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Las notas antiguas de Jane Goodall revelan las claves de la primera guerra entre chimpancés

Imagen inédita de archivo, con el chimpancé Humphrey en el centro y un grupo de machos en la época de los asesinatos. / Geza Teleki

Materia

Javier Salas —

Se acaban de cumplir 40 años desde el inicio de aquella guerra y, sin embargo, aún estamos entendiendo lo que pasó entre los árboles del Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. Dos clanes rivales de chimpancés, surgidos tras dividirse un grupo mayor, se enfrentaron violentamente en la primera guerra conocida entre primates no humanos y que terminaría con el cruel y sangriento exterminio de uno de los bandos. Siete machos y dos hembras aniquilados en horripilantes palizas que llenaron de pesadillas las noches de la primatóloga Jane Goodall, como ella misma recordaría después, abrumada por el descubrimiento del terror que eran capaces de desatar.

Sin embargo, no se entendía por completo lo que ocurrió en aquella selva en la década de 1970. Goodall llevaba ya unos años observando a estos chimpancés con los que había establecido una relación empática. A comienzos de esa década, el grupo comenzó a dividirse hasta que finalmente se crearon dos clanes independientes, uno al norte y otro al sur. Y en 1974 llegó el cruel asesinato de Godi, que se convertiría en el primero de muchos, hasta que todos los machos de su grupo fueron aniquilados.

Ahora, investigadores de la Universidad de Duke han metido toda la información disponible en el ordenador para tratar de arrojar luz sobre este trágico episodio gracias al análisis algorítmico de las redes sociales que allí se establecieron. Todo lo que sucedía por aquellos días quedaba escrito en los cuadernos de notas de Goodall y su equipo. Habían establecido un puesto de alimentación en el que a veces entregaban plátanos a los chimpancés para ganarse su confianza. Ellos se acercaban por allí en grupos o parejas, compartiendo el rato. Los investigadores apuntaban que tal o cual chimpancé había acudido y con quién y qué hacían.

Joseph Feldblum está al frente de este trabajo que se ha servido de 13 años de anotaciones para estudiar qué llevó a esta violenta división entre los chimpancés. Según explica a Materia, tres tipos de algoritmos aplicados a los datos de Goodall muestran que en 1972, un año antes de la división, se hacen visibles dos subgrupos claros que coinciden perfectamente con las comunidades que surgirían después. Además, la red que formaban los chimpanchés empezaba a dar muestras de división ya en el 1971, pero es que ya en 1968 había “tendencias evidentes de subagrupamiento”.

“Fue una combinación de varios acontecimientos lo que llevó a la división. Sin embargo, los datos muestran que la muerte de un macho mayor (Leakey) en diciembre de 1970 coincidió estrechamente con el aumento de la modularidad a partir de 1971, y poco después hubo una lucha por el poder entre el macho alfa Humphrey (del norte) y dos machos del sur de alto rango, Charlie y Hugh”, sugiere Feldblum, que acaba de presentar los resultados provisionales de su trabajo en la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Antropólogos Físicos.

Rivalidad entre tres machos alfa

El análisis de las notas de los primatólogos muestra que Humprhey y Charlie y Hugh comenzaron a evitarse entre ellos cada vez más y más hasta que, finalmente, cristalizó la división en dos comunidades distintas. “Por eso creemos que las causas de la división fueron primero la muerte del macho de mayor edad y luego la lucha por el poder entre los tres machos de alto rango”, explica Feldblum. El anciano Leakey habría funcionado como último puente entre dos grupos que tendían a dividirse en una lucha por el poder que finalmente coronaría a Humphrey, jefe del norte y líder de las incursiones que uno a uno acabaron con todos los machos rivales.

Humphrey no solo aniquiló a sus rivales directos Charlie y Hugh, también se encargó de que murieran Dé, Godi, Willy Wally y Goliath hasta que en 1977 caía en otra emboscada Sniff, el último de los machos del sur. Los salvajes asesinatos respondían a un patrón similar: los machos del norte realizaban sigilosas incursiones en busca de un miembro del grupo rival que anduviera solo, contra el que descargaban una furia inusitada, con dentelladas, pedradas y desmembramientos. En enero de 1974, Humphrey se sentó sobre la cabeza de Godi, con la cara hundida en el barro, mientras sus siete secuaces le golpeaban con saña.

El hallazgo de Goodall se puso en entredicho en su día, como explicaba a esta redacción el primatólogo Josep Call, por considerar que al entregarles plátanos habían adulterado su convivencia, provocando ese nivel de violencia entre ellos. Ahora ya sabemos que las guerras entre chimpancés se suceden aunque no haya humanos de por medio. Feldblum cuenta que en este momento la revista Nature está revisando un importante estudio del primatólogo Mike Wilson, que tras analizar los datos de todos los puntos de estudio de chimpancés en África no ha encontrado ninguna relación entre la presencia de humanos o el aprovisionamiento artificial y las tasas de asesinatos entre comunidades de chimpancés. Además, las investigaciones de John Mitani han demostrado que los chimpancés se atacan entre sí por territorialismo y luchas por los recursos y las hembras.

El trabajo de Feldblum y el resto de investigadores de la Universidad de Duke permite entender, y ahora incluso predecir, las divisiones en grupos de primates, que no son en absoluto distintas de como se producen entre humanos. En New Scientist mencionan un importante estudio antropológico que mostraba una pauta similar entre dos facciones dentro de un club de kárate. Por ejemplo, los datos del estudio de Duke muestran que, en la división, los chimpancés eligieron grupo siguiendo las afinidades que ya se habían mostrado antes de que hubiera diferencias irreconciliables.

No obstante, Feldblum nos advierte sobre sacar conclusiones de este episodio, ya que es el único que se conoce en que un grupo de chimpancés acabara partido y enfrentado. “Esta es la única división de una comunidad que se haya observado nunca en chimpancés en su hábitat natural, por lo que estamos, básicamente, analizando una anécdota. Por eso no debemos sacar conclusiones universales sobre el comportamiento de los chimpancés a partir de este análisis”, concluye.

Información de Materia.

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