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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Lo que podemos aprender de Los Goonies 30 años después

"Ojalá que cuando tiren nuestra casa se les caiga encima", dice Brand al recibir la notificación de desalojo

Iker Armentia

En 1985 Kasparov tiene 22 años y Felipe González dice que “no se siente absolutamente nada” por dormir en la cama de Franco en el Azor. Ese mismo año Isabel Pantoja vuelve a los escenarios. “Ha sido increíble, he visto a dos seres entrañables”, afirma la tonadillera tras ser recibida por los reyes Juan Carlos y Sofía. Roban 1.200 millones de pesetas en una sede de Banesto en Madrid, y no es Mario Conde. Dimite Boyer y el PSOE conmemora el tercer aniversario de su llegada al poder con el eslogan 'Mucho y bien'. Y el 7 de junio de 1985 se estrena Los Goonies en los cines de Estados Unidos.

La película Los Goonies es parte de los iconos culturales de los años 80 junto a la sobrevalorada movida madrileña, los filetes de hígado, el referéndum de la OTAN y las jeringuillas clavadas en las jardineras de los parques, pero ¿puede aportar algo a nuestras vidas la película de Richard Donner además de alimentar nuestra nostalgia? Veamos.

La historia de una PAH preadolescente

La historia de una PAH preadolescenteLos Goonies es la historia de la búsqueda de un tesoro pirata pero también es el intento de paralizar un desahucio. Los padres de Mikey y Brand tienen deudas y no pueden seguir viviendo en la casa que tienen en Astoria, Oregon. Les queda un día para seguir bajo ese techo antes de entregar las llaves e irse a otra parte. Son críos en una peli para críos, así que en vez de enfrentarse a la policía o amotinarse en casa, Los Goonies no se dan por rendidos –como tanta gente en España que ha decidido no resignarse– y deciden buscar el tesoro perdido de Willy el Tuerto para saldar las deudas pendientes de sus padres.

Sí, quizás la presentación de los personajes sea maniquea –los desahuciadores son codiciosos capullos arrogantes encorbatados frente a los padres honestos que tienen que abandonar su hogar–, pero apostaría a que buena parte de los desahucios que se producen en España en la actualidad no están impulsados por el fraternal ánimo de redistribuir la riqueza y alcanzar la paz mundial.

Por cierto, al final Los Goonies consiguen parar el desahucio. Sí se puede.

Los pelotazos que se veían venir

Los pelotazos que se veían venirDetrás del desahucio de Los Goonies está el plan de unos inversores para construir un campo de golf que arrasará con las viviendas de los muelles de Goon. La película ya avisaba en 1985 –13 años antes de la Ley del Suelo de Aznar– de la marea de ladrillo y comisiones que iba a asolar la costa española (y lo que no es costa). ¿Fue Los Goonies una película impulsada por el Ministerio del Tiempo para avisarnos de lo que estaba por venir en España? Y si es así, ¿por qué en vez de un campo de golf no metieron en la película un aeropuerto sin aviones o una parada del AVE en el desierto con un pasajero y medio?

En todo caso, Los Goonies explica la tragedia del desplazamiento de poblaciones locales con rentas modestas a favor de proyectos mastodónticos que no responden al interés general. El conflicto es evidente y reconocible aunque la realidad sea a veces mucho más sibilina y nos cuele este tipo de desigualdades a través de procesos más graduales –y por tanto, más difíciles de combatir– como la gentrificación: la entrada de rentas altas en barrios degradados que terminan expulsando a los vecinos originales que no pueden permitirse seguir viviendo en su barrio de toda la vida.

Si en un barrio humilde empiezan a aparecer tiendas supercool y surgen hispters de las alcantarillas, es que se está gentrificando y un ejército desideologizado y nihilista que se reconoce en el consumo y el buen gusto está a punto de desembarcar. Si en el barrio empieza a aparecer la gente de los anuncios de cerveza, peligro: los precios de las lonjas y las viviendas van a empezar a subir.

Elogio de la desobediencia

Elogio de la desobedienciaLos Goonies son maleducados y brutos. Se golpean e insultan. Rompen todo tipo de cosas. Hacen bromas pesadas y políticamente incorrectas. Y, sobre todo, no hacen caso a la autoridad. Por regla general, desobedecen las órdenes. A veces por ser traviesos (es decir, adolescentes),y en otras ocasiones, respondiendo a una causa justa mayor.

Cuando los críos atan a Brand en el sofá y se largan de casa a buscar el tesoro, están rompiendo una regla establecida por la autoridad (la orden de su madre de no salir de casa) para conseguir terminar con una injusticia (el desahucio de sus padres). Más o menos esta es la lógica en la que se basa la desobediencia civil.

A los ojos de las mordazas que dominan los tiempos de hoy en día, merece la pena destacar otro de los momentos irreverentes de la película. Los encorbatados han entregado la notificación de desahucio a Los Goonies y vuelven al coche cuando Brand y Mikey dicen:

“­–Ojalá que cuando tiren nuestra casa se les caiga encima.

-Y que les pille las pelotas“.

(AVISO A LA FISCALÍA: ESTO ES UNA CITA DE LA PELÍCULA LOS GOONIES, REPITO, UNA CITA DE LOS GOONIES, POR ESO VA ENTRE COMILLAS; COMILLAS ES ESTO: “”).

La película habla de otras muchas cosas: del valor de la amistad, tan poco frecuentado por la ficción que prefiere inundarnos de amor platónico; de la imprevisibilidad de vivir en los tiempos sin 3G; de la defensa de la diversidad (Gordi diciéndole a Sloth “te quiero”); de los inconvenientes de quedarse encerrado en un congelador con un cadáver... Y pese a todo lo escrito en las líneas anteriores, probablemente dados los tiempos que corren, lo más útil que nos enseña Los Goonies es a hacer el truco del suicidio simulado para escapar de la cárcel.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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