Un paseo por Cambados, la “Muy Leal Villa” capital del Albariño

El Pazo de Fefiñáns.

Roberto Ruiz

Las Rías Baixas están plagadas de pueblos encantadores, por eso se trata de una de las zonas más turísticas de Galicia. Y aunque muchos merecen un poco de nuestro tiempo, Cambados requiere una mención especial. Aquí, en la ría de Arousa, en el valle del Salnés, y como fruto de la unión de la unión de las antiguas y señoriales villas de Fefiñáns, Cambados y San Tomé do Mar, se levanta uno de los destinos turísticos más llamativos y señoriales de toda la región.

Cambados tuvo un papel fundamental en la Alta Edad Media, cuando vikingos y normandos acechaban desde el mar, y su resistencia le valió el título de “Muy Leal Villa” por parte de Fernando II, Rey de León. Eso le hizo vivir un periodo de esplendor que llenó sus calles de pazos y casas nobles, de edificios señoriales que perduraron en el tiempo hasta nuestros días. Un aire distinguido que aún rezuman sus calles empedradas y del que podemos disfrutar cuando hoy paseamos sin prisas por ellas. 

Cambados de punta a punta

Cambados tiene un tamaño perfecto para ser caminado. Recorriendo sus calles, descansando en sus plazas y admirando su arquitectura será como mejor lo podremos conocer. Si a eso le sumamos un par de paradas para degustar su más fresca gastronomía, sacada del mar y regada con Albariño, ya tenemos el plan completo. Así que si no quieres perderte ninguno de sus principales atractivos, lo mejor es recorrer la villa de punta a punta.

  • El Pazo y la Plaza de Fefiñáns

Este podría ser el mejor punto por el que empezar tu ruta una vez en Cambados. Una vez en la plaza de Fefiñáns tendrás a ti el majestuoso palacio del mismo nombre, también conocido como Palacio de Figueroa. Comenzó a construirse en el siglo XVI por orden de Don Juan Sarmiento de Valladares y fue declarado Bien de Interés Cultural en 2012. 

Es el encargado de darle forma a la plaza y aunque se puede considerar uno de los pazos barrocos que pueblan Galicia en realidad deja ver cierta influencia renacentista italiana. De él llaman poderosamente la atención los balcones circulares que se asoman a sus esquinas, así como la torre del homenaje.

La plaza antiguamente se conoció como la plaza del mercado, pues hacía de zona comercial, y originalmente se construyó abierta mirando al mar, con cuatro arcos-puentes que rodeaban el palacio y del que hoy solo queda uno. Se dice, por cierto, que en los jardines del palacio fue plantada la primera cepa de Albariño de la cuenca de O Salnés y que aquí se etiquetó la primera botella. Actualmente el Pazo de Fefiñáns alberga las bodegas de vino Joaquín Gil Armada y Palacio de Fefiñanes.

  • La Iglesia de San Benito

La iglesia de San Benito forma parte de la propia plaza de Fefiñáns. Tuvo su origen en el siglo XV, pero fue reedificada enel siglo XVII por orden de Don Gonzalo de Valladares. De hecho, la fachada y las torres son de 1784. De modo que las torres barrocas contrastan con su interior gótico. Dentro se encuentran las capillas en las que descansan el propio Don Gonzalo de Valladares y su esposa Doña María de Ozores.  

  • El Pazo de Ulloa

A un cómodo paseo desde la plaza de Fefiñáns tenemos el pazo de Ulloa, otro de los imprescindibles de Cambados. Sobrio y firme como él solo, se construyó a finales del siglo XV y también es conocido como la Casona os Pazos, edificado sobre un terreno que albergaba la vivienda de Don Lope Sánchez de Ulloa. Fue residencia de su hija y sus descendientes, incluido Alonso Fonseca III, arzobispo de Santiago y de Toledo.

Transmite una firmeza que le da aspecto de indestructible y en su fachada principal luce el escudo de armas de los Acevo, los Ulloa, los Fonseca y los Castro, que son las familias que lo han habitado. Está rodeado por unos pequeños jardines y cuenta con hasta su propia torre. 

  • Las Ruinas de Santa Mariña Dozo

Desde el pazo de Ulloa estaremos a solo cinco minutos de uno de los lugares más singulares de todo Cambados: las ruinas de Santa Mariña Dozo. Se encuentran en las inmediaciones de un antiguo castro, cerca del monte de A Pastora, y que no esté lejos del pazo de Ulloa no es casualidad, pues estamos ante los restos de una iglesia construida por orden de Don Lope Sánchez de Ulloa y ampliada por su hija, María de Ulloa, en el siglo XV. El templo se abandonó en el siglo XIX, cuando la iglesia se reubicó en el antiguo convento de San Francisco, y en 1943 sus restos fueron declarados Monumento Nacional. 

