en su pódcast Post Moves. Afirmó que la diferencia física entre hombres y mujeres explica por qué un adolescente de talla profesional podría superar a una atleta consolidada.
Explicó que “si eres un profesional, si estás en ese grupo de élite, deberías poder ganar a las chicas”. Añadió que no le sorprendía ese planteamiento y que “cualquier jugador de la NBA podría vencer a una mujer en el instituto”. Sostuvo también que “los hombres son más grandes, fuertes y atléticos, de una complexión distinta, y si los enfrentas a mujeres, van a ganar”.
Sus palabras, por lo tanto, apoyaron la idea de Porter y, además, coincidieron con el debate original sobre a qué edad un grupo de chicos con futuro profesional podría imponerse a un equipo femenino. Cunningham consideró que esa discusión tenía sentido y que el planteamiento era justo, porque en su opinión el desarrollo físico de un jugador que ya apunta a la élite le daría ventaja incluso frente a mujeres con experiencia universitaria o profesional.
Angel McCoughtry responde con un alegato en defensa de las deportistas
Sin embargo, la opinión no fue unánime. Angel McCoughtry, cinco veces All-Star de la WNBA, cuestionó la insistencia de algunos jugadores en compararse con mujeres. Dijo que “lo único que debería salir de la boca de un hombre sobre una mujer es algo que la eleve”. Recalcó que las deportistas logran mantener un nivel competitivo tras pasar por experiencias que los hombres no afrontan, como la maternidad. “Tenemos hijos y volvemos a dominar el deporte”, afirmó. McCoughtry recordó que figuras históricas como Kobe Bryant siempre mostraron respeto hacia el baloncesto femenino y pidió a Porter que, si no puede elogiarlo, opte por guardar silencio.
El episodio mostró cómo las comparaciones basadas en el sexo se mantienen en el discurso deportivo pese a los avances en visibilidad y reconocimiento. El modo en que se mide el mérito femenino frente al masculino sigue cargado de prejuicios. Las jugadoras profesionales entrenan con la misma exigencia, pero su esfuerzo se evalúa a menudo con criterios ajenos a su disciplina. Reconocer su rendimiento en igualdad de condiciones implica valorar su nivel competitivo sin restar mérito a lo que alcanzan por derecho propio.
4