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The Guardian en español

Los multimillonarios compraron el Brexit y controlan nuestro sistema político corrupto

Londres prepara "planes de contingencia" por si se produce el "brexit"

George Monbiot

¿Esto es una democracia o una plutocracia? Entre los ciudadanos y el poder hay un filtro que influye en la toma de decisiones; un filtro hecho de dinero. En el referéndum sobre la Unión Europea, la opción de permanecer obtuvo el 46% del dinero que recaudaron ambos bandos (20,4 millones de libras esterlinas o 24 millones de euros) y obtuvo el 48% de los votos, mientras que la opción de salir de la Unión Europea se quedó con el 54% del dinero y consiguió el 52% de los votos. Esta simetría debería preocupar a todos los defensores de la democracia. ¿El voto siguió la estela de dinero? ¿Si hubiese sido al revés, el resultado también habría sido distinto? en una democracia no deberíamos formularnos este tipo de preguntas.

Si es verdad que las donaciones no tienen un impacto en el resultado, todo parece indicar que los responsables de las campañas no disponen de esta información. Ambos bandos lucharon con uñas y dientes para captar donantes, en algunas ocasiones personas detestables. La persona que dio más dinero a la campaña del referéndum fue el agente de finanzas Peter Hargreaves que desembolsó 3,2 millones de libras esterlinas (3,8 millones de euros) a los partidarios de salir de la UE. Su entusiasmado apoyo al Brexit se resume con estas declaraciones: “Nunca antes hemos tenido un estímulo tan intenso que nos obligue a mover el trasero. Tendremos que afrontar la nueva situación y lo lograremos porque nos sentiremos inseguros y sentirse inseguro es fantástico”.

Nadie los votó y, sin embargo, parecen tener un cierto poder sobre nuestras vidas. En parte, los ciudadanos han dado la espalda a la política porque la gran mayoría tiene la sensación de que nuestro sistema político está a la venta. Todo parece indicar que esta afección ha alimentado el voto a favor de salir de la UE. La campaña a favor de la salida se benefició del hastío que sienten los ciudadanos por el sistema; un sistema que a su vez propició que esta opción ganara.

Los políticos del Reino Unido ya no velan por los intereses de los ciudadanos y nuestro sistema de financiación de partidos tiene gran parte de culpa. Mientras que en la mayoría de países europeos, el Estado financia los partidos políticos y las campañas, en el Reino Unido las financian los multimillonarios, las empresas y los sindicatos. La mayoría de los ciudadanos no son tontos y perciben que las decisiones realmente importantes se toman en privado, sin un consenso democrático. Cuando una situación tiene sentido, no hay una segunda opción y cuando esta segunda opción existe es porque la situación no tiene sentido.

Los políticos no se cansan de repetir que los donantes no pueden influir en sus políticas pero nadie en su sano juicio se lo cree. El miedo a perder esta fuente de financiación genera una ansiedad constante y, de forma consciente o inconsciente, los políticos con instinto de supervivencia adaptan sus políticas para que se ajusten a los intereses de aquellos que les dan dinero. De hecho, no importa que sean las políticas las que sigan el dinero o el dinero el que siga las políticas; lo cierto es que aquellos que hacen propuestas que interesan a los donantes conseguirán recaudar más dinero.

En algunas ocasiones, esta relación entre dinero y las medidas que se implementan es inmediata. Antes de las últimas elecciones generales, 27 de los 59 responsables de los fondos de inversión más importantes del Reino Unido dieron dinero a la campaña del Partido Conservador. Tal vez estas donaciones no guardan relación con el hecho de que poco después se decidiera que las transacciones del mercado de valores quedaban exentas de pagar el impusto de Actos Jurídicos Documentados. Las arcas del Estado perdieron unos 145 millones de libras esterlinas anuales.

