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No podemos más

El rey Felipe VI ofrece un discurso durante la ceremonia en el Congreso de los Diputados con motivo del 40 aniversario del 23F

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Medio millón de muertos en Estados Unidos, cuando Donald Trump calculó que 200.000 serían una cifra asumible por no parar sustancialmente la actividad económica. Universidades que ofertan menús a un euro en Francia y ONG con puntos de reparto de comida gratis para universitarios que han perdido ingresos por la pandemia. En España el principal problema parece ser que Unidas Podemos forme parte del Gobierno. No pueden más. Titulan así sus columnas incluso. Lo reseñan en sus titulares aludiendo a las quejas hasta de ministros del PSOE. Ellos y nosotros. Las urnas, una vez tras otra, lo dejan claro pero igual apretando se consigue. En Italia lo han hecho. Tienen un presidente conveniente elegido a dedo y gusta a todo el mundo.  

En España, la añorada pata conservadora del bipartidismo se ha pegado un batacazo de campeonato en Cataluña. El bloque conservador sigue sin conseguir mayorías pero aumenta la infiltración del fascismo en su seno. Algo que preocupa a cualquier demócrata. No a los que no pueden más con Unidas Podemos en el Gobierno y se desviven por la derecha y la ultraderecha. Desde luego no llenan portadas de ataques contra ellos ni siquiera de críticas justificadas –todo lo contrario, hasta le hacen fotos al líder en plan desfile de Emidio Tucci-. Ni les cargan de bulos y calumnias que repetirán sin fin por todo el arco mediático. No ponen peros ni a la escandalosa gestión trumpista de Díaz Ayuso en Madrid, a la que llegan a llamar la lideresa del centro-derecha con repercusión nacional. Oír sus soflamas incendiarias cargadas de difamaciones es como beberse un vaso de nitroglicerina pero a su clan mediático la presidenta de Madrid no les incomoda en absoluto.  

La calle está caliente: unos pocos que no pueden más salen a evidenciarlo. No pueden más por diferentes motivos. Pero la culpa es siempre de Podemos, según repiten y repiten. Dado que defender la libertad de expresión –incluso de un vomitivo impresentable- es violencia. Más aún, terrorismo. Lo dice por igual la policía según se refiere, alguna periodista y una diputada de Vox. Para esta última todo lo que sea antifascismo es terrorismo.

José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid por la gracia de Vox y Ciudadanos, se une al coro para afirmar que si Iglesias pinta algo en España es gracias a Sánchez.

Los que no pueden más en el PSOE son de la misma opinión. Olvidan que es reversible: si hay gobierno progresista, si son ministros y ministras quienes se quejan, es por la coalición y el apoyo de un bloque que no les gusta pero al que necesitan. Por eso no se pueden firmar una serie de compromisos para aprobar los Presupuestos y luego salir con que la vivienda es (también) un bien económico y no se regula el precio de los alquileres. Berlín lo hace en la Alemania de Merkel del mismo modo que desde los inicios del desarrollismo consideró que la vivienda es un bien social antes que económico. Ese diferente origen ha causado múltiples problemas en España. El malestar del bloque de apoyo al Gobierno es manifiesto y de momento no tienen otra cosa.

Y todo esto ocurre cuando se recuerda en acto oficial el 40 aniversario del último intento de golpe de Estado armado, entrando a tiros en el Congreso. Con fascistas ocupando escaños. Miro atrás, a otro momento en el que tampoco una buena parte de la sociedad podía más. Para ver si recobran la memoria quienes nacen al mundo nuevos cada mañana cuando se despiertan.

Al no existir Podemos, toda la culpa era entonces del PSOE, según se oía y leía con profusión. Así figura en la crónica que publiqué en mi blog. Pero conviene destacar algunos puntos. Las manifestaciones por la pérdida de derechos sociales básicos que son raíz de desajustes actuales.

Y represión policial. Se califica a los manifestantes de antisistema y se dice que están dando “un golpe de Estado como en el 23F”. Cristina Cifuentes, delegada del gobierno en Madrid, manda fuerzas antidisturbios a dar brea. Los bomberos actúan de escudos para evitar que los ciudadanos sean agredidos.

Corinna Larsen aún era princesa y una amiga leal del entonces rey. A quien en el acto del Congreso de este 2021 su hijo y heredero rinde homenaje para que lo vea desde el Abu Dhabi a donde huyó. Sin que la ley de secretos oficiales permita saber aún 40 años después qué pasó total y realmente aquel 23F, siquiera para no abundar en más especulaciones y actos de fe.

 

Felipe VI ha saludado a Pablo Casado como “jefe de la oposición”, cargo que no existe en un sistema no bipartidista. Se les ve tan lejanos de quienes realmente no pueden más. Hay mucha gente que nunca se recuperó de haberles pagado a los poderes económicos su crisis de 2008, sufrimos la carga de muchos destrozos previos y nos vemos con una pandemia de salud inédita en esta generación que lo ha cambiado todo. Menos la voracidad insana de quienes siempre quieren sacar provecho a cualquier precio. No pueden más, dicen. Adjudican a Podemos  “un poder de corrosión que ha degradado la democracia”  o lo acusan por expresar críticas estando en el Gobierno, de “una grave distorsión democrática”. Con 52 escaños de los ahora llamados postfascistas en el Congreso y sostén imprescindible de varias comunidades autónomas y ayuntamientos fuertemente impregnados de su sello. Lavando hasta al PP en sus horas más críticas que se ha ganado a peso. El ambiente bélico que vivimos, crea además más gritos y distorsiones de las admisibles, que solo favorecen a los desestabilizadores. 

¿No pueden más ustedes? Pues ni les cuento cómo estamos el resto. Porque si el hartazgo por el hoy es grande, no imaginan hasta qué punto preocupa el camino al que conduce todo esto.

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