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Víctimas de Cuelgamuros algo reparadas

Pasillo central de la basílica del Valle de los Caídos

José María Calleja

Centrados como estamos en la exhumación del dictador Franco de Cuelgamuros, nos olvidamos de las víctimas realmente existentes

Familiares de personas que yacen en columbarios al lado de su exterminador, en contra de la voluntad de sus hijos y nietos, como mínimo

Gentes venidas de Aragón, hermanos Lapeña, de Calatayud; de Valladolid, una mujer en silla de ruedas; otras que residen ahora en Cataluña; gentes que pueden ver a través de un ventanuco los restos de sus seres queridos y tener así un cierto duelo, del que han carecido desde 1939 hasta ahora. Un tiempo.

Gentes que llevan trienios en esta lucha por la dignidad, sin desfallecer, y que ahora han tenido un cierto reconocimiento: les han dado un papel -la vida son papales-, en el que se dice que fueron y son víctimas, reconocidas por la democracia española de la dictadura franquista; esa que se inauguró fusilando y se concluyó fusilando.

También les han tomado pruebas de ADN a los familiares tenaces, para cotejarlas con los eventuales exhumados antes de que se mueran los demandantes; gentes que, en algún caso, no cumplirán ya los ochenta y que no se quieren morir sin recuperar a los suyos para enterrarlos como quieran. Lógico. Humana y democráticamente lógico.

Conmueve ver al bisnieto de uno de los enterrados al lado del dictador, dirigirse a los familiares de otros familiares de víctimas por sus apellidos: “¿vosotros sois la familia Lapeña?”, y cómo su madre le explica al crío, con total naturalidad, lo que pasó entonces y lo que pasa ahora, una reparación narrada.

Luego están los cenizos de guardia, alguna ceniza, fachas de toda la vida, se vistan como se vistan ahora; que dicen con fruición que antes saldrá Sánchez del Gobierno que el dictador de Cuelgamuros, no lo nombran así, claro. Parece que a su suficiencia prepotente, identitaria, les produce un cierto cosquilleo decir esta frase. Seguro que es lo que desean, lo que retrata su catadura.

Nos han puesto el 10 de Junio como fecha posible para exhumar al dictador. Ojalá que este anuncio se cumpla, por dignidad de todo los demócratas.

De momento los familiares de alguna de las víctimas han podido ‘verlas’, sentirse cerca de ellas y cerrar un cierto duelo.

La familia del dictador, que ha chupado rueda de una democracia que nunca les gustó, deberían tener una pizca de dignidad -honor, si lo prefieren- y haber facilitado la salida del dictador del Cuelgamuros. La democracia española ha sido generosa sin fronteras con ellos y ellos, en leve compensación, deberían facilitar ahora la salida de los resto del dictador, carretera de El Pardo, de donde nunca deberían haber salido.

Bueno, de momento, los familiares de algunos de los enterrados en Cuelgamuros al lado del dictador que los exterminó, han tenido una cierta reparación que les compensa. Algo hemos mejorado.

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