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Las empresas tecnológicas lideran el lobby en la UE con un gasto de 97 millones anuales

Edificio Berlaymont, Sede de la Comisión Europea, Bruselas.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Las empresas tecnológicas se sitúan a la cabeza del lobby en la Unión Europea con un gasto de 97 millones anuales para influir en las políticas comunitarias, en pleno proceso de regulación del sector. Así lo recoge el informe The Lobby Network, elaborado por Corporate Europe Observatory (CEO) y Lobbycontrol, donde se muestra la potencia de lobby de la industria tecnológica en la UE, desde los gigantes de Silicon Valley hasta los de Shenzhen; desde empresas creadas online hasta aquellas que crean la infraestructura que mantiene Internet en funcionamiento...

Según los datos descubiertos por Corporate Europe Observatory y Lobbycontrol, hay 612 empresas, grupos y asociaciones empresariales que ejercen presión sobre las políticas de la economía digital en la UE. Juntos, gastan más de 97 millones de euros anuales presionando a las instituciones europeas. Esto convierte a la tecnología en el sector del lobby más grande de la UE en cuanto al gasto, por delante de la industria farmacéutica, los combustibles fósiles, las finanzas y los productos químicos.

A pesar del diverso número de actores, este universo está dominado por un puñado de empresas. Solo diez empresas son responsables de casi un tercio del gasto total en el lobby tecnológico: Vodafone, Qualcomm, Intel, IBM, Amazon, Huawei, Apple, Microsoft, Facebook y Google gastan más de 32 millones de euros en hacer oír su voz en la UE.

“De todas las empresas que presionan a la UE en torno a la política digital, el 20% tiene su sede en EE UU, aunque es probable que esta cifra sea incluso mayor”, afirma el informe: “Menos del 1% tiene oficinas centrales en China o Hong Kong. Esto implica que las empresas chinas hasta ahora no han invertido lobby de la UE tanto como sus contrapartes estadounidenses”.

Las empresas de la industria digital no solo ejercen presión de forma individual. También están organizados colectivamente en asociaciones comerciales y empresariales que son a su vez importantes agentes de lobby. “Las asociaciones empresariales que ejercen presión en nombre de las grandes tecnologías tienen un presupuesto de lobby que supera el del 75% de las empresas de la industria digital”, afirma la investigación.

“Los enormes presupuestos de lobby de las grandes tecnologías tienen un impacto significativo en los responsables políticos de la UE, quienes encuentran que llaman a su puerta con regularidad”, explica el informe: “El lobby en torno a las propuestas para la regulación de servicios digitales en un intento de la UE de controlar a las grandes tecnologías, proporciona el ejemplo perfecto de cómo el inmenso presupuesto de las empresas les proporciona un acceso privilegiado: funcionarios de alto nivel de la Comisión Europea mantuvieron 271 reuniones, el 75% de ellas con lobbys de la industria. Google y Facebook lideraron el grupo”.

“A pesar de apoyar públicamente estas propuestas, las actas de las reuniones, las estrategias de lobby filtradas y los documentos internos muestran que las grandes tecnologías todavía están presionando para intentar diluir las reglas previstas. Esta batalla ahora se ha trasladado al Parlamento Europeo y al Consejo –los Gobiernos– y, a pesar de la falta de transparencia, comenzamos a ver la huella de lobby de las grandes tecnologías en las capitales de la UE como Tallin, Estonia”, relata el documento.

Tommaso Valletti, ex economista jefe de la Dirección de Competencia de la Comisión de la UE y profesor de Economía en el Imperial College, ha declarado al Corporate Europe Observatory: “El poder económico y político de los gigantes digitales es considerable y no van a permanecer pasivos ante posibles nuevas reglas que afecten la forma en que llevan a cabo sus negocios. Por eso las instituciones de la UE necesitan urgentemente cambiar la forma en que manejan este lobby y limitar el poder de la gran tecnología ”.

Según el informe, la nueva narrativa de Big Tech se basa en “apoyar públicamente nuevas reglas, pero solo reglas blandas, moldeadas por ellas mismas. Esto luego se combina con intentos de reformular la regulación como una amenaza, no para sus propios beneficios, sino para las pymes y los consumidores. El último componente es avivar los temores geopolíticos al advertir que la regulación hará que Europa se quede atrás de Estados Unidos y, sobre todo, de China. Detrás de esta narrativa todavía se encuentra la creencia de que la regulación lastra la innovación”.

El lobby de las Big Tech también se basa “en la financiación de una amplia red de terceros, incluidos grupos de expertos, asociaciones de empresas emergentes y PYME y consultorías jurídicas y económicas para impulsar sus mensajes. Estos vínculos a menudo no se divulgan, lo que oculta posibles sesgos y conflictos de intereses: hay 14 think tanks y ONG con vínculos estrechos y opacos con firmas tecnológicas”.

Los inmensos recursos de lobby de las grandes tecnologías reflejan el creciente dominio del sector en la economía y en la sociedad en su conjunto: “Hace diez años, el lobby en la UE era diferente, con sectores como el financiero o el farmacéutico que lo dominaban. Pero esto ha cambiado en la última década con las tecnológicas superándolos en términos de gasto, alcance e influencia. El alarmante poder del sector digital debería ser una llamada de atención para implementar una regulación más estricta de los grupos de presión tanto a nivel de la UE como de los Estados miembros, y para asegurarse de que se creen nuevos instrumentos para limitar el poder de las corporaciones que de otra manera lo usarían para dar forma a la legislación de acuerdo con sus intereses”.

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