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El ganador del tour nunca se cae

Albert Rivera

Javier Pérez Royo

Todo el mundo en España sabe que el ganador del Tour nunca se cae. No está escrito en ninguna parte que tenga que ser así, pero es así. Todos los años nos lo recuerdan en el mes de julio en algún momento de la retransmisión de alguna de las etapas.

Lo que vale para la competición ciclista, vale también para la competición electoral. El partido ganador de una elecciones nunca resbala cuando están convocadas o incluso en los meses previos a la convocatoria en los que la competición entre los partidos ya está muy presente en la opinión pública. El resultado de las elecciones formalmente se decide el día que los ciudadanos depositan el voto en las urnas, pero materialmente se decide mucho antes. O mejor dicho, el descarte del partido que no va a ganar se produce mucho antes. Como ocurre en casi todos los terrenos, acertar lo que no va a suceder es mucho más fácil que acertar lo que va a pasar. Mucho antes de la jornada electoral ya se sabe qué partido de los que pareció en algún momento que podía ganar, no va a conseguirlo. Quién va a ganar y, sobre todo, quién va a poder gobernar es más complicado de saber. Pero quién no va a ganar, se sabe.

Ese es el caso de Ciudadanos. Desde la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, Albert Rivera y su equipo de dirección del partido no han hecho más que resbalar. No se puede entender que no pactaran la moción de censura imponiendo una fecha para la convocatoria de elecciones y que prefirieran apoyar a Mariano Rajoy al día siguiente de que se hiciera pública la sentencia de la Audiencia Nacional del caso Gürtel. Es incomprensible que no advirtieran que con esa decisión dejaban al partido encajonado en el espacio de la derecha y en una posición subalterna respecto del PP y de enorme debilidad frente a la invasión del nuevo partido emergente de extrema derecha, Vox, que ya estaba haciéndose presente. A lo largo de estos meses no han hecho más que encerrarse cada vez más en ese callejón, que se está convirtiendo para el partido en una  suerte de callejón sin salida.

La negativa a la moción de censura prefiguraba la participación del partido como segundón en un Gobierno en Andalucía presidido por el PP con los votos de Vox, prefiguraba la presencia en la manifestación en la plaza de Colón, con foto con Casado y Abascal incluida, prefiguraba la calificación del PSOE como partido no constitucionalista frente al que hay que levantar un cordón sanitario. No haber sido capaz de verlo, ha sido un error estratégico, que  ha acabado conduciendo a entregar bazas ganadoras a los otros dos partidos de la derecha española, asumiendo todos los costes de la operación de las “tres derechas” ante la opinión pública.

Porque operación de las “tres derechas” la hay, aunque  Fernando Savater les esté intentando convencer de que eso de las “tres derechas” es un infundio que está haciendo circular la izquierda del que no tienen por qué  preocuparse. Albert Rivera  debería acordarse del discurso de Savater sobre Rosa Díez y UPyD como partido regenerador de la democracia española.  Y es que, de caballos de carrera, Savater sabe mucho, pero, de política, no sabe tanto. Albert Rivera debería saber que el apoyo de Savater no es un indicador de que no se está equivocando.

José Antonio Zarzalejos ya le ha indicado que estaba adentrándose en una senda equivocada con el pacto de gobierno en Andalucía. Luis Garicano también, además de oponerse a la incorporación como candidata del partido a la presidencia de Castilla y León de una persona sobre la que existían algo más que indicios de conducta corrupta durante sus años de militancia en el PP. Ella misma se ha encargado de ratificarlo en la primera ocasión que ha tenido en su nuevo partido.

Este ha sido el último resbalón por el momento, porque seguro que vendrán más. Ciudadanos ha progresado de la mano de la corrupción del PP y del salto de la autonomía a la independencia del nacionalismo “convergente” catalán. Mientras el PP estaba en el Gobierno y mientras el salto a la independencia tenía alguna credibilidad, Ciudadanos ha progresado de manera que parecía imparable. Concentró la mayor parte del voto anti-independentista en Catalunya y con ese aval alcanzó credibilidad como alternativa en España frente a la corrupción del PP. Desde que la independencia de Catalunya ha dejado de verse como algo posible, al menos en el tiempo en que es posible hacer predicciones, y desde que Mariano Rajoy ha dejado de ser presidente del Gobierno, Albert Rivera ha perdido el rumbo, resbala y se cae permanentemente. Y lo hace además, sin necesidad de ‘Fairy’. 

Y ya se sabe: el ganador del Tour nunca se cae.

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