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Por qué los partidos tradicionales se desploman en Europa

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The Guardian

Jon Henley —

Justo cuando Europa menos lo necesitaba, una cadena de confusión y de elecciones inconclusas en el último año –desde España e Irlanda hasta Eslovaquia y Portugal– ha provocado fracturas en los parlamentos, improbables e inestables coaliciones y la debilidad que suponen muchos gobiernos divididos.

A medida que los gobiernos se esfuerzan por deshacerse de la crisis financiera de la Eurozona, la inmigración y el temor hacia el terrorismo islamista se están poniendo por delante dentro de las principales preocupaciones de los votantes. Unos cambios sociales cada vez más profundos han llevado al hundimiento del apoyo a los partidos tradiciones y al alzamiento del populismo antiausteridad, antieuropeísta y antiinmigración que recorre el continente.

Los resultados de las elecciones regionales alemanas del pasado 13 de marzo, en las que el partido de Angela Merkel, Unión Democrática Cristiana (CDU) y sus compañeros de la gran coalición socialdemócrata (formada con el partido socialdemócrata SPD) perdieron muchos votos en favor de los liberales, los verdes y sobre todo el partido xenófobo Alternativa por Alemania indica que, incluso en el motor económico de Europa, las próximas elecciones generales de 2017 marcarán el final de la cultura económica estable tal y como la conocíamos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

“Lo que estamos viendo es el aumento del voto fragmentado, tanto en la izquierda como en la derecha”, explica Simon Hix, profesor de política europea comparada en la Escuela de Economía de Londres. “Los partidos tradicionales del centro-izquierda y centro-derecha, que antes podían confiar en acumular el 40% de los votos, ahora ven reducido este porcentaje al 20 o el 25%. Está pasando en todos los sitios y esto puede suponer un enorme problema”, apunta.

Resultado de las elecciones eslovacas de 2016

En Eslovaquia, las elecciones parlamentarias celebradas el pasado 6 de marzo configuraron un parlamento con ocho partidos radicalmente diferentes, incluidos dos de extrema derecha. El primer ministro Robert Fico y su partido de centro-izquierda Smer-SD ganó técnicamente con el 28% de los votos, pero perdió su mayoría.

Después de diez días de negociaciones, Fico ideó una inestable nueva coalición con un pequeño partido de derechas, Slovak National, los liberales de centro-derecha y el partido que representa los intereses de la minoría húngara en el país. Sin embargo, todos fueron grandes enemigos durante la campaña electoral y el nuevo gobierno parece desgarrado por las rivalidades y desacuerdos.

Resultado de las elecciones españolas de 2015

España, mientras tanto, con un sistema electoral diseñado tras la vuelta de la democracia en los años 70 para otorgar fuertes mayorías y estabilidad a los dos partidos más votados, sigue sin gobierno tres meses después de que se celebrasen las elecciones el pasado 20 de diciembre.

El partido que sigue en funciones de centro-derecha, el Partido Popular, consiguió de nuevo ser el más votado con un 29% de los votos –16 puntos por debajo de los resultados obtenidos en 2011– mientras que su rival histórico, el PSOE, captó solo el 22% de los votos. Dos nuevos partidos, el populista izquierdista Podemos y el liberal reformista Ciudadanos, obtuvieron el 21 y 14% de los votos, produciendo un atolladero político perfecto y provocando que el siguiente paso probable sea volver a celebrar elecciones el próximo mes de junio.

Resultado de las elecciones de Portugal de 2015

Tras las elecciones poco concluyentes del pasado 4 de octubre, Portugal está siendo gobernado por una frágil y novel alianza izquierdista –la primera desde la llegada de su democracia hace cuatro décadas–. La unión está formada por socialistas, comunistas, verdes y el bloque de izquierdas que derribó por muy poco a la minoría conservadora después de once días de negociaciones dramáticas en el parlamento.

Resultados de las elecciones generales en Irlanda

Las elecciones irlandesas del 26 de febrero también siguieron esta tendencia. La coalición del primer ministro Enda Kenny perdió su mayoría parlamentaria, los votantes dejaron clara su posición en contra de la austeridad. La opción más obvia quizá sea una gran coalición de centro formada por el Fine Gael y el Fianna Fail, si no tenemos en cuenta que ambos partidos han sido rivales desde los años 20.

