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ANÁLISIS

EH Bildu sigue ganando influencia en Madrid frente a un PNV que ya no es decisivo

La diputada de EH Bildu Mertxe Aizpurua, en el Congreso

Iker Rioja Andueza

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Algo está cambiando en la política vasca. Aunque importante, el PNV -tradicionalmente denominado en Madrid como “grupo vasco”- ya no ha sido numéricamente decisivo en esta negociación de estos presupuestos generales del Estado. El Gobierno de Pedro Sánchez había logrado antes acuerdos suficientes, entre otros con EH Bildu. La coalición que integra a la izquierda abertzale, un sector político que en el pasado ni siquiera ocupaba sus escaños en las Cortes Generales y que incluso cuestionaba la legitimidad de las instituciones “vascongadas”, sigue exhibiendo su lado más pragmático y, mientras moviliza a miles de personas por las calles de Bilbao al grito de 'Independentzia!', da estabilidad al Gobierno de esa España con la que quiere romper y apoya unas cuentas que, como le ha recordado en alguna ocasión el PNV, financian todos sus demonios: la Corona, el Ejército, la Guardia Civil y hasta el impulso a la llegada del AVE a Euskadi. El posibilismo se ve también en Pamplona: el Gobierno navarro de la socialista María Chivite -en el que también está el PNV a través de Geroa Bai- tiene a EH Bildu como interlocutor preferente y continuado. Pero la gran novedad es que también ha llegado a Vitoria, puesto que, en el Parlamento Vasco, la coalición ha borrado de un plumazo varios años de oposición frontal a Iñigo Urkullu y se ha avenido a negociar sus presupuestos aunque sea una maniobra innecesaria al contar en Euskadi PNV y PSE-EE con mayoría absoluta.

“El Gobierno socialcomunista tiene presupuestos gracias a EH Bildu y a ERC”, ironizó este jueves desde la tribuna del Congreso la diputada abertzale Mertxe Aizpurua. Y añadió mirando a las bancadas de la “ultraderecha y derecha extrema”: “Somos nosotros, los biludetarras, como a ustedes les gusta llamarnos, los que devolvemos a la clase trabajadora los derechos que ustedes les usurparon”. “Nos felicitamos porque ese camino conjunto sirve para mejorar la vida de las mayorías sociales del Estado”, explicó Aizpurua sobre el pacto con el Ejecutivo de Sánchez, aunque en la misma intervención aludió a la monarquía “corrupta” y a que los militares “sueñan” con “fusilar” a los dirigentes independentistas.

Desde la moción de censura que acabó precipitadamente con la etapa de Mariano Rajoy tras la sentencia que probaba la corrupción detrás de la trama 'Gürtel' -una votación decidida por el PNV-, los dos grupos nacionalistas vascos han competido por mostrar su influencia en Madrid. Para la historia quedará una de las prórrogas del estado de alarma y del confinamiento el pasado año: reforma laboral para unos e Ingreso Mínimo Vital para otros. Los de Andoni Ortuzar, que están capitaneados por Aitor Esteban en la Cámara baja, suelen repetir que bienvenida sea la coalición a una forma de hacer política que durante años han practicado ellos -marcando la agenda de los cuatro últimos inquilinos de La Moncloa- y que tantas veces le echaron en cara. Como anécdota, cuando se debatían las enmiendas parciales presentadas por los partidos, los comunicados de PNV y EH Bildu contando su acuerdo con el Gobierno llegaron con un margen de apenas segundos y, en ambos casos, se publicitaban los logros obtenidos.

¿Qué ha logrado cada uno? El PSOE accedió a dotar económicamente un fondo para los afectados por el amianto -algo largamente demandado al Estado por las instituciones vascas- siguiendo la propuesta realizada por EH Bildu por delante de la del PNV e incluso de la Unidas Podemos, su socio de Gobierno. La izquierda abertzale ha explicado también que ha impulsado medidas para frenar los desahucios. En ambos casos, ha actuado de la mano de ERC. Además, ha logrado fondos para proyectos locales como una vía ciclista entre la localidad alavesa de Agurain-Salvatierra y la navarra de Irurtzun o mejoras en los servicios y estaciones de ferrocarril. También se ha impulsado la difusión en Navarra de ETB3, que es el canal infantil de la radiotelevisión pública vasca.

Aunque las enmiendas del PNV, tras el protagonismo logrado por EH Bildu, han quedado un tanto opacadas, sus logros no son menores. También ha obtenido una lista de inversiones y proyectos pero, sobre todo, arañó al Gobierno un compromiso de traspasar ya a Euskadi la gestión del Ingreso Mínimo Vital a principios de 2022 -también lo tendrá Navarra- y la definición de los accesos del futuro AVE a Bilbao y a Vitoria -los de Donostia ya están en marcha- y que las obras las ejecute mediante una encomienda de gestión el Gobierno vasco, que luego recuperará el dinero con un descuento del Cupo que se abona al Estado por sus servicios. Sin embargo, en ambos casos la gestión en Euskadi de esas materias corresponde a consejeros socialistas del gabinete de Urkullu. Es más, en el caso de la alta velocidad la ministra Raquel Sánchez viajó a Vitoria y quien se hizo con ella la fotografía explicando las novedades fue el socialista Iñaki Arriola. Además, han retirado su plan para crear una diferenciación para los vinos de la parte alavesa de la denominación de origen Rioja.

