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“La liebre de ojos de ámbar” de Edmund de Waal vuelve a Viena tras 70 años

"La liebre de ojos de ámbar" de Edmund de Waal vuelve a Viena tras 70 años

EFE

Viena —

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“La liebre de los ojos de ámbar”, la miniatura japonesa que dio titulo al conocido ensayo del británico Edmund de Waal, ha regresado a Viena por primera vez desde 1945 y se expone en el mismo museo, el de Historia del Arte de Viena (KHM), al que los nazis llevaron obras saqueadas a su familia.

De Waal (Nottingham, 1964) es uno de los ceramistas más reconocidos de Reino Unido, pero fue el libro que cuenta la trágica historia de la familia judía Ephrussi en distintas épocas y ciudades (Odessa, París, Viena, Londres y Tokio), lo que le dio fama mundial.

El KHM invitó al artista a organizar una exposición con las obras de sus fondos que más le interesasen y el resultado ha sido “Durante la noche”, en la que De Waal reflexiona sobre “la ansiedad, el miedo y la soledad”.

Esta exposición, que se inaugura hoy, se inspira en una pesadilla que tuvo Alberto Durero en 1525 y en la que dijo haber visto el Apocalipsis.

“Con Durero como guía he mirado los fondos del museo para ver cómo otros artistas han explorado la ansiedad”, explica el artista, en lo que definió como “un viaje a través de la noche” con la compañía de 55 obras del maestro alemán o de artistas como Lucas Cranach y El Bosco.

Sin embargo, el auténtico protagonismo de la exposición se lo lleva una pieza de apenas unos centímetros y que el artista cedió al museo hasta el final de la muestra el próximo 29 de enero: “La liebre de ojos de ámbar”.

Esa liebre es uno de los 264 netsuke, unas miniaturas japonesas, que De Waal utiliza como hilo conductor para narrar la historia de su familia, desde su origen en Odessa, donde a mediados del XIX dominaban el comercio mundial de trigo.

La colección la inició en París a finales del XIX Charles Ephrussi, primo de su bisabuelo y uno de los descubridores del impresionismo -trató con Monet, Degas o Renoir- y llegó a inspirar al protagonista de “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust.

Charles Ephrussi regaló la colección a Viktor y Emmy, los bisabuelos De Waal, que vivían en Viena, donde el autor retrata la época dorada de la entonces capital imperial, la Gran Guerra, la penuria económica, el ascenso del antisemitismo y la llegada al poder de los nazis en Alemania y la posterior anexión de Austria.

En 1938 la Gestapo desvalijó el palacete de su familia en la céntrica Ringstrasse de Viena y sólo se salvó esa colección de miniaturas, rescatada por una criada, Anna, de la que De Waal no sabe siquiera su apellido.

La abuela de De Waal, Elisabeth, volvió a Viena en 1945 para intentar recuperar algunas de las posesiones familiares y entonces supo que Anna había salvado de la Gestapo la colección de miniaturas japonesas, poniendo incluso en riesgo su vida.

La directora del KHM, Sabine Haag, elogió la generosidad del artista al organizar la exposición y ceder la miniatura que simboliza el trágico destino de su familia.

“De Waal nos ha traído 'la liebre' de forma temporal. Es la primera vez que está en Viena desde 1945”, explicó Haag.

“Es un gesto personal de enorme generosidad. No sólo con este museo, sino con Viena, que fue todo menos generosa con su familia”, lamentó Haag.

El comisario de la exposición, Jasper Sharp, elogió la “generosidad” de De Waal y su “apertura”, dado que fue el director del KHM en 1939 el encargado de la catalogar los bienes expoliados a su familia.

Para el artista, la oportunidad que le dio el KHM de organizar una exposición en “uno de los mejores museos del mundo” era un honor y un privilegio.

La liebre está expuesta a la entrada de la muestra y De Waal explicó a Efe que es un amuleto que siempre le ha acompañado mientras investigaba la historia de su familia.

“Ha sido una especie de protector para mí. Cuando hice mi trayecto por la noche de Viena, en la historia de horror de mi familia, siempre la llevaba en el bolsillo. En mis viajes a Odessa, a París, a Japón siempre me acompañó”, expuso.

“Cuando me invitaron a venir aquí, la traje conmigo y es la primera vez que está en Viena desde 1945. Está a la entrada de la exposición y eso me protege, me hace sentir a salvo”, concluyó.

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