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David Ingleby: “Las cuchillas de Melilla son como los métodos del Muro de Berlín. No es aceptable”

David Ingleby, asesor de la Comisión Europea sobre Migración, Movilidad y Acceso de los ciudadanos a la Salud.

Ángeles Huertas

¿Por qué no nos ponemos de acuerdo sobre qué hacer con la migración?

Porque debemos 'Aprender a caminar y mascar chicle a la misma vez', como se decía del presidente de los Estados Unidos Gerald Ford. Las diferencias socioeconómicas y la etnicidad están relacionadas, pero se investigan en diferentes departamentos, así que nunca se llega a nada. En general, dependiendo de si eres nativo o inmigrante enfermas y tienes una vida muy diferente. Por otro lado, a veces hablamos de minorías étnicas de África o de América cuando estas personas llevan años en los países europeos y están perfectamente integrados.

¿Y qué importancia tiene lo que les pase?

Mucha, porque son el 10% de la población europea. Económicamente son esenciales. En tiempos de bonanza hacen el trabajo que otra gente no quiere hacer, y en tiempos de recesión, como ahora, de pronto, sólo por perder su trabajo, son vistos por los europeos de forma 'menos amigable'.

Si están desempleados, ¿qué hacemos ahora con ellos?

Primero no todos están desempleados, y segundo, los países europeos aún siguen necesitando gente que haga ese tipo de trabajos que no quieren hacer ellos. Desde la Segunda Guerra Mundial, los inmigrantes trabajan en cosas que los europeos han desechado. La clase media europea ha alcanzado niveles de estudios superiores y están preparados. Así que aunque crisis los haya dejado sin empleo, ellos no van a limpiar cuartos de baño, retirar basura o ese tipo de cosas. ¿Quién lo hará entonces? Los inmigrantes son los que siguen haciendo esos trabajos.

En España hay altas tasas de desempleo y somos un país fronterizo, ¿qué podemos hacer?

La explosión económica en España entre 2000 y 2007 fue enorme. Así que llegó la gran inmigración para la construcción y los servicios que nadie quería hacer. España los acogió con los brazos abiertos y el Gobierno los apoyó. Algunas personas, incluso, no tenían permiso y aún así España regularizó a 600.000 inmigrantes porque se pensó que la economía siempre iba a crecer. Pero llegó la crisis... Todo se paró y esa población tan grande de inmigrantes, muchos regularizados, comenzaron al perder el trabajo y su permiso de residencia. No debemos olvidar que la tasa de desempleo es el doble en inmigrantes que en nativos.

¿Y ahora?

Pues esa gran población que en principio eran queridos y buscados, ahora son vistos de otra forma. Aún los seguimos necesitando, pero hay quien quiere echarlos y ellos no se quieren ir porque en sus países están peor. Además, cuando se acabe la crisis serán otra vez necesarios. España tiene una responsabilidad hacia estas personas porque viven aquí y aunque no tienen papeles son seres humanos. Y cuando hablamos de Derechos no hablamos de personas con papeles, la Salud, por ejemplo, no es un derecho nacional (de una nación) es un Derecho Humano.

Hablando de Derechos, como asesor del Comité Europeo de Migración, Movilidad y Acceso a la salud, ¿Qué opina de las cuchillas de la valla de melilla?

Europa se ha convertido en un fuerte como los del antiguo Oeste Americano. Se han creado barreras porque quieren parar a la gente que viene. Pero la gente sigue llegando y la confrontación cada vez es más violenta y peligrosa para los que quieren entrar. En Melilla, por ejemplo, se está llegando a lo más alto. El problema es que Europa quiere construir una defensa, pero las defensas y los métodos han de ser consecuentes con los Derechos Humanos. No puede haber fronteras en las que se permita salir, pero no se pueda entrar.

¿El papel de España es complejo?

Sí, porque no sólo se les impide pasar, sino que también se está castigando a quien lo intenta. El mensaje es: “si vienes además te vamos a cortar y te vamos a pegar”. Se les castiga para que quien las sufra las consecuencias regrese a su país y lo cuente para que nadie venga.

Pero siguen llegando.

Claro, no puedes parar a la gente. Además… Si son refugiados están protegidos por la Convención de Ginebra de 1951, según la cual ellos deben ser acogidos si tienen una historia detrás y pruebas de ello. Sin embargo, por otro lado, España, Francia e Italia no pueden aceptar a toda África en sus países, pero sí al menos escuchar a estas personas porque hay un procedimiento legal que hay que seguir y algunos países no lo cumplen, los echan sin ni tan siquiera escuchar su historia.

¿La Convención de Ginebra parece ahora casi una utopía?

Bueno, solamente la construcción de este muro va contra la Convención de Ginebra, pero si todas las fronteras se abrieran habría una crisis muy fuerte. Los países quieren fronteras. Si desparecieran, la Convención de Ginebra estaría en peligro y sería su fin. Es un momento difícil, pero dentro de está situación si una persona pasa la valla o llega en barco a un país, este debe, al menos, escuchar su historia y seguir el procedimiento legal existente.

Entonces, ¿debería España ser sancionada por sus métodos?

Los países intentan ver hasta dónde pueden llegar y, cuando la justicia les dicen que es ilegal, paran. Siempre están buscando nuevos métodos. En España murieron ahogadas varias personas intentando entrar y la Justicia cortó con esto. Si hubiera habido más episodios deberían haber sido sancionados. En Italia, por ejemplo, estaban devolviendo inmigrantes sin procedimiento, pero el Consejo Europeo les dijo que pararan y así lo hicieron.

¿Y las concertinas?

Creo que no son legales, aunque no soy juez. Es como el Muro de Berlín, había una parte Este y una parte Oeste con métodos muy peligrosos con ametralladoras automáticas que saltaban cuando un pájaro se posaba. En el lado Oeste decíamos que era un crimen, pero ¿dónde está la diferencia con las cuchillas de Melilla? Es lo mismo.

Son cosas que no te matan, pero que te hieren. La justicia debe decidir, pero creo que no es aceptable. Está claro que la intención de las cuchillas es hacer daño a la gente por mucho que el Gobierno diga que es un problema de los que intentan saltar.

¿Qué papel cree que juega Marruecos en todo este entramado?

Existe una policía fronteriza que debe ayudar a este control de inmigración, como ocurre en Turquía. La actuación de Marruecos es cuestionable, porque ellos castigan a los inmigrantes por estar allí, sólo por eso. Les quitan el dinero, los violan, les roban… Maltratan a mujeres, hombres, niños… Se trata de lanzar un mensaje al resto de África para que se vayan, y la Unión Europea mira hacia otro lado. Es como si los responsables europeos fueran felices porque no tienen ninguna responsabilidad en esta situación. Sin embargo, sí que mantienen tratos especiales con países como Marruecos y Turquía a cambio de ayudarles a controlar la inmigración.

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