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Mark Z. Danielewski: “La casa de hojas lucha contra la propia idea del mundo en el que vivimos”

Mark Z. Danielewski. / Emman Montalvan

Jaime Casas

El lector de La casa de hojas bordea en equilibro la delgada línea entre el vértigo y la pasión. Se ve inmerso en una brillante y terrorífica aventura que desorienta, emociona y engancha hasta la extenuación. El libro ha suscitado elogios tan encendidos como los de Stephen King, que habla de él como “El 'Moby Dick' del género de terror”. Cuenta con una comunidad de acólitos que no se cansan de teorizar e interpretar los significados encriptados en sus páginas, llenas de caligramas, de saltos narrativos, de notas al pie… De metaliteratura.

Nada en él es convencional. Danielewski se ocupó de que así fuera. Dedicó más de diez años a elaborar una obra que busca ofrecer un espacio diferencial e interpretativo al lector: “Este libro va sobre el espacio, no sobre la casa”. Un espacio al que se muda la familia de un fotoperiodista, Will Navidson, y que misteriosamente es ligeramente más grande por dentro que por fuera, seis milímetros de diferencia.

El secreto que esconde la casa es el motor narrativo de la novela, que se desdobla, y entrelaza, con el de Johnny Truant, un tatuador de Los Ángeles que halla un documento, ‘El informe Navidson’, que cambia la vida de los protagonistas. Ésta es una historia de múltiples personalidades e interpretaciones, abierta al diálogo con el lector. Podría haber sido una historia de terror al uso pero acaba siendo un lúcida reflexión práctica sobre la naturaleza misma de la narrativa. La casa de hojas es un grito frenético que desborda al clásico concepto de novela.

Hablamos con el autor de todo ello. A través de Skype, Danielewski revela a eldiario.es los matices y significados de un libro que comenzó a escribir hace más de 20 años. La pasión e interés que despiertan La casa de hojas siguen generando todo tipo de interpretaciones, comentarios y reacciones. El autor nos ofrece su visión sobre la naturaleza de esta obra inabarcable.

Es el primero de sus libros que se publica en español. Su novela llega precedida de infinidad de críticas muy positivas, le llueven los elogios. ¿Cómo reacciona ante tantos cumplidos?

Finalmente lo siento como a un hijo. Sin embargo, hubo un momento, cuando todo empezó, que pensaba que de algún modo el éxito me había condicionado; me sentí desconcertado. Después, a medida que el libro ha ido creciendo a lo largo de 13 años, me he dado cuenta de que vive su propia historia.

Es mi pequeño monstruo que crece y evoluciona por su cuenta. Y lo vivo con cierto orgullo paterno. Ha entablado conversaciones que yo jamás escucharé, con gente que no conozco. Al principio tienes la sensación de que controlas todas las interpretaciones e ideas que tu obra suscita entre la gente. Leía todas las críticas que se publicaban, hablaba con frecuencia e intensidad con los lectores sobre lo que estaban entendiendo… Pero después el tiempo pasa y, si tienes suerte y tu libro sigue activo en el contexto de la cultura, lo entiendes de otro modo. Interactúa de una forma con los lectores que escapa a mi control.

Cuando leo los comentarios de la gente me doy cuenta de que realmente hablan del libro pero, por alguna razón, mis libros tienden a tomar una posición distante con respecto al autor. Es algo que personalmente me enorgullece. Recuerdo haber visto una asignatura de una universidad a la que titularon “Faulkner, David Foster Wallace y La casa de hojas” [se ríe al recordarlo]. Sucedió algo similar con Only Revolutions [otra de su obras]. Se habla mucho de mis libros, pero no de mí.

Es curioso, pues, que su obra haya calado mejor entre los lectores que entre la comunidad académica y otros escritores.

