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Cataluña: el mejor resultado

Artur Mas y Raül Romeva en la Fiesta del Candidato de Junts pel Sí. / SANDRA LÁZARO

Andrés Ortega

¿Cuál es el mejor resultado de las elecciones del 27-S en Cataluña, o al menos uno razonable? Dentro de lo previsible, de lo posible, claro, y contando que, como ocurre con la belleza, ésta está en los ojos del que mira. Pues que la lista Juntos por el Sí –de Convergència, Esquerra y otros–, junto con la CUP, es decir el independentismo oficial, no sacarán, sumados, mayoría absoluta de escaños, es decir que quedaran por debajo de 67 de un total de 135. Pues esto evitaría entrar en escenarios de muy complicada gestión y propensos a graves accidentes. Artur Mas y Oriol Junqueras, y otros, se lo tomarían como un derrota, que lo sería. Pero una derrota suya y de su estrategia, no de los catalanes ni de Cataluña. Sobre todo, obligaría a la política española a hacer una oferta para la reforma de España, que incluyera responder a las preocupaciones de, ahora sí, una gran mayoría de los catalanes. Pues pase lo que pase el 27-S, el asunto catalán no va a desaparecer y seguirá necesitando respuestas. Ni es una broma, ni ha terminado, ni terminará el 27-S incluso con ese resultado.

La encuesta de junio del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió. el CIS catalán) señalaba que no hay mayoría social a favor de la independencia. Son más ahora los que están en contra que a favor, aunque tampoco hay mayoría a favor del statu quo. Sí la hay, y muy amplia (en torno al 80%), en favor de la idea del derecho a decidir, que se puede traducir de varios modos. Y esta diferencia entre mayoría social y mayoría política puede ser importante.

Este fin de semana saldrán las encuestas significativas sobre las perspectivas electorales catalanas (y generales). Alguna que se ha publicado en agosto tiene poco valor pues las empresas de opinión pública no podían trabajar, y hay que ver el efecto de los últimos episodios (investigación sobre el 3%, anuncio da la reforma de la ley del Tribunal Constitucional, declaraciones contra la independencia de organizaciones empresariales, etc.). Mucho va a depender de la participación: si es alta, el independentismo puede quedar frenado, aunque gane en términos relativos. En base a la evolución anterior, se intuyen dos grandes posibilidades. La primera es la que mencionamos antes: la lista del Sí como la más votada y con más escaños, pero no, junto a la CUP con mayoría absoluta. La otra posibilidad es que los independentistas saquen 68 diputados o más (aunque nunca los dos tercios que serían necesarios para reformar el Estatuto). En este escenario se abren a su vez dos variantes: la primera es que además de mayoría de escaños, los del Sí y la CUP sacaran mayoría de votos (aunque no fuera del censo). Y la segunda, que a pesar de tener más escaños, no tuvieran más votos, sino bastantes menos que la suma de los contrarios a la independencia. Pues la distribución territorial de los escaños hace que para conseguir un escaño por Girona, por ejemplo, se necesiten muchos menos votos que para uno por Barcelona. Esta distancia entre mayoría política y mayoría de votantes (no ya social) generaría para Mas y Junqueras un grave problema de conflicto de legitimidades.

No se puede mirar al 27-S como una elección en sí, sino en conjunción con lo que ocurra en diciembre en las generales en toda España. Es imprescindible esta doble óptica.  Naturalmente, Mas busca tener un Govern fuerte en Cataluña presidido por él con una mayoría independentista en el Parlament, y un Gobierno débil y con unas Cortes atomizadas en Madrid con el que negociar con fuerza para que se avenga a una nueva actitud hacia Cataluña o no pueda interferir en una eventual declaración de secesión seis meses después. El PP aspira a lo contrario. Probablemente, la situación no le dé la razón ni a uno ni a otro.

La campaña no acaba el 27-S. De hecho parte de las estrategias de todos en estas elecciones vienen movidas por las generales. Ven en las catalanas una manera de ganar votos en las generales dentro y fuera de Cataluña, lo que dificulta un debate sincero sobre posibles salidas a la situación.Tras la doble elección va a llegar el momento de tener grandes visiones, generosidad y cintura por parte de todos. Lo que, claro está, pasa por una reforma constitucional, que también habría que abordar incluso si no se diera este desafío. 

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