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Espai Valencià es la avanzadilla de Som, un nuevo medio de noticias y opinión hecho en el País Valencià. Som será, además, la redacción y la voz de eldiario.es en este territorio, cuyo lanzamiento se producirá próximamente. Hasta entonces, este blog albergará contenidos informativos de los redactores de Som y piezas de opinión de algunos de los columnistas que colaborarán con el medio. 

Fabra, De Guindos y su país sin ciencia

El presidente de la Generalitat, en una imagen de archivo.

Andreu Escrivà

Es usted un analfabeto científico. Señor Alberto Fabra, puede que le sorprenda esta afirmación, pero no tengo más remedio que decírselo así tras leer que, según usted “no hay sitio” para la investigación científica “no productiva” (sic). Escucharle decir eso me inunda de una profunda tristeza: algo hemos hecho mal como sociedad.

Algo ha salido mal en su educación, en su formación como persona, para que usted considere que hay ciencia “productiva” y ciencia que no lo es. Para que usted desconozca que ciencia básica y aplicada son dos caras de la misma moneda, que una no puede existir sin la otra. Para que desprecie, sin más, el conocimiento per se, la satisfacción de la curiosidad humana, el impulso que nos llevó a salir de África tambaleándonos sobre dos piernas y nos propulsó con una nave espacial a la Luna.

Sus declaraciones muestran una profunda y arraigada incultura científica, un desconocimiento pavoroso de la realidad del progreso científico-técnico de la humanidad. Quizás usted piense que algunos laboratorios se dedican a hacer “cosas” –como diría su jefe Mariano Rajoy- para la vida diaria, y otros, habitados por científicos de bata medio abrochada y pelo desordenado y canoso, se dedican a jugar con humeantes frascos de colores y a perder el tiempo. Mire, Molt Honorable: lea un poco.

Lea, y sabrá que si usted llega a tiempo –bueno, su chófer- a una cita gracias al navegador del coche, es debido a que los satélites con los que funciona el GPS incorporan correcciones derivadas de la Teoría de la Relatividad, que en su momento era poco más que una complicada maraña de elucubraciones sobre el espacio-tiempo sin, por supuesto, ninguna utilidad “productiva”. También debería saber, ya que hablamos del automóvil en el que va cómodamente sentado, que el vidrio laminado que le protege se debe a investigaciones sobre polímeros nada “productivas” (y en las cuales, por cierto, tuvo mucho que ver la suerte). Quizás, si usted hubiese sido presidente en de la República Francesa a principios del S. XX, aún iríamos con peligrosísimo cristal quebradizo en los vehículos. De los medicamentos ni le hablo; con que haga memoria de la historia de la penicilina me conformo.

Lamentablemente, veo que su incultura está refrendada a nivel estatal. El ministro De Guindos reveló hace poco, y a instancias de una pregunta de la socialista María González sobre la I+D, que tampoco sabe cómo funciona la ciencia. Dijo textualmente que “la subvención por la subvención no es sostenible”. ¿Alguien sabe de qué habla este hombre? Si no considera como subvención el pago a médicos y hospitales, la construcción de carreteras y escuelas, las nóminas de los diputados o la limpieza viaria, ¿por qué sí la investigación científica? ¿Se dan cuenta ustedes del error de base del que parte el ministro? Eso, además del cinismo que supone afirmar en sede parlamentaria que “la ciencia es una prioridad del gobierno” y “uno de los ejes en los que se basa el nuevo modelo productivo”, mientras se apuesta por Eurovegas, se recortan becas y se cancelan proyectos.

Considerar que a la ciencia se le “regalan” las cosas, que vive de “subvenciones”, que no es “productiva”, tan sólo revela que nuestros gobernantes actuales no saben ni en qué mundo viven. Que nunca se han preguntado de dónde sale todo lo que les rodea, que no se plantean qué hace posible que llamen por un móvil mientras leen las noticias en la tablet, que creen que los médicos nos dispensan de forma aleatoria pastillas que crecen en los árboles.

Necesitamos que alguien se tome en serio a la ciencia, que alguien les explique –de una vez por todas- que no es posible paralizar la maquinaria investigadora del país y volver a ponerla en marcha con un chasquido de dedos cuando “haya dinero”. Que sin ciencia básica no hay ciencia aplicada que valga, ni patentes, ni proyectos, ni economía que resista. Que sin ciencia, a secas, esto se para.

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