Curiosamente, los escritores que conozco personalmente sí suelen hablar en positivo de mis libros. Me ofrecen nuevas perspectivas sobre la historia que valoro mucho. Sin embargo, hay muchos otros autores en los que se puede observar la marca de la influencia directa de este libro, pero ningunean su impronta. Odian reconocerlo, no son capaces de admitir que este libro existía antes que sus obras. No voy a nombrar a nadie pero creo que se puede observar lo que está sucediendo ahora en el contexto literario, sobre todo en términos de diseño. El impacto que ha tenido esa obra es evidente y de algún modo lo siento como un cumplido, a pesar de que muchos autores no lo quieran admitir. No se ven ahora mismo muchos libros que tengan un impacto semejante, porque seguramente muchos autores desconocidos temen ser acusados de plagio.

En mi caso, cuando la gente me pregunta si estoy influenciado por Foster Wallace, siempre digo que claro que sí. Es uno de los mejores autores en la literatura reciente americana de ficción compleja. Simplemente, el hecho de haber elegido escribir sobre temas como son la muerte y los impuestos, al mismo tiempo, creo que ya vale la pena. Y a pesar de que no lo había leído cuando escribí este libro, siento que no es necesario haberlo hecho para estar influenciado por él. Es algo que flotaba en el ambiente en esa época: su forma de expresarse, sus gestos y su musicalidad. Formaban parte de la cultura.

¿Cuáles eran sus circunstancias personales en la época que escribió este libro? Tengo entendido que no fueron las mejores.

Vivía un momento muy difícil. Algunas partes del libro las escribí en 1988 y 1989; y no lo terminé hasta poco antes de entrar en imprenta, que debió de ser entre finales de 1999 y principios del año 2000. Durante ese tiempo, trabajé en todo tipo de cosas: desde camarero en una cafetería hasta gerente de un restaurante, pasando por aprendiz de fontanería. También fui profesor de inglés o responsable de sonido en alguna película; trabajé en un documental sobre Derrida, en el que me encargaba del sonido. Pero vivía continuamente atenazado por la fuerza que el libro ejercía sobre mí. Estaba lleno de dudas, no estaba seguro de si lo podría acabar en algún momento. Trabajé durante algunos años sin saber que este libro sería La casa de hojas.

No fue hasta 1993 cuando di con la idea de una casa más grande por dentro que por fuera. Fue un momento de inspiración total. Pensé que podría ser un poema, un relato corto o simplemente un pie de página. Y no fue hasta meses después cuando me di cuenta de que poco a poco mi mente había estado fraguando este libro a partir de lo que había escrito durante cuatro años. Mi inconsciente estaba tejiendo un estructura muy sencilla de la historia, que yo no había sabido reconocer pero que finalmente le dio la forma final al libro. Los primeros bocetos de personajes son los que crearon los rasgos de la familia que habita la casa.

También tenía la idea del manuscrito y la de un joven que lo encuentra y que aborda su contenido desde una perspectiva histórica. El libro estuvo muchos años haciéndose, lo que me dio la sensación de que la historia estaba predestinada. Algo que nunca pretendí, incluso cuando el libro se publicó: siempre dudé de si alguien lo iba a leer. Era demasiado complejo, demasiado experimental; quizá algunos universitarios lo iban a leer, pero al final resultó que hasta los adolescentes de 14 años lo hicieron. No te sé explicar por qué tiene tanto éxito, por qué captó la atención de tanta gente.

¿En qué momento se dio cuenta de que la historia se desarrollaba más allá de su propia voluntad? ¿Cuándo constató que lo que tenía entre manos era una obra de esta magnitud?

Muy buena pregunta. No sé decirte el momento exacto. Pero creo que cuando la gente empezó a contarme su forma de vivir la historia es cuando me di cuenta de su influencia. Se empezaron a escribir canciones basadas en la historia, también hubo gente que se tatuaba cosas relacionadas con la historia; fue algo realmente alucinante. En Internet hay miles de imágenes de tatuajes sobre mi libro, algunos muy elaborados. Conocí a una chica con uno de esos tatuajes, que se sintió muy nerviosa cuando nos presentaron. Al principio pensé muy pretenciosamente que era por mí, pero no fue así. Me di cuenta de que, al conocerme, ella pensaba que potencialmente su relación con el libro se iba a ver amenazada por mí. Tenía una relación muy íntima con la historia. Me di cuenta de que no me podía meter, de la misma forma que los padres no se pueden inmiscuir en las historias personales de sus hijos.

