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The Guardian en español

Los traumas psicológicos de cubrir la crisis de los refugiados

Refugiados intentan pasar una barrera de policías para subir hoy a un autobús en Gevgelija en Macedonia.

Hannah Storm

Los estremecedores reportajes sobre refugiados han conmocionado a muchas personas que siguen esta crisis desde sus hogares. Sin embargo, los medios de comunicación que cubren esta noticia no se esperaban que los periodistas que se encuentran en el terreno sufrieran un daño emocional.

A diferencia de lo que uno podría esperar, no padecer las mismas adversidades que los refugiados les crea un conflicto y hace que les resulte mucho más complicado sobrellevar la situación.

Incluso los corresponsales de guerra con más experiencia están muy afectados. “Cuando cubres un conflicto armado te enfrentas a los mismos peligros que las personas que te rodean”, explica Phil Chetwynd, jefe de redacción de la Agencia France-Presse. “En el caso de la crisis de los refugiados, a los periodistas les resulta extremadamente complicado lidiar con el hecho de que no se enfrentan a ningún peligro, simplemente ven cómo todas estas embarcaciones se vuelcan y los refugiados se ahogan”.

Caroline Hawley, una corresponsal diplomática de la BBC que ha cubierto Oriente Medio a fondo, acaba de regresar de la isla griega de Lesbos, donde vio en primera persona el conflicto emocional que sufren muchos de sus compañeros: “Si vas a una zona de conflicto, estás preparado. Te llevas un chaleco antibalas. Cuando vas a una guerra intentas protegerte y construyes tus propias barreras psicológicas”.

La cobertura de conflictos precisa una cierta actitud y una cierta preparación. Sin embargo, debido a la magnitud y a la proximidad de la crisis de refugiados, algunos medios de comunicación como la BBC han mandado a distintos tipos de periodistas; desde corresponsales veteranos a reporteros de la redacción que no suelen viajar.

“Tienes a todos estos periodistas tan distintos en el terreno y es imposible detectar qué problemas pueden tener, qué secuelas les pueden quedar, ya que si tienes que cubrir una guerra sabes a lo que te enfrentas pero la crisis de los refugiados no tiene precedentes”, explica Jonathan Paterson, el editor responsable de la cobertura en zonas de conflicto de BBC World.

Cuando a Patrick Kingsley le dijeron que iba a ser el primer corresponsal que cubriría migraciones para The Guardian tras una temporada en el Cairo, lo invadió una sensación de optimismo. “La travesía de estos migrantes está llena de esperanza y de alguna forma te redime”, explica. Por aquel entonces, el periodista creía que con su trabajo podía cambiar la situación. Sin embargo, al final del año, agotado y tras haber viajado a 20 países, empezó a cuestionarse la utilidad de su trabajo.

“A medida que pasa el tiempo… lidias una y otra vez con la misma situación horrible, tanto si estás cubriendo el hundimiento de embarcaciones como si cubres las palizas a los migrantes en Hungría. Ves las mismas reacciones estúpidas por parte de la Unión Europea y las mismas políticas absurdas y completamente ajenas a la situación que estás viendo y que la gente te está contando”.

Chetwynd indica que la situación económica de los medios de comunicación no hace más que agravar este problema: “Como responsables de una redacción y como periodistas, debemos destacar que es de vital importancia combinar esta cobertura con otras, es fundamental que los periodistas que cubren la crisis de refugiados puedan descansar, desconectar y cubrir otras noticias, pero no siempre es así porque muchas redacciones no se lo pueden permitir debido a la situación de nuestro sector”.

La decisión de asignar temporalmente otro trabajo a un periodista que cubre la crisis de refugiados para que pueda descansar se complica todavía más por el hecho de que la salud mental sigue siendo un tema tabú. Si bien es cierto que no todos los periodistas que cubren esta noticia han sufrido un daño emocional, sí lo es que se trata de un problema más común de lo que muchos están dispuestos a reconocer.

Y si bien es un trauma que afecta a cada periodista de forma distinta, tanto Chetwynd como Paterson señalan que la crisis de refugiados ha sido especialmente dura emocionalmente para aquellos reporteros que tienen hijos.

“Creo que ver a esos niños es especialmente duro para los periodistas que son padres, aunque estén acostumbrados a ver a niños que sufren en las zonas de conflicto o tras un terremoto… estamos hablando de Europa y no esperas encontrarte con miles de personas caminando por un sendero, cruzando una frontera, pasando por lugares que nos resultan tan familiares”, explica Paterson.

Para el periodista Will Vassilopoulos, que trabaja para la Agencia France–Presse desde Atenas, este contraste entre lo familiar y lo extraño ha sido particularmente difícil. Desde abril de 2015 ha viajado a la isla de Lesbos en más de doce ocasiones. Para él ha sido muy duro pasar de la vida familiar a su trabajo.

“Lo que es seguro es que esta situación te cambia, no tengo ninguna duda, te cambia como padre”, explica. “A cada uno de mis colegas les afecta de forma distinta. En mi caso, lo que es seguro es que soy más tierno con mis hijos”.

“Si tuviera que elegir qué es lo que me ha resultado más difícil, procesar las imágenes de toda estas personas muertas o estar tanto tiempo fuera y luego regresar a casa, abrir la puerta y tener que ser esposo y padre… creo que esto último es lo que me resulta más difícil”. Se llevó a su familia al campamento de refugiados de Idomeni y su esposa pudo comprender su necesidad de “desconectar” cuando regresa a casa.

Si bien reconocen que esta experiencia ha podido tener un impacto sobre su salud mental, los periodistas son muy conscientes de que escribir sobre la situación de los refugiados es muy distinto a sufrir estas penurias. “Por muy duro que sea cubrir esta noticia desde el terreno, es mucho mas fácil volar cómodamente sentado en un avión que viajar en una de esas embarcaciones”, indica Kingsley.

El impacto emocional perdurará en el tiempo, especialmente el causado por situaciones como, por ejemplo, la primera vez que Vassilopoulos vio a un niño afgano en Lesbos. “Desde entonces he visto a muchos otros niños, pero no he olvidado la imagen del primer niño empapado y helado que vi. Creo que incluso ahora podría dibujar su rostro con todo detalle”.

Hannah Storm es la directora del International News Safety Institute, que prepara una encuesta confidencial para comprender el impacto psicológico de la crisis de los refugiados sobre los periodistas.

Traducción de Emma Reverter

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