Una ruta de senderismo en Extremadura entre sombras, pozas y desfiladeros para escapar del calor
El Desfiladero del río Ruecas, situado en las proximidades del municipio de Cañamero, en la provincia de Cáceres (Extremadura), es un enclave que integra relieve y cultura en un entorno abrupto. El curso del río ha excavado entre formaciones de cuarcitas pertenecientes a las sierras de Los Castillejos, la Lóriga, el Risco del Castillo y el Risco de las Cuevas. En este tramo estrecho y encajado, el arroyo Valbellido converge con el Ruecas, configurando un paisaje singular que acompaña al visitante durante el descenso hacia el cauce. Este relieve irregular facilita la presencia de sombras naturales, que resultan especialmente apreciables en las jornadas estivales.
Además de su valor geomorfológico, el desfiladero alberga vestigios de ocupación humana prolongada. En el entorno inmediato se localizan abrigos rupestres —como la cueva de Álvarez (o de la Chiquita), la cueva de Rosa y el abrigo de los Vencejos— que conservan representaciones esquemáticas del Calcolítico. Estas pinturas, elaboradas con pigmentos rojizos y negros, incluyen figuras humanas, animales y posiblemente símbolos astrales, líneas y puntos. Asimismo, se identifican indicios de aprovechamientos hidráulicos, como antiguos molinos harineros que dan testimonio de usos históricos del cauce.
El acceso a este enclave se realiza por diversos puntos: desde la carretera que conecta Cañamero con Guadalupe, desde la vía antigua hacia Berzocana, o mediante el Camino Natural de las Villuercas. Estas alternativas de aproximación facilitan el acceso a visitantes sin experiencia en senderismo intenso, lo que convierte al desfiladero en una opción viable para quienes buscan una experiencia natural moderada durante los meses cálidos.
Geopatrimonio, interpretación y protección
El Desfiladero del río Ruecas forma parte del Geoparque Mundial Villuercas‑Ibores‑Jara, una figura respaldada por la UNESCO que abarca más de 2.500 km², en los que se incluyen 19 municipios y unos 52 geositios. La nominación destaca por integrar valores geológicos, biológicos y culturales en una red que promueve la divulgación y la sostenibilidad del territorio. Entre los recursos promovidos están géneros geológicos, fósiles, formaciones minerales, así como obras arquitectónicas de relevancia, como el Real Monasterio de Guadalupe, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993.
Dentro del patrimonio geológico local, el desfiladero ofrece un escenario donde los plegamientos cuarcíticos permiten observar estructuras como anticlinales, sinclinales e icnofósiles, que permiten entender procesos sedimentarios y tectónicos antiguos. Estas formaciones, visibles en el risco de Las Cuevas o en la cuarcita armoricana, son objeto de interés tanto para visitantes especializados como para el público general interesado en la historia de la Tierra.
Para facilitar la comprensión y divulgación del patrimonio, existen centros interpretativos: uno en Cañamero, que actúa como punto de acogida con paneles informativos, maquetas, muestras de minerales, fósiles y proyecciones audiovisuales; otro junto a la presa del Cancho del Fresno, dedicado a la biodiversidad (ZEPA Sierra de Villuercas y valle del Guadarranque), que enriquece la perspectiva natural y ecológica. Estos espacios refuerzan el valor científico y educativo del geoparque.
Recorrido, uso recreativo y recomendaciones al visitante
El itinerario por el desfiladero es rápido y de exigencia baja, apto para caminantes sin entrenamiento técnico. El trazado sigue el cauce del Ruecas, adentrándose en un entorno donde el relieve ofrece sombra, vegetación ribereña y la posibilidad de una pausa refrescante en entornos acuáticos naturales.
Uno de los puntos de interés del recorrido es el charco de la Nutria, una poza natural acondicionada con barandillas y mesas, que permite el baño en condiciones seguras. Esta zona, junto a los molinos escalonados y un elemento denominado “cruzania” (marcas grabadas en la roca), ha generado narraciones en torno a leyendas locales, aunque su interés principal recae en el uso recreativo y la integración del paisaje y la historia.
La combinación de accesibilidad, valor geológico y paisaje convierte al desfiladero en un destino adecuado para familias. Se recomienda evitar las horas centrales en días de calor estival y llevar agua, sombrero y protección solar. La presencia de instalaciones de interpretación próximas ofrece soporte informativo, lo que permite convertir la experiencia en un recorrido tanto educativo como relajado.
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