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Los jueces que el PP quiere para la Gürtel

El magistrado Juan Pablo González

Alfonso Pérez Medina

Según los expertos en estadística, la probabilidad de que te caiga un rayo encima es de una entre tres millones. La de que te toque el Gordo de la Lotería comprando un décimo, de una entre 100.000. Y la de que te cuelen un billete falso, de una entre 31.000. La probabilidad de que al PP le toque un juez afín para juzgarlo por su caja B o por el caso Gürtel es, según el criterio que han fijado los propios jueces de la Audiencia Nacional, de casi una de cada tres.

La decisión del Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de apartar por nueve votos frente a ocho al magistrado Juan Pablo González del tribunal que estudiará 18 años de contabilidad B del partido del Gobierno llega después de que el mismo órgano aceptara, por los mismos motivos, la recusación de Concepción Espejel y Enrique López. Eso quiere decir que a tres de los siete magistrados que han pasado en los dos últimos años por la Sección Segunda, encargada de juzgar todos los casos que hacen fibrilar a los dirigentes de Génova, sus compañeros les han puesto la etiqueta de “próximos ideológicamente al PP”.

González fue vocal, a propuesta de los populares, del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que tomó posesión en 2001 y que ejerció la oposición extraparlamentaria al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante su primera legislatura. Allí coincidió con Enrique López, que también fue expulsado de los casos en los que se ventila la corrupción de antiguos altos cargos del PP como Luis Bárcenas. Aquel aguerrido Consejo, que prolongó su mandato dos años más allá de lo previsto por el bloqueo del PP para su renovación, boicoteó, en nombre del Poder Judicial, el diálogo con ETA, la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña o leyes como la del matrimonio homosexual.

De esa experiencia los dos magistrados salieron bien parados. López recaló en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y en 2010 firmó un polémico auto en el que señalaba que el chivatazo a ETA en el bar Faisán tenía “una gravedad sin precedentes en la historia de la lucha contra el terrorismo”. Hoy vive tranquilo en la Sala de Apelaciones de este tribunal y conservaría un sillón en el Constitucional si una noche de junio de 2014 la Policía Municipal de Madrid no le hubiera sorprendido conduciendo su moto sin casco y con una tasa de alcohol en sangre cuatro veces superior a la permitida.

Tras aquellos maravillosos años en el CGPJ, González fue nombrado juez de enlace de España en Francia, una bicoca para cualquier miembro de la Judicatura en cuanto a carga y condiciones de trabajo. Tras pasar por la Audiencia de Madrid aterrizó en la Audiencia Nacional, donde fue aupado como ponente universal de la Gürtel. Además de la redacción de la sentencia sobre la contabilidad B del PP, el magistrado era el encargado de las ponencias por las adjudicaciones supuestamente amañadas que Correa recibió de AENA, del Ayuntamiento de Jerez y de la Radio Televisión Valenciana, a cuenta de la visita del Papa.

Los dos tienen en común que han participado en numerosas conferencias de la FAES, búnker del aznarismo. Juan Pablo González cobró de esta fundación 900 euros entre 2003 y 2005 por participar en cuatro seminarios, uno de los cuales llevaba el jocoso título de ‘Euskadi: jueces de verdad para la democracia“. También fue apartada de todas las piezas de la Gürtel la presidenta de la Sala de lo Penal, Concepción Espejel, exvocal también del CGPJ a propuesta del PP entre 2008 y 2013. En su caso fue por su amistad con la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal, quien le colgó para siempre el cartel de ”querida Concha“ al condecorarla y definirla como ”una gran persona y una gran jurista, para todos es Concha y lo va a ser siempre“. El hecho decisivo para que sus compañeros decidieran apartarla fue que el extesorero del PP Luis Bárcenas, en 2008 senador por Cantabria, votó su nombramiento como vocal del órgano de gobierno de los jueces.

La buena noticia, en todo caso, es que la Justicia tiene sus mecanismos para garantizar la imparcialidad de los miembros de los tribunales y que sigue habiendo jueces realmente independientes como Julio de Diego. A pesar de ser considerado conservador, el más inclasificable de los tres magistrados del tribunal de la Gürtel votó a favor de la recusación de sus compañeros, forzó la declaración de Mariano Rajoy en el juicio y ha dejado solo al presidente de la Sala, Ángel Hurtado, en la deliberación de la sentencia en la que se dirime si el PP debe ser condenado por lucrarse con los chanchullos de Francisco Correa. Y seguirá en la misma línea. Siempre que no le toque la Lotería ni le caiga un rayo.

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