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La amenaza feminista

Villalobos y alcaldes y ediles de Sevilla, Alcalá, Castilleja, Osuna o Los Palacios pararán el 8M

Carlos Hernández

Primero creyeron, y con razón, que era una corriente minoritaria sin la fuerza necesaria para provocar grandes cambios. Después la vieron crecer, pero desde su atalaya de superioridad masculina se autoconvencieron de que solo estaban ante una travesura pasajera de “las chicas”. El 8 de marzo del pasado año terminaron las risas y las bromitas. Ese día llegó la preocupación. La marea morada provocó en ellos un tsunami de terror.

El feminismo constituye, a día de hoy, la mayor amenaza para quienes tratan de mantener el penúltimo gran dique de contención de ese océano llamado igualdad. Ya rodeados por las aguas siguen en pie, amenazantes, otros muros, como el del racismo. Sin embargo, es la pared del patriarcado la única que continúa deteniendo el avance de las olas. La única aparte del, mucho me temo, infranqueable muro final: el económico.

Muchas mujeres han sufrido e incluso han muerto, parafraseando al añorado maestro Labordeta, por empujar ese día… “para que pueda ser”. A todas ellas, creo, debemos recordarlas en una jornada histórica como la de hoy y, muy especialmente, a aquellas valientes luchadoras que lograron la aprobación del sufragio femenino y otros avances muy significativos para la época durante la II República. Mujeres, muchas de las cuales, tal y como escribí hace justo un año todavía siguen enterradas en las cunetas.

El día en el que caiga ese penúltimo dique, aunque lejano, estará un poco más cerca después de este 8 de marzo. Ahora ellos sí lo saben y por eso su reacción será cada día más virulenta. Ahondarán en la criminalización y la ridiculización del movimiento. Seguirán banalizando y tergiversando sus mensajes. Buscarán la división entre las mujeres. Seguirán metiendo sus caballos de troya, tal y como describían magistralmente Elisa Beni Rosa María Artal en esta misma tribuna.

Pasear autobuses por España con el rostro de Hitler resulta insultante para las mujeres y hasta para las víctimas del Holocausto, pero no pasa de ser una ocurrencia tan repugnante como ineficaz. El peligro radica en que la involución se venda, como ya se está intentando vender, como liberación. El objetivo de quienes se niegan a perder sus privilegios pasa por darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al feminismo por totalitario y a esa cosa que algunas llaman “feminismo liberal” por liberador.

Aún están lejos de perfeccionar su discurso porque han sido demasiados años pensando que el lugar de sus parejas estaba en ese cuarto extraño repleto de humo, fogones y cacharros. Por eso, mientras se les llena la boca de igualdad, aún transitan por los mismos senderos: explicando a las mujeres lo que llevan en su interior cuando están embarazadas o interpretando que la verdadera libertad la consigue aquella mujer que vende su vientre al mejor postor.

Feminismo es sinónimo de igualdad. Solo un machista o un ignorante puede mantener que el movimiento feminista pretende la supremacía de la mujer y el sometimiento del hombre. El supuesto feminismo teledirigido por quienes no creen en él no deja de ser una versión actualizada de lo que en los tiempos oscuros del dictador se llamaba feminidad. 

“Formad familias porque necesitamos más españoles”, “en lugar de abortar, tened niños”, “alquilad durante nueve meses vuestros cuerpos”. Es lo de siempre… son los de siempre con una capa más o menos fina de maquillaje. Ellos os tienen miedo, muchos otros os vemos como la única esperanza.

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