¿Me permites añadir un comentario?

Por supuesto. Éste es su momento [desaparece y corre en busca de un ejemplar de la edición en español].

Estoy entusiasmado: acabo de recibir un ejemplar de la edición en español. No puedo estar más contento con el trabajo que ha hecho la editorial. Es impresionante, no hay nada parecido en otras ediciones extranjeras. Es un trabajo perfecto. Nada está mal puesto, todo es fiel a la edición original. No puedo opinar nada sobre el contenido en español, pero aprecio que hayan tenido el detalle de reproducir el libro con todo su significado. En unas horas cojo un vuelo hacia Dubai y quiero llevarme este ejemplar sólo para observarlo. No me puedo creer lo buena que es esta edición.

Editar su libro en español requería de un trabajo minucioso, sin duda. Dígame, ¿cómo podemos catalogar una historia como la suya? Además de adentrase en el género de terror, también se trata de una novela de aventuras. Los personajes esta inmersos en una completa aventura del todo impredecible, ¿no cree?

Espero que seas lo suficientemente inteligente como para que sepas que no te voy a responder a esta pregunta. Pero, en todo caso, cuál es la fuerza que hace avanzar a este libro… Recuerdo haber entrado en una librería y verlo expuesto en secciones tan diferentes como son la de ficción, horror y autoayuda. Quizá se trataba de un error, no lo sé.

Años después, en una galería de arte, un hombre mayor se me acercó y me preguntó si yo era Danielewski. Me dio las gracias pero me dijo que no había leído el libro. Me sorprendió mucho. Después me contó una historia sobre su hija heroinómana, que intentó suicidarse y después la internaron en un hospital. Al despertar, lo primero que hizo fue pedir a su padre un ejemplar de La casa de hojas. La historia me conmovió, me dejó en shock, me hizo pensar de nuevo que el libro conversaba con la gente de un modo que yo era incapaz de ver; a pesar de toda la oscuridad que contiene, también puede significar un rayo de esperanza para ciertas personas con problemas.

Hay algo en la arquitectura informativa del libro que es tan nihilista como el tema que trata. Promueve cierta autoconciencia que le permite al lector ávido y aventurero desear salir de la problemática en la que se ve inmerso. Y por eso, cuando mencionas que se trata de un libro de aventuras, pienso que tienes razón, porque hay una conclusión positiva. En este sentido, se trata de una comedia y no de una tragedia, como sí lo es Only revolutions (2006). También he escuchado razones convincentes por las que podría ser considerada una historia de amor, y yo también creo que podría ser una historia de amor. Algunos lectores creen que es una historia de terror porque pasan mucho miedo cuando leen el libro. Otros, no.

Yo he pasado mucho miedo.

Exacto. Cada uno lo vive a su manera. Es difícil categorizar esta historia de una manera precisa. Pero si lo logras, ardo en deseos de que me cuentes tus conclusiones.

Si lo consigo, se lo haré saber. Me temo que deberá conformarse con una interpretación personal. ¿Estará de acuerdo conmigo con que la interpretación que hacen los lectores devotos de este libro es lo que le ha mantenido vivo?

El libro, de hecho, va sobre el espacio físico. Cada libro está abierto a un millón de interpretaciones distintas pero, por alguna razón, esos libros no dan espacio de interacción al lector. Creo que La casa de hojas proporciona el espacio para que el lector participe en su complejidad. Parece muy obvio pero en realidad hay que decirlo abiertamente: el libro no va sobre la casa. El libro trata sobre el mundo en el que vivimos; el libro en sí lucha contra la idea del mundo en el que vivimos. Ya sea Johnny [Truant, el joven tatuador a la deriva], que lucha contra la herencia materna; ya sea Zampanò [el narrador ciego de la historia] luchando contra su propio pasado.