En la tradicional fiesta de etiqueta 'en blanco y negro' del Partido Conservador puedes llegar hasta donde hayas pagado: 5.000 libras esterlinas (6.000 euros) te permiten disfrutar de la compañía de un subsecretario de Estado, mientras que 15.000 libras esterlinas (18.000 euros) te permiten conversar con un ministro del gabinete. Los políticos también afirman que no hay ninguna relación entre las donaciones y las designaciones a la Cámara de los Lores pero un estudio de la Universidad de Oxford demostró que las probabilidades de que esto sea cierto, y que alguien que no sea donante sea designado, son equivalentes a ganar la lotería cinco veces seguidas.

Tal vez ustedes no han podido expresar su opinión en el proceso de elección de una nueva primera ministra pero les aseguro que el Partido Conservador ha tenido más de una conversación con sus principales donantes.

El Partido Laborista pierde donantes

Uno de los muchos elementos de la crisis que atraviesa el Partido Laborista es precisamente la pérdida de donantes. Uno de ellos, el abogado de empresa Ian Rosenblatt expresa la siguiente queja: “No creo que Jeremy Corbyn o nadie de su entorno tengan ningún interés por saber si personas como yo apoyamos a su partido o no”. ¿Por qué el líder del Partido Laborista debería mostrar interés por saber si una persona lo apoya cuando millones de ellas le tienen que apoyar con su voto?

La exasesora del Partido Laborista, Ayesha Hazarika, le pidió a Corbyn que tuviera menos reparos: “Conocer a personas con dinero y pedirles que contribuyan a la causa no es precisamente lo que quieren los más leales al partido, sin embargo, a veces tienes que hacer cosas que no te gustan”.

Lo cierto es que bajo las reglas de juego actuales tal vez tenga razón, entre otros motivos por el hecho de que los conservadores les han cortado las otras fuentes de financiación: cuotas sindicales y dinero público. Esto nos muestra la realidad de este sistema. En los cinco años anteriores a las últimas elecciones generales, el 41% de la financiación de los partidos políticos se obtuvo de solo 76 personas. A esto se le llama plutocracia.

Si tomamos distancia nos percataremos de lo que hemos llegado a aceptar como normal. Si esta misma situación se diera en otro país inmediatamente nos daríamos cuenta de que estamos ante un sistema corrupto. ¿Por qué los partidos tienen que buscar el apoyo de los oligarcas para ganar unas elecciones? ¿O de los sindicatos?

El sistema político es de todos y no de un grupo específico de personas. La corrupción está tan arraigada que ya no la vemos.

Se me ocurre una manera de reformar nuestro sistema: cada partido podría cobrar una cuota a sus miembros, una cantidad modesta, tal vez unas 20 libras esterlinas (24 euros). El Estado aportaría la misma cantidad. Y eso es todo. Esta sería la única vía de financiación de los partidos. El sistema sería simple, transparente y dependería del entusiasmo que los políticos sean capaces de levantar. Además, esto es un incentivo para que vuelvan a salir a la calle y consigan que los ciudadanos vuelvan a conectar con ellos. La financiación de los referéndums todavía sería más sencilla: el Estado proporcionaría la misma cantidad de dinero a ambas opciones.

Esta propuesta suele levantar siempre la misma objeción: que el Estado no se lo puede permitir. ¿En serio? Entonces, ¿no nos podemos permitir gastar 50 millones de libras esterlinas (59 millones de euros) en unas elecciones presidenciales pero nos podemos permitir las crisis causadas por un sistema político corrupto? Nos hemos permitido una crisis financiera causada por el hecho de que los políticos no quieren regular las actividades de aquellos que les dan dinero. También nos podemos permitir el coste de nuestra decisión de salir de la Unión Europea; una decisión que podría haber sido comprada por unos cuantos multimillonarios.

Los que nos pidieron que votáramos a favor de salir de la Unión Europea nos prometieron que así recuperaríamos el control de nuestro país. Pues bien, yo les propongo empezar por aquí.

Traducido por Emma Reverter

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