De ella poco queda ya y los arcos de su bóveda se mantienen en equilibrio desnudos en el aire. Fue un buen ejemplo del gótico marinero gallego, de nave única, cinco capillas laterales, sacristía y capilla mayor. Con todo al descubierto, los restos aguantan con dignidad las inclemencias del tiempo y aún se pueden observar relieves con escenas bíblicas. Con el cementerio a sus pies en 2013 fue inscrita en la ASCE, la Asociación Europea de Cementerios Significativos de Europa. 

  • El Pazo de Montesacro y la Capilla de la Valvanera

Si seguimos caminando hacia el sur pronto llegaremos a San Tomé do Mar, el barrio de pescadores de Cambados. Allí nos espera el pazo de Montesacro y la capilla de la Valvanera. Otro buen ejemplo de la cara más noble de Cambados. El pazo se construyó en el siglo XVIII por orden del I Marqués de Montesacro, Don Diego de Zárate y Murga. Nada más verlo llama la atención por sus grandes dimensiones y su ubicación elevada, estratégica para conseguir las mejores vistas al mar. Si nos fijamos nos recuerda un poco a Compostela, eso se lo debe a su influencia barroca, y presidiendo la fachada principal resalta un gran escudo de armas perteneciente a los Zárate y Murga. 

Semejante pazo hace hoy, y desde 1942, de residencia de ancianos. En su día los marqueses de Montesacro trajeron aquí una imagen de la Virgen de Valvanera, de tradición riojana, y adosada al pazo construyeron la capilla de la Valvanera que vemos hoy día. Desde aquí solo cuatro minutos nos separan de nuestra siguiente parada: la Torre de San Sadorniño.

  • La Torre de San Sadorniño

En el extremo sur de Cambados, metida en el mar y con vistas a la isla de A Toxa, se encuentra la torre de San Sadorniño: uno de los vestigios más antiguos del lejano pasado de Cambados. Se construyó en la Alta Edad Media, con funciones de vigía y faro para los barcos, y se reformó por orden del Arzobispo Gelmírez en el siglo XII. Su ubicación era estratégica pues desde su posición controlaba a los enemigos normandos que pretendían asaltar Santiago de Compostela remontando el río Ulla, por el que se podía subir hasta Padrón. Formaba parte de un sistema de comunicación mediante luminarias que se encendían en su parte más alta y que podía llevar un aviso desde la torre de A Lanzada hasta Santiago de Compostela, pasando por las torres de San Sadorniño, Vilanova de Arousa y las torres del Oeste de Catoira.

La torre se abandonó en el siglo XVIII y poco a poco se fue desmoronando. Junto a ella hubo una ermita con imágenes de San Tomé y San Sadorniño que aún se conservan en la capilla de la Valvanera. Hoy la torre resiste estoicamente en medio del mar y, conociendo su historia, contemplar sus restos impresiona aún más. Sobre todo si lo hacemos a última hora de la tarde y somos testigos de cómo el sol se pone tras ella realzando su silueta.

D.O. Rías Baixas: el Albariño

Técnicamente, la D.O. Rías Baixas comprende varios tipos de vinos, de uvas tanto blancas como tintas, pero si hay un protagonista en Cambados, ese es el Albariño. Tanto que desde 1953 aquí se celebra anualmente su particular Festa do Albariño, un evento declarado de interés turístico internacional en el que, además de mucho vino, hay un extenso programa de actividades repleto de música. 

Pero si no coincidimos con las fiestas, que suelen ser entre julio y agosto, siempre podemos recurrir al Museo Etnográfico y del Vino, ubicado junto a las Ruinas de Santa Mariña Dozo, para conocer cómo el Albariño ha marcado la historia, el arte y la cultura popular de Cambados a lo largo de su larga tradición vitivinícola. 

Otra opción, cada vez más demandada, es la de conocer alguna bodega que ofrezca visitas guiadas e incluso alguna cata. Opciones hay muchas, y en todas habrá que concertar con antelación nuestra visita, pero las que ofrecen bodegas como Pazo de Rubianes, Pazo Baión, Pazo de Señoráns, Mar de Frades, Terra de Asorei, Condes de Albarei, Lagar de Costa, o incluso Gil Armada y Palacio de Feriñanes, en el pazo de Feriñanes, te puede resultar de gran interés.

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