Todos hemos experimentado perdidas y dolor y, si a estas alturas de la vida somos tan afortunados como para no haber vivido ese dolor, sabemos que lo sufriremos en algún momento. Es parte de la vida. En este sentido, el libro no pretende dar respuesta a todo, no pretende ser un libro sagrado que defina y explique todo.

Simplemente quiere ofrecer una forma de relación con el mundo en el que vivimos. Por ejemplo, permite definir una forma de lidiar con miedos, desamores y estados anímicos bajos. Crea espacios dentro del texto que permite al lector ser parte del diálogo. La interpretación en sí misma es menos importante que el hecho de que exista un modo para que el lector pueda participar en esa conversación y pueda ser escuchado.

“La única parte complicada de mi libro es la propia idea de libro”, ha declarado usted. Parece que usted quería desafiar las convenciones con esta obra. Como si hubiera pretendido hibridar la cultura académica con la cultura popular.

Cuando se publicó fue catalogada como literatura hipster experimental, un producto de la cultura pop. Después se empezó a enseñar en universidades, a veces incluso representando exactamente lo que se explica en ‘The Navidson Record’ [el documental que nadie ha visto jamás y que articula la historia]. Por tanto, la cultura académica lo asimiló de forma natural. A veces soy muy conservador cuando pienso en el concepto de novela, por el simple hecho de que la novela puede ser un contenedor increíblemente amplio y dúctil. Puede ser como un gran estofado al que le puedes agregar cualquier ingrediente.

Llegó un momento en el que el libro comenzó a verse de cierta forma, en parte por asuntos que tenían que ver estrictamente con la logística de la industria. Como el tamaño de la estanterías, las limitaciones de la imprenta, el coste del papel, etc. Este libro presenta una serie de características muy concretas en cuanto a diseño que hay que tener en cuenta. Por lo tanto, hubo que empezar a pensar en una forma de estandarizar la edición.

Sin embargo, cualquiera que conozca de cerca la historia de los libros sabe que, mientras una novela puede ser muy aburrida en cuanto al formato, un libro de texto de economía o cocina puede presentar un diseño más rompedor o atractivo. Hay muchos tipos de libros y la novela siempre ha tenido el poder de acceder a todas estas formas pero no lo ha hecho. Es como Dorothy, de El mago de Oz, que en realidad siempre tuvo con ella los zapatos rojos, pero sólo al final es capaz de utilizarlos. Lo que yo hago es, de hecho, utilizar todos esos recursos que normalmente no se utilizan, a pesar de que siempre han estado disponibles.

Si esta novela la hubiera escrito en el hiperconectado contexto actual, ¿la pensaría de un modo muy diferente? La arquitectura informativa del libro tiene mucho de contemporáneo. También de Borges y otros grandes de la literatura, claro.

Por supuesto. Los libros son productos de su tiempo. El tema que aquí me viene a la cabeza, efectivamente, es Borges. Si un autor como él fuera capaz hoy en día de escribir ‘Don Quijote’, aunque fuese igual, palabra por palabra, sería un libro distinto. Del mismo modo, si volviera a escribir hoy La casa de hojas, también sería un libro distinto. Aunque tuviera las mismas palabras y la misma estructura –lo que podría ser un experimento–, no sería lo mismo. Si tú le dices al público español que este libro es nuevo, seguramente lo despreciarían porque trata temas que ya están pasados de moda. Habla de un tiempo que ya ha sucedido, y creo que por eso se consideraría como irrelevante.

Sabes lo que es gracioso de tus preguntas, porque hay un tema en ellas que las hilvana, es que preguntas del mismo modo que lo hace el libro. Tus preguntas animan a especular y a imaginar y, aunque no puedo darte todas las respuestas que buscas, me gusta porque estamos teniendo una conversación muy interesante al respecto.

