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Todavía es posible que un dron occidental le gane la batalla a los gigantes chinos

Parrot Disco, el dron francés que busca competir ante la supremacía china

José Manuel Blanco

Sobrevuelan nuestras cabezas para hacernos una foto o grabarnos, con su pequeño tamaño y su zumbido, pero a menudo desconocemos su bandera. Los drones son una de las tecnologías más prometedoras del momento, tanto para el ocio como para el trabajo: Amazon quiere usarlos para entregar paquetes, otros han experimentado con la idea de emplearlos para repartir pizzas… Y mientras las empresas buscan sacarles partido, los propios fabricantes de estas máquinas voladoras investigan cómo hacerse un hueco en un mercado dominado por compañías asiáticas.

Los drones chinos arrasan en todo el planeta, pero hay una serie de empresas europeas y estadounidenses que no quieren quedarse atrás. Apuestan por perfiles de comprador diferentes, por abrir su código fuente, por potenciar la velocidad de navegación o destacar otras características que les permitan plantar cara a sus competidores.

Una de esas empresas es la californiana 3D Robotics. Tras intentar abrirse paso en el sector de drones de consumo sin demasiado éxito, ha decidido internarse en otro nicho prometedor: el de las compañías de ingeniería, a las que ayuda con sus aeronaves en la construcción de edificios. Para ello, ha desarrollado un 'software' llamado Site Scan, que opera con los drones chinos de DJI, especializados en fotografía aérea. Una asociación llamativa que parece responder al clásico “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, pues DJI es precisamente la líder del mercado de drones a nivel global.

Centrarse en este área no es baladí. Según un estudio publicado a comienzos de año, de 2017 a 2025 se requerirán 6,3 millones de drones en la industria de la construcción e inmobiliaria, lo que traduciría en una cifra de mercado de 20.500 millones de dólares (unos 17.410 millones de euros), incluyendo ventas de 'hardware' y 'software'.

Por otra parte, 3D Robotics ha recuperado su línea de drones Solo y ha hecho público su código fuente. Esta era la línea comercial que podía hacer frente a los modelos de DJI, pero en 2016 se abandonó esta idea ante lo demoledor de la dominación china. Ahora, la compañía recupera su vieja idea y lo hace apostando por el 'open source' para que cada cual pueda usar o mejorar esta tecnología a su gusto. 

Otras marcas occidentales están buscando diversificar en el negocio de los drones, como es el caso de GoPro y su línea Karma. Presentada en 2016, su carácter plegable y la facilidad para pilotar el dron están entre sus principales características. De hecho, es tan ligero que se puede cargar en una mochila a las espaldas sin problemas. 

Karma juega además con la ventaja de ser un producto GoPro: la cámara se puede extraer e instalar en un casco, reclamo con el que esta compañía ha triunfado en todo el mundo. También cuenta con estabilizador y con una 'app' para seguir su trayectoria desde el móvil, y todo ello filmado con tecnología 4K.

En territorio europeo, la francesa Parrot es la compañía que más destaca en el sector. Hasta hace unos años centrada en dispositivos manos libres, la empresa gala se ha diversificado en el campo de los drones y los minidrones. Entre sus productos se cuenta el Parrot Disco FPV, un artefacto de alas fijas capaz de volar a 80 km/h y que incluye las consabidas gafas para disfrutar del vuelo en primera persona, viendo lo que el dron registra como si estuviéramos volando en su lugar, con calidad Full HD.

A la vista de los resultados del segundo trimestre de 2017, los drones para uso personal sumaron a las arcas de la firma 15,2 millones, un 43 % de los ingresos de todo el grupo. Además, se ha producido un aumento de un 43 % interanual en la línea de drones comerciales (agricultura, fotografía…), lo que se traduce en otros 11,7 millones de euros durante esos tres meses.

DJI: la compañía líder

Mientras todos estos proyectos se desarrollan, la compañía china DJI (Da-Jiang Innovations) sigue siendo la líder imbatible del sector: según analistas como Goldman Sachs, en 2016 tenía el 70 % de cuota de mercado mundial. Ha llegado a lo más alto del podio con dispositivos ligeros y fáciles de usar, precios para todos los bolsillos, cámaras de gran resolución hasta en los modelos más baratos y nuevas características, como GPS o estabilizadores de movimiento, que han ido incorporando conforme surgían nuevos modelos.

Sin embargo, desde el país de las barras y estrellas llegan malas noticias para la compañía asiática. Según un memorándum filtrado la semana pasada y verificado por la agencia Reuters, el Ejército estadounidense ha decidido prohibir el uso de drones de DJI a causa de los fallos de ciberseguridad que se han hallado en sus modelos, lo cual podría suponer un duro golpe para la reputación de la marca.

Mientras tanto, la compañía de móviles Xiaomi, también china, busca entrar en el sector que tantas alegrías da a sus paisanas. En 2016 presentó el Mi Drone, un dron con cámara 4K, GPS y muy fácil de manejar con el que quería abrirse paso en este negocio. Su éxito en el ámbito de los ‘smartphones’, con móviles baratos que muchos comparan con los de Apple, obliga a planteárselo como un competidor serio tanto de su compatriota DJI como de los rivales europeos. Su función de batería baja, gracias a la cual regresa al punto de partida cuando detecta que podría desplomarse en poco tiempo, es una de las razones para considerarlo.

De acuerdo con las previsiones de Goldman Sachs, el mercado de los drones hasta 2020, incluida la línea militar, tendrá un valor de más de 100.000 millones de dólares (84.930 millones de euros). Teniendo en cuenta las ansias de los fabricantes occidentales por plantar cara a los gigantes chinos, habrá que ver cómo queda el reparto de tan jugoso pastel.

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La imagen principal de este artículo es propiedad de Parrot

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