Las elecciones más recientes no son la única evidencia de fractura política a la vista. La precaria administración de Bélgica, a la que llaman a veces “la coalición kamikaze', fue tan difícil de ajustar que tardó en hacerse oficial 138 días después de las elecciones del pasado mes de mayo de 2014. En Suecia y Dinamarca, tensos gobiernos en minoría sobreviven gracias al capricho de los populistas en contra de la inmigración que equilibran la balanza del poder.

¿Cómo van a ser las próximas elecciones?

Es poco probable que las próximas elecciones sean diferentes. Aparte de las elecciones federales en Alemania del próximo año, las elecciones en Holanda señalan que en los próximos comicios parlamentarios previstos en marzo de 2017, los tres partidos tradicionales del gobierno holandés –el socialista PvdA, el cristiano demócrata CDA y el liberal VVD– lucharán por negociar el 40% de los votos entre ellos. Esta es aproximadamente la misma proporción que cualquiera de estos partidos había esperado ganar independientemente solo hace unos años.

Los analistas señalan que se sabe desde hace tiempo que esta agitación política va a erosionar el consenso político. Un estudio de 800 elecciones celebradas en los 140 años pasados realizado por el instituto IFO de Munich concluyó el pasado año que, históricamente, “la incertidumbre política aumenta después de una crisis financiera, las mayorías de los gobiernos se reducen y la polarización aumenta.

Los autores del estudio explican que los “votantes parecen particularmente atraídos por la retórica política de la extrema derecha, la cual muchas veces atribuye toda la culpa a las minorías o a los inmigrantes”. Como promedio, han descubierto en la investigación que los partidos de extrema derecha obtienen más del 30% del voto inmediatamente después de una crisis financiera.

Efectivamente, esto ha sucedido en el caso del oeste de Europa y Escandinavia, donde la fragmentación ha desembocado en un aumento del apoyo a partidos contrarios a la Unión Europea y a los inmigrantes como ha sucedido con el Frente Nacional de Marine Le Pen, con el xenófobo Partido Popular danés o el AfD alemán.

En el centro y el este de Europa, más ligados al viajo estilo nacionalista, autoritario, a veces religiosos pero esencialmente conservador, partidos como el Ley y Justicia polaco o el Fidesz húngaro han sido catapultados al poder. En el sur de Europa, los países se han visto más afectados por la crudeza de la crisis. En España, Portugal y Grecia se ha producido una gran polarización después de 2008, división que ha favorecido a la extrema izquierda en lugar de a la extrema derecha, y esto sucede básicamente por sus experiencias fascistas recientes.

No obstante, el resultado es el mismo: a lo largo del continente, los partidos tradicionales y las alianzas que una vez dominaron la política nacional experimentan un vertiginoso retroceso, haciendo que las coaliciones sean complicadas, incluso en los países con una larga tradición de pactos de este tipo. Todo esto hace que se produzcan pactos de gobierno muy débiles y potencialmente de corta duración.

Dentro de este cuadro de oscilación, ha estallado la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, lo que hace que esta fragmentación se vea intensamente agravada y sea evidente en todos los sitios. En Gran Bretaña, sin embargo, se enmascara esta realidad gracias a su sistema electoral que solo necesita una mayoría simple para conseguir gobernar y, a diferencia de los otros sistemas proporcionales de representación del continente, hace muy difícil que partidos minoritarios puedan triunfar a nivel nacional.

La fragmentación política preocupa porque los gobiernos endebles y las complejas legislaturas que suelen producirse pueden hacer que sea mucho más difícil adoptar reformas o aceptar situaciones políticamente controvertidas, como por ejemplo ponerse de acuerdo sobre el número de refugiados que un país debe aceptar.

A nivel internacional sucede algo parecido. Cada vez es más complicado sacar adelante una reforma pero cada vez son más necesarias, como por ejemplo en las reglas de la Eurozona para otorgar asilo político. “Veo dos posibles escenarios”, confesó Hix. “O bien los partidos tradicionales se acostumbran a este nuevo mundo o empiezan a pensar seriamente en cómo construir otro tipo de coaliciones de base más amplia”, aseguró. “También pueden no hacerlo. En ese caso el resultado podría ser una crisis política real e incluso la ingobernabilidad”, concluye el especialista.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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