Los de Esteban llevan días explicando que, en su caso, la negociación no está cerrada. En un sistema bicameral como el español, los presupuestos aprobados en el Congreso se revisan ahora en el Senado. Allí, aunque EH Bildu y ERC forman un grupo conjunto, el tercer partido es el PNV solamente por detrás de PSOE y PP. El equipo de la exconsejera de Urkullu Estefanía Beltrán de Heredia tiene diez escaños y, en la Mesa, el representante nacionalista, Imanol Landa, desempata entre los vocales socialistas y 'populares'. “A mí lo del socio preferente me da igual. Hacen falta hechos. Pero, para no tener un acuerdo cerrado, estoy satisfecho con el balance. Pero insisto: espero que no haya acabado. Y creo que no ha acabado. Estoy contento y tranquilo”, ha contado estos días Esteban, que llegó a mostrar en medio de una rueda de prensa cómo le llamaba el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.

En el caso del PNV, la negociación con el Gobierno se cruza siempre con las demandas del Gobierno vasco a Sánchez. Y este contexto político no es excepcional. Como viene siendo habitual en puertas de una conferencia de presidentes autonómicos, Urkullu ya está amagando con no asistir si no se resuelven temas pendientes. En las de verano de 2021 y 2020 logró cerrar contrarreloj varios acuerdos económicos. El de este año, de hecho, se formalizará este martes en el Consejo de Ministros, que cederá a los territorios vascos la gestión de algunas figuras tributarias como la 'tasa Tobin' o la de Google. En su día se estimó en unos 200 millones de euros. Ahora hay malestar por el retraso de la transferencia de Cercanías, que se contemplaba para antes de final de año después de haber materializado en octubre la de Prisiones. Pero el lehendakari ha denunciado también la “falta de respeto institucional” de Sánchez al no haberle avisado personalmente de que iba a estar en Euskadi el pasado fin de semana, ya que quería llevarle a Gernika para que el Gobierno de España pida perdón por el bombardeó durante la Guerra Civil, que se produjo justamente cuando el PNV tenía el único ministro que ha dispuesto, Manuel de Irujo. Asimismo, en la gestión de la pandemia Urkullu y la consejera Gotzone Sagardui han protestado por la falta de respuesta a dos peticiones: una regulación uniforme del pasaporte COVID y volver a hacer obligatorias en la calle las mascarillas.

En este contexto, la política vasca ha dado un giro. EH Bildu ha pasado de hacer oposición frontal al Gobierno de Urkullu a tenderle la mano para pactar los presupuestos de 2022. Habían sido meses denunciando que en Vitoria no era posible lo que sí lograban en Madrid y Pamplona y se atribuía a la apuesta de la izquierda abertzale por liderar el país y ser alternativa al PNV. La maniobra no solamente tiene gran calado sino que es innecesaria, ya que Urkullu goza de mayoría absoluta por su coalición con los socialistas. Hace solamente dos años EH Bildu criticaba con dureza a Podemos y a Equo por negociar con Urkullu. El hombre de los números de Urkullu, el consejero de Economía y Hacienda Pedro Azpiazu, que está dirigiendo la negociación cuarentenado por un positivo en COVID-19, ha logrado este nuevo escenario al imitar en sus propuestas medidas ya incluidas en los acuerdos navarros. Básicamente, son dos: mejorar aún más el SMI por la vía de la negociación colectiva y buscar fórmulas para controlar los precios del alquiler. El acuerdo no está cerrado, ni mucho menos, pero hay una negociación seria y discreta en marcha a la que la coalición ha sumado a dos de sus dirigentes, Pello Otxandiano y Unai Urruzuno. En 2018 -cuando Urkullu se vio obligado a dejar de lado al PP de Alfonso Alonso tras la moción de censura- se exploró esta vía pero las conversaciones saltaron por los aires en medio de acusaciones cruzadas.

Entretanto, el otrora brazo sindical del PNV, ELA, ha completado esta semana su apuesta por ser un agente también político que marcará el terreno a la izquierda abertzale. En su congreso, que ha revalidado por amplia mayoría (90,6%) a Mitxel Lakuntza al frente de la central de la que todavía es afiliado Andoni Ortuzar, ha defendido vías unilaterales hacia la independencia y ha cuestionado las vías más pragmáticas de acuerdo de EH Bildu. En Sortu, en cambio, una ponencia crítica presentada de cara al congreso de la principal fuerza de EH Bildu y que cuestionaba la vía institucional, apenas logró el 22% de apoyo en la votación realizada entre las bases. Conforman la coalición EH Bildu también fuerzas que tradicionalmente han participado en acuerdos transversales como EA -aunque vive su propio cisma interno- o Alternatiba, que es una escisión de IU. Ha incorporado consignas feministas, sociales y verdes a su praxis política del día a día.

Finalmente, en el socialismo vasco se ha producido también un relevo en la secretaría general. Idoia Mendia ha dejado paso a Eneko Andueza y en el congreso se explicitó que llega con las “manos libres”. Ha tomado el control del partido una nueva generación -representada también por Ekain Rico, Javier Hurtado o Nora Abete, todos con creciente influencia- y, aunque gobierna en el Gobierno autonómico, en las tres diputaciones, en las tres capitales y en muchos municipios de la mano del PNV, no está escatimando en marcar perfil propio frente a sus socios. En Irún o Eibar ha explorado pactos locales alternativos con EH Bildu y en sectores del PNV cunde el temor de que Andueza no renuncie a explorar una fórmula para Euskadi que suponga una alternativa al PNV. “Igual en tres años no estamos aquí”, expresaba esta semana sobre el año de las próximas autonómicas un alto cargo nacionalista en el Gobierno vasco a la luz de estos movimientos en todas las direcciones y del acercamiento a todos los niveles de EH Bildu y los socialistas.

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