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El aviso de los insectos

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José Luis Gallego

Aunque como especie intentemos ir de guay por el planeta, si miramos al resto de las que lo pueblan, ese inmenso mosaico formado por la biodiversidad que habita la Tierra, lo cierto es que, a escala de biomasa planetaria, somos absolutamente insignificantes.

Los homínidos formamos una diminuta familia perteneciente al orden de los primates. Chimpancés, gorilas, orangutanes, bonobos y humanos: ahí estamos todos; cinco macarras que por el hecho de caminar erguidos y tener más o menos destreza con el uso de la inteligencia nos creemos alguien. Pero aquí los que verdaderamente mandan son los insectos.

Algunos estudios señalan que más de la mitad de los animales que pueblan la Tierra pertenecen a esta clase de invertebrados. Otros elevan esa proporción a casi tres cuartas partes. Su biomasa pesa veinte veces más que la de la humanidad.

Y es que, con alrededor de un millón de especies descritas, de lo que no cabe duda es que los insectos son el grupo más variado, numeroso y ubicuo del planeta. Sin embargo los seres humanos prestamos poca atención a esta clase de animales, cuando deberíamos hacerlo.

Los científicos llaman “bioindicadores” a los cambios en los ecosistemas asociados a la pérdida de calidad ambiental y el avance del cambio climático. En ese sentido algunos seres vivos, con su expansión o su declive, actúan como semáforos vivientes de lo que está ocurriendo, avisándonos de la que se nos puede venir encima.

Y el último aviso de los insectos es muy inquietante.

La revista científica Biological Conservation acaba de dar a conocer los resultados de un estudio sobre el declive mundial de los insectos coordinado por el investigador español Francisco Sánchez-Bayo, del Instituto de Agricultura de la Universidad de Sidney, Australia. 

“La biodiversidad de los insectos está amenazada en todo el mundo”. Así de contundente es la frase con la que arranca este riguroso trabajo de investigación que ha dado la vuelta al mundo gracias a un excelente artículo divulgativo publicado la semana pasada en The Guardian.

Con un ritmo de descenso de las poblaciones de insectos del 2,5% anual, la desaparición de especies en el mayor grupo de seres vivos del planeta está batiendo records jamás anotados por la ciencia. Si seguimos así en los próximos diez años podría desaparecer una cuarta parte de especies y a la siguiente década nos podríamos quedar con la mitad. Para final de siglo perderíamos a nuestros mejores aliados en la naturaleza y los mayores facilitadores de la biodiversidad terrestre.

Los insectos son esenciales para la polinización de las plantas y el desarrollo de los cultivos que nos proveen de alimento. Sin ellos el superdotado Homo sapiens no es nadie. Pero es que además son un eslabón indispensable para el mantenimiento del resto de la cadena trófica, donde sirven como alimento base para la mayoría de los vertebrados y desarrollan un trabajo insustituible como organismos descomponedores de la materia orgánica: son el mayor restaurante del planeta y los grandes recicladores de la naturaleza.

La contaminación atmosférica, las malas prácticas y el abuso en el uso de agroquímicos en la agricultura intensiva, la deforestación, el cambio de uso de los suelos y el avance del calentamiento global son las principales causas que están detrás de esta grave amenaza.

Si los dejamos caer, si no ponemos en marcha los mecanismos necesarios para revertir su retroceso, el aviso de los insectos se puede convertir en un auténtico ultimátum para todos.

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