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El cambio climático no es demagogia ecologista

Participantes en la cumbre del clima de Marraquech

Francisco Casero

¿Por qué no se aborda ya desde el Gobierno la firma del protocolo de Cambio climático? ¿Por qué este tema no es prioritario para España ni para, parece, el resto del mundo? ¿Por qué pasa por nosotros como si fuera un acontecimiento del futuro?

El Acuerdo de París sobre cambio climático entró oficialmente en vigor el pasado viernes 4 de noviembre. Este pacto global fue adoptado el 12 de diciembre de 2015 por los 195 países signatarios de la Convención Marco de la ONU sobre cambio climático y la UE.

España todavía no lo ha suscrito, aún tiene por asumir toda una serie de obligaciones pendientes, empezando por un hito de gran calado por las circunstancias políticas actuales como la aprobación de una Ley que regule la reducción de emisiones y la transición hacia una economía baja en carbono. El martes 8 de noviembre, la Dieta de Japón, Parlamento del país, ratificó el Acuerdo de París, cuatro días después de su entrada en vigor. El instrumento de ratificación de España requiere ir primero al Consejo de Ministros para luego ser aprobado por las Cortes para su entrega en la ONU a comienzos de 2017.

A pesar de no tener los deberes hechos, España sí ha participado como integrante de la UE en la definición de reglas del Acuerdo de París durante la Cumbre del Clima celebrada en Marrakech; un encuentro que ha pasado con mucha mayor pena que gloria, un trago para muchos después del año de inacción o retroceso transcurrido desde París.

Los deberes de España

España deberá comprometerse a una reducción de emisiones en el sector de la agricultura, los residuos, el transporte, los gases fluorados y el sector residencial de un 26% en 2030 respecto a los niveles de 2005 y de un 43% en el sector industrial regulado por el mercado de carbono europeo.

Las prisas de Japón obedecen a que la urgencia es evidente entre la comunidad internacional, pues como ya ha advertido el Banco Mundial, si no se adoptan medidas urgentes y a gran escala contra el cambio climático, para 2030 podrían estar en la pobreza extrema más de cien millones de personas, entre otros efectos devastadores.

Ante el cambio climático es necesario un verdadero giro en la conciencia social. Tiene que formar parte de manera transversal de las políticas de Estado si queremos ver resultados que sirvan para atajar de forma enérgica el problema.

Debemos tomar conciencia de que el cambio climático es una realidad, no un acontecimiento del futuro. Es de vital importancia para implicar a todos lo agentes protagonistas en la lucha contra el calentamiento global del planeta: a los primeros, las instituciones públicas, las encargadas de velar por los intereses colectivos y de futuro.

Hoy la mayoría de nosotros vivimos ajenos a la importancia de esta realidad, no hay una alarma social en relación a las consecuencias reales que este cambio en las condicionales naturales del planeta está teniendo lugar. Este hecho incuestionable influye profundamente en la no resolución del problema. Temperaturas cada vez más altas, lluvias más escasas, los desiertos creciendo, el implacable desalojo del mundo rural hacia las ciudades creándose una sociedad apartada de los valores de la tierra y relegando el valioso mundo rural a una posición de suplencia social…, son algunos ejemplos sintomáticos de la nueva realidad que se vive en el mundo como consecuencia de este problema.

Cambiar el modelo

El calentamiento global ocasionado por la acción del hombre es en sí mismo una consecuencia y una carencia del modelo socioeconómico predominante desde la revolución industrial. El crecimiento de la economía como fórmula de progreso está caduco. No podemos seguir en eso, debemos centrar la atención en desplegar unas adecuadas políticas de redistribución y eficiencia.

La cota de consumismo desmesurado no deja de crecer y debemos ser conscientes que este modelo es causa directa del calentamiento global y que si no somos conscientes de la relación de causalidad que hay entre el consumo y el cambio climático no podremos abanderar un verdadero cambio de paradigma social.

Con los últimos acontecimientos políticos vividos tendremos que confiar en que el compromiso siga siendo mundial y que la elección de Donald Trump no haga tambalear lo conseguido con tanto esfuerzo por todas las naciones. No es hora de localismos sino de pensamiento y acción global para mitigar el gran problema de nuestro tiempo.

Es hora de pensar en crear instituciones que respondan al gran problema que afecta a nuestro entorno. Deberíamos ser capaces de ser creativos en dotar a estas nuevas instituciones de herramientas capaces de coordinar acciones de defensa ambiental, como la creación de el “Defensor de las Generaciones Futuras”, como representante de la sociedad civil en la lucha contra el cambio climático.

Deberíamos un día poder decir con orgullo “yo hice en mi vida todo lo posible para luchar contra el cambio climático”. “Yo me comprometí en la construcción de un futuro verde para que mis hijos pudieran tener un presente”.

Si no paramos todos el Cambio Climático, el mundo tal y como lo conocemos en la actualidad dejará de existir. Esta afirmación no es demagogia ecologista, es algo tan real y verificable que deberíamos estar alarmados y no viviendo nuestras vidas como si todo este problema fuera algo ajeno a nosotros. Si despertáramos de nuestro letargo podríamos estar a tiempo todavía. Sólo el tiempo dirá si la humanidad llegó a estar a la altura de ser verdaderamente humana.

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