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España lidera el negocio de los espectáculos con delfines y ballenas en la Unión Europea

La orca Tilikum durante un espectáculo.

Raúl Rejón

La marea va en contra. Mientras van apareciendo prohibiciones para criar o exhibir comercialmente cetáceos, España todavía aglutina un tercio de todos los delfinarios de la Unión Europea.

La más reciente restricción legal llegó el 13 de septiembre en California (EE UU): este estado no permite la cría ni exhibición de orcas. Sin embargo, España tiene 11 instalaciones operativas de las 33 activas en la UE donde el espectáculo lo dan delfines, orcas o belugas.

La combinación de turismo asociado al verano y el agua ha hecho que, sobre todo en la costa, se acumulen estas instalaciones a modo de circos acuáticos. De hecho, solo dos (Madrid y Barcelona) están asociados a parques zoológicos. El resto son atracciones de parques acuáticos, acuarios o resorts como el Loro parque de Tenerife. A contracorriente, mientras California aprobaba su nueva ley, otro delfinario más está siendo instalado en Lanzarote.

La tendencia en Europa va en la dirección opuesta. En 15 estados no existen cetáceos en cautividad. Y se han cerrado recientemente algunos delfinarios como el único que había en Finlandia o uno de los seis que había en Italia. Algunas legislaciones, como la británica, sin prohibirlos, exigen unos requisitos tan altos para su construcción que, de hecho, no hay ninguno.

El resto de países que todavía mantienen espectáculos con delfines u orcas están muy lejos de las cifras españolas: Francia y Alemania contabilizan tres delfinarios, Portugal dos, Grecia, Holanda, Suecia, Lituania, Bélgica o Malta uno… De hecho, después de estados que cuentan con numerosas instalaciones como Japón, EE UU, México y Rusia, España es la séptima en un ránking mundial de unos 60 países. En el mundo hay sobre los 2.000 ejemplares cautivos para protagonizar espectáculos. Alrededor de 300 en Europa de los que más de un centenar nadan en tanques de agua españoles. Seis orcas viven cautivas en España de las 56 ballenas de este tipo que permanecen en infraestructuras.

Miriam Martínez, experta en cetáceos de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales(Faada), cuenta que el paso que acaba de darse en California puede tener cierta influencia en el resto de países: “Todo lo que ocurre en EE UU acaba reflejado”. Pero explica que es un proceso difícil “porque depende de qué administración lleve la gestión de los delfinarios”. Como la ley de Zoológicos española no prohíbe los espectáculos “de momento no es fácil”.

Martínez insiste en que los espectáculos no cumplen el requisito primordial que permite criar y exhibir: la educación. “Casi todo el show se compone de actividades que no son naturales para los delfines o las orcas. Son un atractivo turístico no un medio educativo”.

Uno de los principales dueños de cetáceos en España, Loro Parque, contrapone que varias de las quejas de los críticos con estos negocios son “mitos”. “Los zoos modernos proporcionan unas condiciones ambientales y de alimentación óptimas para los cetáceos”. Según su criterio “la calidad del agua está 50 veces más controlada que el agua potable de consumo humano”. Y aseguran que “la esperanza de vida de los delfines en los zoológicos con una gestión adecuada es de 35 años, mientras que en la naturaleza es de 17”.

Martínez subraya que la cría para mantener el flujo de ejemplares se traduce “en cruces endogámicos entre miembros emparentados” y una vida en un entorno reducido “miles y miles de metros cuadrados más pequeños que su hábitat natural”.

Refugios en libertad

Con todo, la noción creciente de que estos animales son inadecuados para estas actividades ha derivado en que la gran propietaria mundial de orcas, la empresa Seaworld, haya admitido este año acabar con su programa de orcas.

Además, tanto en Europa como en EE UU se preparan refugios para acoger a los ejemplares criados en cautividad cuya reintroducción en la naturaleza en casi imposible. Se trata de líneas de costa acotadas por una red, alejadas de interferencias humanas.

“Son programas complejos por la cantidad de permisos que requieren”, aclara la técnica de Faada. En América, un grupo de científicos estudia un santuario para orcas y belugas, animales de aguas frías, mientras el acuario de Baltimore (EE UU) ha anunciado que también llevará sus delfines a un área exclusiva en el océano. Otros dos planes similares están desarrollándose en Italia y Grecia.

La doctora en mamíferos marinos de la Universidad de Estambul, Aylin Akkaya, es una de las encargadas del santuario en Grecia. Akkaya cuenta a eldiario.es “estamos trabajando para que los animales puedan desarrollar sus comportamientos naturales y no serán utilizados para espectáculos o supuestas actividades educativas”.

Los santuarios del Mediterráneo van a costar entre medio y un millón de euros. La reforma del delfinario del zoo de Barcelona para adecuarse a la normativa se presupuestó en 10 millones, según el Ayuntamiento barcelonés.

Según el criterio de la doctora Akayya, “no hay manera de mantener este negocio de forma sostenible. Su reclamo es la educación pero los que asisten solo ven comportamientos de animales deprimidos, nada de lo que se da en la naturaleza. No hay ninguna educación en ello”.

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