Creo que su estancia en España, cuando era un niño, guarda relación con este libro. ¿Es cierto que La casa de hojas refleja los miedos que sintió en la España de antaño?La casa de hojas

Creo que fue entre 1970 y 1971, yo tendría unos cuatro años. Estuvimos en España dos años, durante los cuales mi padre estaba realizando un documental llamado ‘Spain: Open Door’. De algún modo, obtuvo un permiso para grabar en España y entrevistarse con Franco y otros gerifaltes del régimen. Mi padre había conseguido reunir una gran cantidad de imágenes de la cultura autóctona: Salvador Dalí en una azotea pintando, Andrés Segovia tocando la guitarra, toreros en una corrida, obras de teatro a las afueras de Madrid…

Recuerdo que siempre hubo cierta ansiedad estando en España. Y unos años más tarde, mi padre me contó que el régimen confiscó la película por razones políticas. Había invertido todo su dinero y energía en esa película, pero jamás volvió a verla. Tiene sentido pensar que existen ciertos paralelismos entre esta historia y mi libro, pero no fui consciente de ello hasta que lo terminé. También hay un documental que nadie ha podido ver nunca, sólo se conoce por la descripción. Yo conozco las escenas que te acabo de contar porque mi padre me las explicó.

Mis recuerdos de mi experiencia en España con mi hermana están marcados por una experiencia de miedo. Me llevaron a una ganadería en la que criaban toros. Recuerdo estar sobre la arena del picadero y que me avisaron de que el único refugio estaba detrás de unas paredes muy altas; salté y me imaginé cómo sería el impacto del toro contra esa pared. Después salí y me coloqué en medio, sentí pánico al imaginarme que si salía un toro no iba a poder llegar al burladero, porque era demasiado pequeño. Fue una experiencia aterradora y emocionante a la vez.

A raíz de la edición española del libro, hablé con mi madre sobre nuestra estancia en España. Recordó que durante esos años nos estuvo siguiendo la Guardia Civil. Eran muy amables pero estaba claro que dependíamos del humor de esos guardias. Si ellos estaban de buen humor, todo iba bien; si no, llegaban los problemas. De hecho, uno de los inversores de la película desapareció y el otro fue asesinado. Mis padres hicieron todo lo posible para que no nos diéramos cuenta de esos problemas, pero la tensión era evidente. En España se vivía intensamente el miedo en esa época.

Poco después de la publicación del libro, presentó una serie de espectáculos de spoken word junto a su hermana basados en La casa de hojas. ¿Cómo fue posible trasladar al directo un libro tan complejo? spoken wordLa casa de hojas

Supongo que te refieres a que alguna vez leí fragmentos del libro en público con la música de Poe. Mi hermana compuso un disco que en mi opinión es una obra maestra, se llama ‘Haunted’ [el segundo disco de la intérprete, publicado en el año 2000]. Lo importante en este caso es que el disco está basado en La casa de hojas, de la misma forma en la que el libro está basado en el disco. Poe estuvo trabajando en ese disco al mismo tiempo que yo escribía el libro. Leyó algunos borradores mientras escribía las canciones del disco; y yo a la vez escuchaba versiones de sus canciones. Ambos estábamos influenciados por el trabajo del otro. Esta sinergia me recuerda al famoso dibujo de Escher en la que una mano dibuja a la otra. En ocasiones ha sido descrito como una banda sonora del libro, pero espero que no comentas el error de hacer lo mismo. No es una banda sonora porque la música se compuso al mismo tiempo. La música de mi hermana influenció en La casa de hojas.

Quizá tú sí sabes de algún ejemplo similar, pero yo no conozco ninguna obra de dos artistas diferentes y tan cercanos que hayan tenido esta relación de reciprocidad. Creamos algo por separado que funciona muy bien en conjunto. ‘Haunted’ hace referencia directa al libro, y viceversa.

'La casa de hojas' (Introducción) by eldiario.es

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